QUINTO AÑO II

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Enero, 1990

Las cosas con mis estudios cambiaron un poco luego de eso. Comencé a poner el doble de atención en clases y en nuestros ratos libres, Critt y Bea me ayudaban en mis asignaturas más débiles. Así, comenzaba a mejorar considerablemente.

—¿Sabes? —me preguntó Bea llamando mi atención del libro de transformaciones—. Critt, está diferente ¿No lo crees?

Observé a nuestro amigo, que en aquel instante se encontraba en la mesa de Ravenclaw, al lado de Travis Duncan, esperando su entrenamiento de aquel día y comiendo un sándwich de lo que parecía ser jalea y mantequilla de maní. Observé como le sonreía a Travis mientras comía, y la jalea resbalándose por la comisura de su boca.

Hice una mueca de asco antes de reír.

—Tu enamoramiento lo debe ver como un príncipe azul —le respondí.

—¡N-no es eso, tonta! —me reclamó con sus mejillas coloradas—. Solo que está más serio de lo normal. Luego de nuestras sesiones de estudio se va rápidamente, apenas si nos habla, y los fines de semana apenas podemos verlo medio día.

—Bueno, los partidos han estado bastante difíciles y sabes que su capitán es muy estricto con el equipo. Debe estar constantemente agotado.

—Lo sé, pero siento que hay algo más... además...

Se detuvo al ver como Critt se levantaba de la mesa, tomaba su escoba y nos sonreía saludando desde lejos, encaminándose hacia la práctica del equipo de Ravenclaw. Vimos como la muchacha, Brie, lo seguía de cerca. Sonriéndole con ternura y tocándole el brazo constantemente.

Volví mi mirada a Beatrice, quien tenía el semblante más que triste. Adiviné sin mucho esfuerzo lo que estaba pasando por su cabeza.

—Bea...

—¿Será eso? ¿Estará...saliendo con ella?

—Bea no creo que...

—¡Piénsalo, Rose! Es de su propia casa, debe ser muy inteligente y es guapísima. Con ese cabello castaño, piel de porcelana y ojos azules. Por eso el ya no nos hace caso. Por eso se va rápido cuando pasa el tiempo con nosotras.

Los seguimos con la mirada hasta que se dignaron a salir del gran comedor. Beatrice tenía una expresión de tristeza total en su rostro y odiaba verla así. Aunque ella lo pensara, yo no podía creer que Critt estuviera saliendo con Brie. Jamás había dado señales de que le gustara como algo más que una amiga y nunca nos había mencionado nada sobre ella que no fuese sobre los partidos o entrenamientos. No habían señales que dieran cuenta de ello.

—Tranquila —dije tomando su mano, intentando calmarla—. Estoy segura de que no es eso. Somos sus mejores amigas desde hace cinco años y confía en nosotras. Si fuese así, estoy segura de que seríamos las primeras en saberlo .—Sus ojos obtuvieron un poco más de brillo con mis palabras  y su tímida sonrisa hizo aparición, calmándome también a mi—. De todas formas, creo que deberías tomar medidas en el asunto —comenté soltándola y cruzando mis brazos.

—¿A que te refieres?

—Puede que Critt no esté con ella ahora, Bea. Pero nada te asegura que en algún momento alguien quiera conquistarlo —Beatrice entendió mis palabras y abrió los ojos con sorpresa, entendiendo la situación— ¿Quieres que eso suceda?

—C-claro que no —dijo alzando la voz y dándole un golpe a la mesa.

Vi como estudiantes de cursos menores nos miraban con extrañeza.

—Entonces, ve por ese Ravenclaw, amiga mía.

Miraba por la única ventana de la sala común como los copos de nieve caían con fuerza desde el cielo. Era una tarde demasiado fría aquel Viernes de mediados de Enero, por eso agradecía que el sofá junto a la chimenea hubiese estado libre en el momento en que Beatrice salió de la sala común en busca de Critt.

Me pidió una y otra vez que fuese con ella, a lo que me negué rotundamente. Si quería tener una cita, debía ir sola. De lo contrario, Critt creería que era una salida grupal.

Cuando sentí el retrato abrirse y divisé la figura de mi amiga entrando en la estancia, erguí mi cuerpo, atenta a ella. Caminó hacia a mi, se dejó caer en el sofá de mi lado y tapó su rostro en ambas manos.

—Fue un desastre —terminó por decir.

—¿Qué? —pregunté sin entender—. ¿Por qué?

—Aceptó.

Me quedé pasmada ante ella. Su respuesta era todo lo contrario a lo que esperaba, sobre todo porque su rostro era de una persona derrotada.

—¿Por qué eso sería un desastre? ¡Bea, eso es estupendo!

—Cree que es una salida entre los tres.

Eso cambiaba las cosas ¿Cómo era posible que mi amigo fuese tan estúpido para no darse cuenta? ¿Realmente el sombrero seleccionador lo habrá puesto en la casa correcta?

—¿No le has dicho lo contrario?

—¿Cómo querías que le dijera? —preguntó desesperada—. Tenía los nervios de punta. Apenas dijo que si, pensé que iba a explotar. Luego salió con ''Suena bien, necesito pasar un tiempo de calma con mis dos gryffindor favoritas. Será divertido'' —dijo imitando su voz.

Rayos, Critt.

Al día siguiente seguí a Beatrice hasta el patio de la entrada. La no cita con Critt comenzaría ahí, hasta trasladarse a Hogsmade. Beatrice se mostraba nerviosa, demasiado. Jugaba con el broche que se había puesto para amarrar su cabello y miraba sus manos repetidas veces.

Yo estaba escondida en uno de los pasillos exteriores, tras un pilar, esperando la aparición de Critt.

El plan era sencillo. Beatrice le diría que yo había pescado un resfriado y que no podría ir con ellos. Además de que mi deseo era probar las pastillas de limón de Hooneyduckes, y que necesitaba que las trajeran para mi. Nada podía salir mal.

Excepto por que Critt apareció con el uniforme de quidditch del equipo de Ravenclaw. Los vi conversar, bromear y reírse por unos minutos, antes de que Critt diera media vuelta y con un movimiento de manos se retirara del lugar. Vi a Beatrice cabizbaja y cuando noté que el idiota de mi amigo no iba a regresar, salí de mi escondite, corriendo a su lado.

—Dijo que tenía práctica de quidditch y había olvidado decirme...—me explicó cuando llegué con ella, alzando sus hombros como si no le importara.

No fue necesario decir más. Volvimos a la sala común y en nuestra habitación hablamos de todo y nada. Ella insistía en que todo estaba bien, pero no podía engañarnos. Incluso Finley, quien terminaba su merienda matutina, logró ver la tristeza de Beatrice y enseguida comenzó a hablar y contar anécdotas de su corta vida. La mayoría sin sentido.

Al menos había logrado alegrarla un poco y cuando la vi sonreír con franqueza, solo quise apretujar a ese tonto Jarvey que ya había ganado, hacía mucho tiempo mi aprecio.

Rose Grey y la historia perdida en el tiempo [#1] [Charlie Weasley x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora