El reloj marcaba las cinco de la tarde, los chicos habían cruzado la puerta hacía no más de quince minutos. No habían llegado en toda la noche y era un jueves. Pero por supuesto, los días restringían a Marie cuando estaba en la escuela, ellos no se preocupaban por eso.
La chica se encontraba comiendo un emparedado cuando Dave entró en la cocina; apestaba a alcohol, obviamente tenía resaca y parecía que no había dormido.
—¿Qué mierda te pasa? —soltó Marie sin siquiera pensar. Dave le miró contrariado.
—¿Eh? —soltó.
—¿Por qué dices que vas a pasar por mí y no lo haces? —dijo molesta— Pudiste haber dicho que no desde un principio.
—Ah, eso —dejó de mirarla y siguió su camino al refrigerador—. ¿Cómo volviste?
—¿Te importa? —entrecerró los ojos— Ni siquiera sé los nombres de las putas calles...
—¿Por qué mierda estás hablando así? Y deja de gritarme —Dave le miró enojado— Ese no es mi problema, tú decidiste venir aquí..
—Todo lo que estoy diciendo es que al menos pudiste decirme que no ibas a ir y darme las malditas indicaciones.
—No, todo lo que haces es llorar, como siempre lo has hecho —levantó la voz—. Adivina qué, no soy papá y no te voy a cumplir cada capricho. Querías quedarte sola, no empieces a quejarte ahora.
—¿Soy yo la que llora? —dijo burlona.
—Cierra la boca, deja de molestar.
La garganta de Marie dolió con todas las palabras que no se permitió soltar. La sangre en sus venas hirviendo hacía que una comezón bajo la piel la tuviera inquieta. Dave tomó cualquier cosa y regresó a su habitación.
No le gustaba quedarse ahí, no había nada qué hacer; la única televisión que había en la casa estaba en la sala y todavía no tenía la mayoría de sus cosas. No quería volver a encerrarse en su habitación. La única ventana que tenía era pequeña, estaba clavada sin poder abrirse y seguramente no podría ver nada más que los patios traseros de los vecinos.
■■■
—No es justo, siempre haces esto —lloriqueó Maria. Sebastian la miró aburrido, estaba sentado en el asiento del piloto mientras ella estaba al lado.
Apenas había dormido, era muy obvio que había estado de fiesta y eso aumentaba las quejas de su novia.
Por alguna razón, él y Scotti nunca tenían resaca, pero creía que los dolores de cabeza que le daban escuchando a Maria enojada y hablando sin parar, eran muy similares a lo que sus amigos experimentaban esa tarde. Después de tocar la noche anterior habían bebido hasta el amanecer y para el mediodía habían despertado en una casa que Sebastian ni siquiera sabía de quién era. Por eso se había perdido el almuerzo con los padres de su novia.
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Sweet Little Sister | Sebastian Bach
FanfictionSebastian conoce a una imprudente y peligrosamente estúpida adolescente que no puede aprender a quedarse quieta. "No tenía problemas mentales, no estaba triste, no tenía problemas en su familia ni fuera de ella. Ella hacía lo que hacía porque le dab...