Septiembre, 1985
Mamá no había sido una Ravenclaw o Papá un Slytherin. No tenía tíos que hubiesen sido de Gryffindor o algún primo Hufflepuff. Nadie en mi familia había asistido a Hogwarts o a alguna escuela de magia si quiera. La razón era sencilla, eran lo que los magos llamaban, muggles.
No estaba tan ajena a las cosas que sucedían en el mundo mágico.
Apenas mi carta había llegado a casa, junto con la visita del mismísimo director Albus Dumbledore para darnos toda la información necesaria de mi aceptación en la escuela, me había encargado de averiguar todo lo que pudiese sobre aquel mundo desconocido.
Desde cosas tan básicas como la conjuración de hechizos hasta la historia de los magos oscuros provocadores de guerras mágicas por la diferencia de ideales y su increíble poder.
También me encargué de intentar memorizar la historia de Hogwarts y temía un poco por lo que venía por delante. Después de todo, el mago más perverso de todos los tiempos, había estado en contra de los de mi clase, los hijos de muggles. Creencia no solo la habían adoptado los mortífagos, sino las mismas familias de sangre pura que deseaban mantener el linaje como tal.
No creí lo que estaba sucediendo, ni cuando pasamos el terrorífico muro solido de ladrillos ni cuando me despedí de mamá y papá en la plataforma 9 y ¾ para luego subir al expreso de Hogwarts. Solo cuando la vista del castillo en la comodidad de los botes hizo que sonriera sin poder evitarlo, me di cuenta que mi vida podría cambiar.
Los cuentos de hadas llenos de magia que creía ser solo historias de fantasía eran realidad, o al menos tenían un poco de realidad, pues la magia estaba ahí, frente a mi.
Al entrar por las puertas gigantescas comenzó un dolor de estomago que yo conocía bastante bien. No había comido nada en casa antes de llegar a la plataforma y tampoco había accedido a comprar alguna golosina en el carrito del tren. Sin embargo, no era hambre lo que tenía, o no del todo. Eran los nervios.
Todo parecía irreal. Los profesores con sus atuendos coloridos y extraños, el director de larga y blanca barba que nos observaba con orgullo, las mesas largas llenas de alumnos siguiendo nuestros pasos con sus ojos, los colores emblemáticos de cada casa, el techo encantado con velas flotantes encendidas e incluso el señor gigante y barbudo que se había encargado de llevarnos hacia allí.
Mi aturdimiento duró hasta que una mujer de largas ropas pronunció mi nombre con un sombrero puntiagudo café en sus manos. En aquel momento supe que debía pasar a delante, donde una silla de madera esperaba por mi.
El sombrero cayó en mi cabeza y di un pequeño brinco cuando escuché una voz salir de él.
—Mmm, si... eso es...exacto...no hay duda, el valor que tienes te ayudará a enfrentar la dureza de tu destino...
—¿La dureza...destino? —pregunté en un susurro.
—¡GRYFFINDOR! —gritó sin más.
Aún confundida por las palabras del sombrero sonreí cuando llegue a la mesa, mis futuros compañeros saludaban con alegría y aplaudían con fervor. Así fue de igual manera para los próximos, hasta que todo el grupo de nuevos estudiantes fue puesto en su casa correspondiente.
Un hombre casi transparente apareció al lado de uno de los chicos de mi año, asustándolo por la sorpresa de su aparición. Se presentó como Sir Nicholas y nos dio una amable bienvenida a la casa de Gryffindor.
—He escuchado que le dicen Nick casi decapitado —me susurró la chica que se encontraba a mi lado, después que Sir Nicholas se había retirado con los otros fantasmas. La chica tenía el cabello rubio como el oro, y unos ojos verdes brillantes. Era nueva, igual que yo.
—También yo—respondí intentando entablar una conversación. No quería desperdiciar la instancia de hacer una nueva amiga—. Aunque creo que no sería educado llamarlo de tal manera.
—Estoy de acuerdo contigo —la chica extendió su mano hacia mi—. Me llamo Beatrice Johnson.
—Rose Grey.
Comí del banquete hasta que mi estómago no aguantó otra gota de jugo de calabaza. Mis ojos comenzaban a picar cuando el director nos dirigió unas últimas palabras antes de irnos a dormir.
Angelina Cole, nuestra prefecta, nos guió por los pasillos hasta llegar al cuadro de una mujer regordeta, vestida de época victoriana. Como todos los cuadros del castillo que había logrado ver en el camino, esta se movía y hablaba.
Angelina dictó unas palabras que no pude entender y vimos como el cuadro se retiraba hacia atrás, como si fuera una puerta. Ante nuestros ojos, se presentó lo que era la sala común de Gryffindor, decorada casi por completo de colores rojos oscuros y dorado, y demasiado acogedora y cálida para ser una simple sala común.
Después de darnos las indicaciones de los dormitorios, los horarios y algunas reglas que debíamos seguir al pie de la letra, Angelina nos deseo buena suerte en nuestro primer año, destacando que no nos metiéramos en problemas y que hiciéramos todo para conseguir ser la mejor casa de la escuela.
Tuve la suerte de que Beatrice fuera mi compañera de habitación, por lo que pasamos un par de horas hablando de nuestras vidas antes de que el sueño nos dominara por completo.
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Rose Grey y la historia perdida en el tiempo [#1] [Charlie Weasley x Oc]
FanfictionRose es hija de muggles. Algo no precisamente bueno en el mundo mágico... [CHARLIE WEASLEY X OC] Escrita entre los años 1985 y 1992. Basada en el mundo de HARRY POTTER creado por J.K.ROWLING. Basada en el juego móvil HOGWARTS MYSTERY creado por JAM...