(T/N) es una bella joven de primero que siempre ha disfrutado y amado el volley, sin embargo, gracias a su estatura siempre fue menospreciada en este deporte, al punto de ser rechazada por muchachos de su misma edad e inlusive su misma familia que...
Corrí por los pasillos a todo lo que daban mis piernas, intenté no entrar en pánico, pues perderme es lo último que necesitaba. De esta forma conseguí llegar a los baños, entré en la primera puerta que vi sin estar del todo segura si era el lavabo de chicos o chicas. Una vez dentro me encerré en un cubículo.
—Todo está bien, todo está bien.— Intenté calmarme, algo se podía hacer aún, ¿no?
—¿Haru?.— La voz de Takeda-sensei llenó el lugar.— ¿Estás aquí verdad? Estoy seguro de haberte visto entrar.– Se oía agitado dando a conocer que había corrido para alcanzarme, no pude evitar olvidarme por un momento de mi pequeño -gran- problema y sentirme culpable.
—Sensei, aquí estoy…— Di a conocer con el tono de voz más bajo que nunca.
—Por Dios Daigo-Kun, ¿te encuentras bien? ¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo?.— Habló atropellando sus propias palabras, su dedicación me dió ternura.— ¿Qué sucede?
Bien, necesito inventar algo pronto. Ah, acabo de recordar que soy la peor mentirosa de la historia, solo me queda confiar que la pureza de este hombre le hará creerme.
—Pues…— Aún no se me ocurría nada.— Yo…yo…eh.– ¡Piensa en algo de una vez (T/N)!.— Tengo diarrea.— Grandioso.
—Oh.
Si no hubiese estado en la situación en la que me encontraba probablemente hubiese reído con ganas, pero aún tenía que ocuparme de mis copa D.
—¿Tienes suficiente papel higiénico?.— Agregó al cabo de unos segundos.
—S-sí.– Pude tartamudear.
—Bien, tómate tu tiempo, le diré a lo chicos que estás algo indispuesto para que ya no se preocupen.— Dijo por fin más calmado.— Hasta Tsukishima-kun se veía afectado.— Eso si me impresionó un poco, es decir, éramos amigos de la infancia, pero por supuesto él no estaba al tanto en esta situación.— Te dejo tranquilo.— Lo oí salir.
Suspiré aliviada. Bien, ahora necesitaba hacer un esquema mental. Me encuentro en el cubículo del baño de hombres al parecer, en una preparatoria desconocida para mí, sin nadie con quien contar, con el uniforme deportivo de entrenamiento y con un par de cosas que sin dudas van a notar. Estoy jodida.
Me recosté contra una de las paredes pensando en un plan. Tal vez podría fingir mi muerte. Hasta ahora era mi única opción, sin embargo la descarté al notar que no es como si la popó de mi supuesta "diarrea" fuera a atacarme hasta la muerte. Pasé al plan B, salir e ir a comprar vendas nuevas… no funcionaría por dos razones; no tengo dinero, ni conozco la zona.
—Ahh, ¿qué hago?.— No tenía salida alguna.— ¡No tiene caso!.— Salí del cubículo para acercarme al largo espejo y analizar mi apariencia, en serio no había forma de ocultarlas.
—Wow.— Una voz femenina a mis espaldas me sobresaltó, a través del reflejo observé como la chica pelirroja de hace un rato acababa de salir de otro cubículo.
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