Primera Opción

Capitulo 19

Hermione había despertado, se sentó en la cama rápidamente y Tobías apareció a su lado, sonriéndole con lágrimas a lo ojos, y lo abrazó, como si la vida se le escapara de los dedos.
La apuesta se abrió y vio a todos sus amigos, la veían feliz.
Pero alguien los aparato, severus.
Se observaron y todo desapareció, sus amigos.
Tobías veía todo con grandeza, esperando con ansias.

-Crei que te perdía.-hablo el primero, sus ojos estaban cristalizados y como nunca antes, tenía una sonrisa en su rostro.

-Siempre volveré a ti.- Hermione abrió los brazos y como un niño él se lanzó.

Se arrodilló en el piso y la abrazó de la cintura, estaba llorando.
Hermione sabía lo que pasaba, podía ver los cambios en él y sabía lo que él era.
Y lo consoló, lo consoló de él mismo, sus prejuicios y de su amargura, sabía su miedo a perderla y lo comprendía, pero jamás entendería que el problema no importaba mientras que el resultado fuera el, siempre el.
Sobo su espalda, harry se había llevado a Tobías y les habían dado privacidad.
Tomó su rostro entre sus manos y lo observó.
A sus ojos el era precioso, observó sus mejillas llanas de lágrimas y las limpio, observó sus ojos pecadores y se perdió en ellos.
En sus pecados, por que lo amaba, lo amaba tanto que dolía.
Beso su frente, en total devoción a él.
Y subió a la cama y se acostó a su lado, recostó su cabeza en su pecho y supo con toda sinceridad que jamás había estado más cómodo.
Escuchaba su corazón latir, y amo su sonido, cada latido era un té amo, por él y para él.

Pasaron la tarde en esa habitación, mimándose, ella acariciando su cabello y él tocando su cintura.
Cuando la noche llegó nadie se percató, la habitación estaba oscura, no se veían, pero sabían que estaban ahí.
Por que no hace falta ver para sentir.
Y supieron que estarían ahí para toda la vida, que jamás se alejarían y que pagarían él precio, los dos, juntos.

Severus se levantó de ella, su respiración era tranquila, con un hechizo no verbal hizo aparecer el anillo de su familia.
Era de oro puro, con un diamante de polvo de hada en el centro, que leía a la persona, sus emociones, cambiando de color de acuerdo a ella.
Hermione no miraba nada, pero podía sentirlo, se hizo una realidad cuando lo sintió arrodillarse ante ella.

-Cásate conmigo, nadie te adorará como yo, nadie te tendrá tanta devoción como yo, nadie te amará jamás como yo.

Tomó sus pies y los besó, sus labios estaban fríos, no era una pregunta, era una confesión.
Un secreto a voces.

-Acepto, resbala el aniño en mi dedo.

Ordenó, por que ella era su dios, y él era su pecador, tan entregado y tan devoto.

El anillo resbaló, ni siquiera se tomó el tiempo de observarlo en su mano, se tiró a él, besándolo y aceptándolo con agrado, sentían la magia al rededor suyo, aparentándolos, pegándolos como si la vida acabara, la magia era caliente y espesa, era magia de unión.
Tenía un color plateado, con fragmentos multicolor y la habitación se iluminó.
Se llenó de luz con ellos, pero no abrieron los ojos, no era necesario.
Dos nutrías bailaban a su alrededor, jugando entre ellas y coqueteando.
El siervo de severus había quedado sepultado como su amargura.
Y una nutria feliz y juguetona lo había remplazado.

Cuando termino el beso, sabían que eran marido y mujer.
Severus ayudó a Hermione a levantarse y la cargó en brazos, llevó al tocador, abrió la bañera se metió con ella, no importaba su ropa, solo quería consentirla.

La baño como si fuera una niña, sin morbo, solo con infinito amor.
Y la vistió, besando todo su cuerpo y amándola, ahora era su esposa.
Y juntos caminaron hacia la puerta, la abrieron sin temor alguno, y como si sus huéspedes supieran todo el plan, estaban vestidos formales, con cara de felicidad y lágrimas de felicidad en el rostro, la casa estaba decorada y Tobías tenía una pequeña corona de flores, llegó con paso tambaleante pero seguro hasta ellos y los abrazó a ambos.

- Mami papi.

No necesitaban más palabras y festejaron, comieron y rieron, todos celebraban su nueva unión, Severus y Hermione se lanzaban miradas fugases, encontrándose en cada una de ellas.
La guerra había sido vencida, no había más peligro, ni amenaza, ahora eran marido y mujer, ahora serían una familia y merlin sabía lo que llegaría después.