SEXTO AÑO I

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Octubre, 1990

Era el día.

Beatrice estaba decidida a confesársele a Critt y nuestro plan estaba funcionando a la perfección. Ya se encontraban reunidos en el patio junto a otros chicos de las demás casas que también se dirigían aquel fin de semana a Hogsmeade.

Detrás de una de las estatuas que se encontraban cerca de la gran puerta, los observaba, segura de que en aquel momento mi queridísima amiga le informaba a Critt que me encontraba vomitando sin descanso en el baño de la sala común gracias al consumo de unas vencidas ranas de chocolate, y que no podría levantarme en quizás un par de horas o días. Me reía conmigo misma en silencio, viendo como Critt asentía, entendiendo la situación.

—¿No irás a Hogsmeade, Rose? —me preguntó una voz que bien conocía y me provocaba mariposas en el estómago.

Antes de que Critt y Bea escucharan, agarré a Charlie de su abrigo y lo jalé hacia mi posición. El Weasley trastabilló un poco, apoyándose pronto como pudo en la estatua que usaba de escondite y encontrando el equilibrio. Le hice callar y con mi dedo apunté a mis dos mejores amigos. 

—Están en una cita —susurré casi inaudiblemente—. No deben verme, ni escucharme.

Charlie se quedó en silencio, observando, igual que yo, como los dos se alejaban de nosotros lentamente hacia el camino que unía Hogwarts con el pueblito.

Me apresuré a salir de mi escondite, caminar hacia la puerta y esconderme de nuevo. Hice lo mismo en la fuente del patio, y otra vez en el puente que conectaba el colegio con los terrenos.

Escuché la risa de Charlie cuando ya estaba en el camino.

—Lo siento —se disculpó, quitando una lágrima de su ojo izquierdo—. Ya no podía aguantar más .—Lo observé con cara de malas pulgas—. ¿Te importa si me uno en tu aventura? Suena divertida.

—¿No tenías una cita con alguien más?

—Pues, se supone que iría junto a mis amigos, pero creo que se han adelantado. Supongo que nos encontraremos allá.

—En ese caso, esta bien —sonreí ante el pensamiento de que podríamos pasar un rato agradable juntos. Luego mis ojos cayeron en Critt y Bea, quienes se encontraban bastante lejos de nosotros—. ¡Vamos, Charlie! No podemos perderlos de vista.

Estuvimos a punto de hacerlo una vez que llegamos a Hogsmeade.

El pueblo estaba llenísimo hasta el último rincón, lo que hacía un poco difícil el caminar entre tanto gentío y a la vez seguir de cerca a mis amigos.

Continuamos espiándolos de lejos, hasta que entraron en la tienda de Madame Tudipié. Había escuchado que aquella tienda era típica para parejas y en el momento de la creación de nuestro plan, insistí a Beatrice para que entrara a aquella tienda con Critt. Todo salía bien, hasta el momento.

—De ahí no pueden salir si no es de novios —comentó Charlie con seguridad.

—No creo que Critt esté enterado de los sentimientos de Bea.

—No creo que ella esté enterada de los sentimientos de Critt.

Me quedé unos segundos más observando el ventanal de la tienda de té antes de caer en cuenta de lo que Charlie estaba diciendo.

—¿Cómo sabrías que...?

Charlie volteó a mirarme. Sonrió de lado, mostrando el hoyuelo que se le hacía en la mejilla izquierda. Me puse nerviosa instantáneamente.

—El quidditch es más que un simple juego. Une a las personas de diferentes formas —aseguró—. Se dan conversaciones y confesiones interesantes también.

—¿No debería haber una regla de confidencialidad?

—Eres su amiga, deberías saberlo ya.

—Pues no lo sé. Critt es bastante reservado —confesé—. Me sorprende que hayas sido tu su confidente para esto .—Observé nuevamente a mis amigos, viendo desde nuestra banqueta como Bea se sonrojaba y reía con nerviosismo—. Jamás me habría imaginado que Critt tuviera sentimientos por ella .—Mis pensamientos se detuvieron ahí, cambiando por completo y preocupándome enseguida—. ¿Los tiene verdad? ¿Por Beatrice?

—Calma y espera. Solo es cuestión de tiempo para...

La oración de Charlie quedó en el aire. Sus ojos que antes me miraban con tranquilidad, ahora irradiaban sorpresa y confusión, mirando hacia un punto específico a mi espalda.

—¿Charlie?

—Esos dos...

Charlie se levantó bruscamente de la banqueta y corrió hacia uno de los locales. Me levanté al igual que el y eché un rápido vistazo a la tienda de té, debatiéndome si quedarme a vigilar a mis amigos o echar a correr junto a él para ayudar si tenía problemas. Opté por lo último, alcanzándolo a duras penas y viendo como se metía a la tienda de bromas de Zonko.

Continué mis pasos rápidos, hasta que la alta y delgada figura de la profesora McGonagall interrumpió mi camino. Frené en seco, aterrizando en el piso con mi trasero.

—Señorita Grey —me llamó sorprendida—. ¿Esta bien? —preguntó a la vez, ayudándome a ponerme de pie—. No debe correr tan despavorida.

Venía acompañada de una señora guapa, de cabellos ondulados, rubios, ojos grandes y labios pintados.

—Lo siento, profesora. Yo perseguía a...—En ese momento justo detrás de la profesora McGonagall, vi como Charlie salía de la tienda con dos chicos, pelirrojos igual que Charlie y totalmente iguales. Gemelos. Charlie los reprendió hasta que dio cuenta en mi presencia y en quién se encontraba conmigo.

—¿A...? —insistió McGonagall.

—A... —Yo seguía viendo cómo Charlie intentaba decirme algo mientras mantenía tomados a los gemelos. La profesora McGonagall hizo el ademán de girarse para observar lo que yo veía—¡Ah! —grité, teniendo de nuevo su atención—. A... un muchacho que robó mis compras.

En el momento en que la Profesora McGonagall puso toda su atención en mi, Charlie actuó con rapidez, sacando a los gemelos del radar de la jefa de nuestra casa y escapando con ellos hacia Hooneyduckes.

—Oh estos niños de ahora, no tienen respeto por nada —comentó su acompañante, observando hacia donde mis ojos apuntaban. Afortunadamente, Charlie ya había desaparecido—. Hace no más de una semana, le robaron un barril de cerveza de mantequilla a nuestro proveedor ¡No eran más que chiquillos!

—Los tiempos cambian, Rosmerta querida. A veces para bien, otras para mal —comentó McGonagall, relajándose un poco y saliendo de su faceta de profesora, solo por unos segundos—. En cuanto a usted, Señorita Grey. Procure nunca andar sola. Debe cuidarse.

—Sí profesora. Iré en busca de mis amigos.

—Cuando estés en problemas, pásate por Las Tres Escobas, linda —me invitó la tal Rosmerta—. Nadie te hará daño allí, me ocuparé de darles una buena lección.

—Muchas gracias, Señorita Rosmerta.

Me despedí de ambas y me dirigí hacia Hooneyduckes, esperando encontrar a Charlie. El ventanal no era muy grande, pero si lo suficiente como para darme cuenta que ni el ni los gemelos se encontraban ya allí.

De vuelta en la tienda de Madam Tudipié, llegué a tiempo para ver como Critt y Bea salían tomados de las manos. Grité con alegría al verlos juntos, llevándome una mirada de sorpresa de Critt y un rostro totalmente sonrojado de Beatrice.

Todo había salido de maravilla.

Rose Grey y la historia perdida en el tiempo [#1] [Charlie Weasley x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora