SEGUNDO AÑO III

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Febrero, 1987

Los pastelillos de fresa de Clem habían sido los mejores que había probado en mi corta vida.

Después de aquel día nos malcrió constantemente con diferentes tipos de dulces hechos a mano. Al principio Beatrice y yo estábamos más que encantadas con todos los manjares que nos preparaba. Hasta a Critt le tocaba de vez en cuando alguna de sus delicias.

Sin embargo, pasadas las semanas, nos dimos cuenta que Clem no pensaba en detenerse en algún momento y aunque estábamos encantados, hablamos con ella para que no lo hiciera de manera tan seguida por dos sencillas razones.

Primero, podían descubrirla, y aunque no nos imaginábamos a Dumbledore enojado por que una elfa domestica nos diera bocadillos, preferíamos no arriesgarla. Y segundo pero no menos importante, si seguíamos así probablemente terminaríamos el año rodando hacia el expreso de hogwarts.

Independiente a todo, aquellos pastelillos de fresa eran definitivamente mi perdición y la elfa lo sabía perfectamente, pues no por nada ese día había aparecido mágicamente una ración junto a mi jugo de calabaza después del almuerzo.

Le agradecí con la mirada a Clem a la vez que ella desaparecía dirigiéndose a las cocinas.

Mi almuerzo estaba tranquilo hasta que sentí que alguien me observaba. Beatrice se la había pasado reprendiéndome por leer el libro de pociones y estuvo en más de una ocasión cerca de usar incendio para detenerme de alguna manera, pero ella se encontraba felizmente hablando con Critt –el cual pasaba cada vez más tiempo en la mesa de Gryffindor que de Ravenclaw- quien comía con ganas su puré de patatas.

Mi mirada cayó en una mesa más allá donde un par de ojos oscuros me observaban con seriedad y atención.

Me había encontrado un par de veces con el tal Malcom, quien no había perdido la oportunidad en amenazarme con que algún día pagaría por haberlo insultado. Hasta el momento lo único que hacía era mirarme con odio, un odio profundo, no como el que ahora me observaba con atención.

No había visto al chico Edevane desde el incidente de Clim , pero ahí estaba ahora, concentrado en hacerme sentir intimidada y con escalofríos.

Instantáneamente miré hacia otro lado, mostrándole que me importaba un pepino que me odiara y esperaba que le llegara la indirecta que poco me importaba su existencia. En cambio, me concentré en Beatrice y en Critt, intentando conectar con el tema de conversación.

Aquel año, para mala suerte mía, compartíamos tres de siete clases con la casa de las serpientes y tenía que sufrir constantemente de las miradas de odio de los dos chicos Slytherin. No era como si pasaran desapercibido, pues aunque les hacia frente, de igual manera temía que algún día la amenaza de Malcom se hiciera realidad y que su venganza no fuera sutil. Por lo que cada clase salía con Beatrice despavorida hacia donde sea que fuese con tal de no toparnos con el par. Excepto aquel día.

Beatrice no había ido a clases por un constante dolor de cabeza que le había molestado desde aquella mañana y se había negado a asistir a clases durante todo el día.

Fue en el momento en que estaba a punto de cruzar el umbral que conectaba los pasillos después de la ultima clase del día cuando el chico Edevane me bloqueó la salida. Me moví al lado libre, intentando pasar, mas Edevane hizo la misma acción, evitando de cualquier forma mi salida. 

—Disculpa, necesito pasar...

—Grey ¿Verdad? —lo observé, sin responder—. ¿Crees que saldrás victoriosa después de lo que Malcom te dijo? —no respondí otra vez. Me limité a observarlo y a tensar mis labios—. ¿Eres muda?

—¿Puedes dejarme pasar? No quiero problemas ni contigo, ni con él, ni nadie.

—Pues creo que ya es muy tarde, Malcom te tiene entre ceja y ceja, no dudará en atacarte cuando tenga la oportunidad.

—¿Se supone que me estas ayudando con esta advertencia?

—No confundas las cosas —dijo mas serio y acercándose un poco a mi espacio personal—. No me interesa tu bien estar. Malcom es mi primo y si el idiota se mete en problemas, también yo.  Solo espero que captes la indirecta y te quites de nuestro camino.

—No puedo quedarme parada viendo como cometen injusticias.

—Oh vamos, habló la defensora de los...

Edevane no terminó su oración. En cambio observó con los ojos muy abiertos algo tras de mi. Si era un profesor, sería muy útil en aquel instante para sacarme al Slytherin de encima y por fin tener un poco de paz, no obstante, al darme vuelta, me encontré con el pasillo vacío.

Volví la mirada hacia Edevane, sus ojos, su expresión, sus labios abiertos y la frente sudada, todo reflejaba miedo.

Miré nuevamente atrás, pensando que quizás no había puesto demasiado detalle en lo que Edevane veía, mas nada llamaba mi atención; hasta que lo vi.

Una figura, negra y alargada caminaba con lentitud hacia nosotros. Parecía un hombre con túnica oscura y un puntiagudo sombrero del mismo color.

—N-no ¡No! —gritó Edevane al hombre—. ¡Aléjate! .—Pero el hombre no detenía sus pasos—. ¡Aléjate de mi!

Edevane comenzó a correr, tropezando con sus pies y abandonándome a mi suerte con el espeluznante hombre. Me di la vuelta para encararlo de alguna manera, recordando los hechizos que tanto había leído y algunos practicado. Saqué mi varita, apuntándolo.

El hombre detuvo su caminar, y en los siguientes segundos su cuerpo ya no tenía forma, se removió en el lugar, como si quisiera transformarse en algo más, para finalmente desaparecer.

Apoyé mi brazo en el muro cuando me vi sola en el largo pasillo y suspiré, relajándome. Estaba a punto de guardar mi varita para poder largarme del lugar, cuando al darme vuelta sentí un escalofrío en mi espalda.

Voltee lentamente, con cuidado y apretando la varita que ahora tenía cerca del pecho. Frente a mi, me encontré con una sombra oscura que se extendía desde la puerta entreabierta que se lograba ver al final del pasillo hasta el techo. 

La sombra comenzó a extenderse por todo el lugar, escondiendo las paredes y las luces de las antorchas. La oscuridad comenzaba a apoderarse de mi alrededor, y yo no podía estar más asustada.

Alce mi varita, y con voz débil y temblorosa pronuncie los únicos hechizos que lograron cruzar por mi cabeza.

—In-incendio —las pocas llamas que salieron de la varita rápidamente se desvanecieron en la oscuridad—. Lum..os.. ¡Lumos! —grité con desesperación, y aunque la luz titilaba en la punta de la varita, la oscuridad seguía avanzando, cada vez más cerca de mi.

Me rendí, aterrada, y antes de poder presenciar como el pasillo desaparecía en tinieblas y me consumiera junto a él, corrí todo lo que mis pies podían.

Mi cuerpo se tambaleó cuando choque bruscamente con algo, o más bien alguien. Con la poca atención que me quedaba logré caer de buena manera antes de hacerme algún daño mas grave. Enseguida sentí como la persona se acercaba a mi.

—¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? —preguntó con preocupación una voz dulce y masculina.

La luz de la antorcha nome dejaba ver bien su rostro, pero el color pelirrojo de su cabello se hizofamiliar en mis recuerdos.

Rose Grey y la historia perdida en el tiempo [#1] [Charlie Weasley x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora