TERCER AÑO V

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Julio, 1988

—Lo siento —dije enseguida—, estoy... bien.

Me puse de pie cuando me encontré repuesta, limpiando mi túnica por la suciedad del suelo. Charlie me examinó de pies a cabeza antes de volver a hablar.

—Por poco y te atacaba —dijo suspirando. Se alejó unos pasos de mi y de la nada, una brillante luz blanca salió de su varita. Buscó algo en el piso antes de agacharse, hasta que volvió a mi lado, teniéndome mi varita— ¿Segura que estas bien? —me limité a asentir— Ahora, puedo preguntar...¿Qué hace una gryffindor probablemente de segundo año en el bosque prohibido a estas horas de la noche?

No sabía que me extrañaba más. Que su tono fuese más amigable que reprendedor, que me hubiese encontrado físicamente más pequeña de lo que debería aparentar, o el hecho de que él también se encontraba en el bosque a aquellas horas y que, por lo tanto, tampoco debería de estar allí.

—Podría preguntar lo mismo —dije guardando mi varita en mi túnica. Charlie hizo un ademán de paz—. Soy de tercer año, vine a buscar a mi amiga. No la encontré en la habitación y, no pude evitar recordar la maldición del sonambulismo...

—¿Es de Gryffindor?

—Si.

—¿Rubia de cabello corto?

—¡Si! ¿Cómo...?

No pude terminar mi pregunta. Charlie caminó hacia donde había sentido las voces anteriormente, haciéndome una señal para que lo siguiera y encontrando frente a mi el cuerpo de Beatrice acurrucado en las raíces de un enorme árbol.

—¡Beatrice! —grité corriendo hacia ella.

Mientras me acercaba pude notar la presencia de un enorme centauro, quien parecía velar por su seguridad.

—Torvus la encontró caminando hacia el interior del bosque, la detuvo antes de que sucediera algo peor —dijo Charlie mirando al centauro.

­—Gracias, Torvus —agradecí con una sonrisa. El centauro asintió.

—¿Rose? —escuché susurrar a Beatrice, acaparando toda mi atención.

—Beatrice ¿Estas bien? ¿Te duele algo?

—Siento como si hubiese sido arrollada por el expreso de Hogwarts...

—Ven, te ayudaré a sentarte .—Con cuidado la tomé del brazo y la espalda, ayudando a que se irguiera y pudiese estar cómoda para lo que quería hacer—. Bien... espero que esto funcione... —Saqué mi varita nuevamente de la túnica y con voz clara, realizando el mismo movimiento que Madam Pomfrey me había enseñado en primer año, proclamé—. Reparifors.

Una suave luz violeta blanquecina salió de la punta de mi varita, llegando hasta el pecho de Beatrice. Apenas cesó, la observé por todos lados, esperando no encontrar algo malo ni en su anatomía, ni en su cabeza. Beatrice solo inhaló y exhaló.

—¿Estas bien? —pregunté con algo de temor.

—Mejor, bastante mejor.

Suspiré con pesadez, mis nervios y miedos habían terminado por aquel día.

—Vaya...—escuché a un sorprendido Charlie—. No había visto Reparifors desde que mamá curó a Bill después de que Fred y George inventaron su segundo hechizo, ¿Eres aprendiz de Madam Pomfrey? —negué con la cabeza, aún estaba procesando todo lo acontecido y el hecho de que aún no me iba de aquel horrible lugar—. Deberías pensártelo. No es fácil aprender magia sanadora.

—Yo...lo pensaré.

Beatrice se puso de pie sin mucho esfuerzo y aunque se tambaleó un poco, se recompuso con rapidez.

—Otra vez, gracias Torvus —me dirigí nuevamente al centauro, luego, con un poco de timidez, mire al pelirrojo— también a ti, Charlie.

Mis recuerdos se repetían constantemente en mi cabeza.

Después de aquello nos dirigimos sin demoras al castillo. Aún me costaba creer que nada que comprometiera la seguridad de todos sucediera en nuestro camino. Así, solo me bastó asegurarme de que Beatrice se encontraba realmente bien para desistir de visitar a Madam Pomfrey y dormir en paz.


Apenas si había escuchado el discurso final de Dumbledore para aquel año. Mi concentración estaba puesta en evitar –como todos aquellos días después del suceso en el bosque- mirar a cierto pelirrojo que se encontraba a unos metros más allá a lo largo de la mesa de Gryffindor.

—Lo supe en el bosque...—comentó Beatrice, tomando un bocado de puré de patatas dulce. La observé con curiosidad, sin entender a qué se refería exactamente—...te gusta él ¿verdad? —todas mis acciones se detuvieron, hasta mi respiración. No fue necesario que dijera su nombre, ambas sabíamos que se refería al Weasley pecoso—. ¡Lo sabía! Te dije que iba a averiguarlo en algún momento.

—No es cierto...

—Oh, vamos, Rose. Tu mirada te delata.

—¡Ni si quiera lo he visto!

—¡Ahí esta! —gritó con triunfo. Sentía que en cualquier momento todos se voltearían a vernos—. Lo haz soltado.

—Yo no...—la observé por unos segundos. Cuando su sonrisa lobuna no desapareció, supe que estaba perdida—No me gusta Beatrice, a penas si lo conozco.

—Dilo hasta que te lo creas, Rose. Dilo hasta que te lo creas.

Rose Grey y la historia perdida en el tiempo [#1] [Charlie Weasley x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora