Chantaje II

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-Ann, creo que has bebido demasiado.

-¿En verdad?- Ella solo reía, Götze estaba un poco molesto.

-Sí, creo que deberíamos irnos.

-Yo creo que no.- Sonrió como si lo que digiera Götze fuera broma- Tal vez deberías ir a buscar a Marco para que te puedas divertir…- Miro a las chicas y comenzaron a reír, como si lo que Ann digiera fuese una broma pesada.- digo, pues es noche de chicas y esto apenas comienza.

Todas dieron un grito eufórico, aunque para Götze no le hacia ninguna gracia lo que hacían y decían.

-Avísame cuando te quieras marchar.

Una de las mujeres no pudo evitar comentar.

-Oye, ¿Cómo le haces para tenerlo tan controlado?

-Descúbrelos con sus amantes.- Todos guardaron un segundo de silencio.- ¡Ha! Eso sería más fácil.

Todas rieron, creyendo en la broma de Ann, mientras su querido novio por fin sonrió ante el chiste y se acercó a ella.

-No, es que es el profundo amor que le tengo.- le dio un beso en la cabeza. Desde el berrinche que la chica había hecho en la casa de Reus, un poco después del mes de ese incidente, no se acercaban, no se besaban, no se tocaban. Ann se incomodó con aquel gesto.- Estaré en la barra.

Ann no dijo nada, las chicas comenzaron a platicar de muchas cosas pero la que tenía el corazón roto necesitaba otra copa.

Götze, al divisar la barra, identifico de inmediato al hombre sentado ahí, aun que podía no ser él. Su atención fue directamente hacia él. Era muy familiar. Se sentó cercas y ordeno una bebida.

-Vaya, no pensé verte por aquí.

-No lo sé, tenía que despejar mi mente.

-¿Te pasa algo?- El mesero trajo una bebida mineral. – Miroslav.

-Sabes…- por un momento Klose lo miro y se rio en el rostro del joven.- No lo entenderías…

-¿A caso estas tomado?

-Tal vez…- Klose, sorbió un poco del vaso que tenía en las manos. Jugaba con el agua fría que sudaba el vaso.- ¿No eres muy chico para estar aquí?

-Sí, bueno…- volteo la mirada a donde estaba Ann. Reía, bebía y se divertía.- Estoy con  mi novia… -Lo último lo dijo cabizbajo.

-Ustedes los jóvenes, tan enamorados… -volvió a beber.- Tal vez ese es el problema de todo. Ustedes creen que porque uno ya es grande no tenemos derecho de amar y se la viven jugando con todo.

-Lo siento.- Götze realmente sabia a lo que Klose se refería.

-Sí, todos lo sentimos.

-Pero creo que es un error creer que los mayores subestimen a los menores por su misma juventud, tal vez solo es miedo lo que nos hace actuar…

-Eso es lo peor, quizás ninguna de las partes entiende por qué quizás no saben lo que quieren. - Klose termino su bebida. Lo miro a los ojos fijamente.- Ustedes suelen verse felices. Espero que te des cuenta de ello, antes de que sea tarde.

-¿Qué?- el menor estaba un poco confundido ante las palabras del veterano.- Oye, Miroslav, creo que has bebido demasiado.

-Perdón Mario, no he bebido alcohol, solo es naranjada. Me tengo que ir.- Se levantó y dejo la cuenta. Empezó a marcar.- Sabes, ella se desahogara por tu miedo e inseguridad…- De repente, alguien en la otra línea contesto y sin querer, a Klose se le salió un nombre.- ¿Erik?- Y así, se fue directo hacia la salida.

Götze estaba más que confundido, no solo por las palabras de Klose, sino que también por el nombre que acababa de escuchar. Si en algo tenia más que razón era que aquella noche, el chico cargaría con su novia despechada con un dolor inmundo en el corazón.

La llevo a la camioneta cargando, pero antes de subirla, ella se abalanzo sobre Götze y lo beso. Su boca sabia a vodka y su piel gritaba con desesperación y melancolía. En su ser, sabia lo doloroso que era esa situación que subía de tono.

Ann solo quería comprobar que todo era una pesadilla y Götze estaba acorralado por la lujuria y excitación. El chantaje de Ann comenzaba a partir de ese momento. El castaño sabía que habría que mantenerla contenta. Al llegar a casa, se deshicieron de las ropas y se entregaron como aquella vez en el yate. Quizás en la intimidad de la habitación y tras los orgasmos, ella no hablaría sobre el amor prohibido por Reus.

Las pasiones mundanas del ser humano pueden más que la moralidad entre lo correcto. Aquella noche, si, se acostó con ella para demostrarle que, de alguna manera, estaba dispuesto y tal vez, solo tal vez, sentía que le debía algo a la pobre chica. Solo Ann, en esa triste ocasión alcanzo el orgasmo pleno. 

El inicio de un "Adiós"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora