SEPTIMO AÑO I

732 70 11
                                    

Septiembre, 1991

—Ronald Weasley —llamó la profesora McGonagall a la pequeña multitud de alumnos nuevos que habían llegado aquel año.

Percy, Fred, George e incluso yo, nos acomodamos en los asientos y sacamos la cabeza hacia arriba para poder observar mejor. Un pequeño pelirrojo se sentó en la silla de madera a la vez que la jefa de nuestra casa ponía en su cabeza aquel sombrero que ya conocíamos de memoria.

—¡Ja! Otro Weasley... ya sé que haré contigo...—dijo como si no hubiese sido necesario que Ron se sentara allí—. ¡Gryffindor!

Los tres Weasleys en la mesa, aplaudieron al instante. Fred y George recibieron a su hermanito menor con sonrisas y aplausos, mientras que Percy le deba unas pocas  palmaditas en la espalda.

Cuando vi a Ron, la última petición de Charlie se me vino a la cabeza.

—¿Puedes velar por mis hermanos luego de que me vaya? Se que pueden cuidarse solos, pero seguramente les hará falta una figura femenina que los guíe en algunas cosas. Siéntete libre de regañarlos si hacen alguna tontería.

—Si me odian, te culparé a ti —Charlie sonrió asintiendo—. Ron llegará pronto ¿Verdad?

—Así es. Es un poco distraído, pero es un buen chico. Seguramente se perderá bastante en las materias y estoy seguro que Percy no tendrá demasiada paciencia con el...¿Podrías...?

—Hey, tranquilo. Estará bien. Lo ayudaré en todo lo que pueda, a él y los demás.

Cuando el pequeño Weasley miró a sus hermanos gemelos, pude verlo con más detalle. Se parecía mucho más a Fred y a George que a Percy o Bill y definitivamente era mucho más delgado que Charlie. Tampoco tenía pecas o al menos, no demasiadas, pero sus ojos azules eran iguales a los de su hermano mayor y eso hizo que sonriera con nostalgia.

Solo deseaba poder ayudarlo, tal y como había prometido.

—Harry Potter —llamó esta vez la Profesora McGonagall y todo el gran comedor pareció quedar sin sonido.

Un muchacho delgaducho, de cabello negro y lentes redondos se sentó en la silla de madera que antes ocupaba Ron. El sombrero comenzó a murmurar cosas. Palabras que no alcanzaba a escuchar desde mi posición aún cuando todos se encontraban expectantes y en silencio.

No me sorprendía aquel comportamiento.

Había escuchado de Harry Potter muchas veces. Su historia era repetida una y otra vez en el mundo mágico como si fuese una especie de buena fortuna para los que la narraban. Todo era gracias a que se encontraba allí, respirando, con vida,  pues no cualquier persona podía decir que había sobrevivido a un ataque del Señor Tenebroso y vivir para contarlo. Excepto él.

Se esperaban grandes cosas de aquel niño y me daba un poco de lástima, pues desde aquel día en que su vida cambió por completo, poseía una presión invisible de la cual el no tendría idea. Realmente esperaba que el mundo no fuera tan duro con él.

—¡Gryffindor! —gritó el sombrero seleccionador y toda la mesa de los leones celebró como nunca en la vida.

Harry Potter, el niño que sobrevivió, era seleccionado a nuestra casa.

Percy era el prefecto de aquel año y se encargó de llevar a los niños a la sala común. Los demás podían quedarse en el gran salón a terminar su cena o simplemente volver a las habitaciones para descansar. Beatrice y yo nos quedamos en al inicio de las escaleras, para ver pasar a los pequeños y familiarizarnos con las caras nuevas.

—Así que ese es el pequeño hermano de Charlie —comentó ella cuando Ron pasó por nuestro lado sin prestarnos atención—. ¡Es una ternurita! Se parece mucho a sus hermanos ¿El es el más pequeño?

No pude responderle a Bea, pues Critt apareció a su lado, robando su atención. Antes de que yo misma pudiese saludar al ravenclaw, sentí como alguien me arrastraba, alejándome de ambos. Casi tropiezo con mis propios pies mientras intentaba ver el rostro de mi captor, aunque la melena negra con aquel mechón blanco fue suficiente para delatar al Slytherin que bien conocía.

—¿Qué crees que haces? —le pregunté intentando zafarme de su agarre.

El no se dio por vencido hasta que nos encontramos detrás de una estatua, escondidos como si hubiésemos cometido un delito y Filch nos estuviese buscando. Continuaba tomando mi muñeca y se negaba a soltarme.

—Me escucharás —ordenó el.

—No, adiós .—Intenté caminar lejos de el y su agarre lo impidió, volviendo a dejarme tras la estatua.

—De verdad, estoy harto de esto —dijo con cansancio.

—De verdad, si no te apartas, voy a gritar .—Una vez más, hice el intento de salir de el escondite, pero Brook puso sus manos en la estatua, dejándome encerrada entre esta y él—. Esto...—dije señalando con mi dedo su acción—...es una falta enorme a mi espacio personal.

—Si es la única manera en que me escuches, no me importa.

—En serio, Edevane, si no me dejas ir voy a gritar.

—Si gritas, te voy a besar.

Abrí la boca dispuesta a rebatir, hasta que mi mente proceso la frase que había soltado y me quedé sin argumentos.

—Deja de jugar. En serio, estoy cansada solo quiero ir a la cama y...

—No estoy jugando Grey —dijo interrumpiéndome. Me aventuré a mirarlo directamente a los ojos para ver si realmente estaba diciendo la verdad y me encontré con la mirada más seria que Brook alguna vez me había dado—. Me gustas .—Quería creer que era mentira, que solo estaba jugando. Pero Brook suspiró ampliamente y con fuerza, como si aquellas dos palabras las hubiese tenido atascadas en la garganta y no pude dudar—. No quería batirme en duelo contigo ese día. Como te dije Malcom y sus padres son los únicos familiares que me quedan. Aunque Malcom sea un idiota sus padres me han ayudado mucho y no podía pagarles de esa manera.

Sus palabras fueron apresuradas, incluso balbuceantes, como queriendo ser expulsadas pronto de su boca.

—Actuaste como un idiota de todas formas. Hay miles de otras maneras de detener algo y lanzar un hechizo aturdidor no es una de ellas.

—Lo sé y lo siento.

Medité un poco lo que me había revelado, y aunque sabía que estaba diciendo la verdad preferí esperar un poco antes de decirle que podía pensar en perdonarlo. Entre tanto, Brook me miraba con súplica, esperando que la respuesta que tenía para darle fuera la que seguramente el esperaba.

—Sigues siendo un idiota —aseguré sonriendo, esperando que entendiera que ya no había rencor.

—¿Todo bien entonces? —preguntó esperanzado. Yo me limité a asentir y transmitirle confianza con la mirada. El sonrió después de mucho tiempo y me observó con detenimiento. Bajó su mirada desde mis ojos hasta mis labios, manteniéndola allí. Me puse nerviosa con aquel tinte depredador en sus ojos—. Grey, me alegra que nos hayamos arreglado, pero si no te vas ahora voy a hacer algo con lo que quizás después si me quieras lanzar un hechizo aturdidor. 

No podía mentir diciendo que nos se me subió la sangre a las mejillas con su amenaza para nada inocente.Aún así, pasé por debajo de sus brazos que aún me tenían acorralada y me despedíde el moviendo mi mano. Prometiendo que nos veríamos luego y caminando conpasos rápidos a la sala común.



Un poquito de romance no le hace mal a nadie ¿No?

Rose Grey y la historia perdida en el tiempo [#1] [Charlie Weasley x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora