13

341 30 17
                                    

Los ojos de Marie se abrieron poco a poco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los ojos de Marie se abrieron poco a poco. Tenía el cabello sobre el rostro y cuando quiso moverse, notó que estaba aprisionada. Giró un poco el rostro y se encontró con el de Sebastian, cubierto también por su rubio cabello.

Se movió un poco. Probablemente había dormido en la misma posición todo el día, pues cuando ambos decidieron parar ya eran cerca de las cuatro de la mañana y al menos ella estaba agotada. Ante el movimiento, el brazo de Sebastian se movió de su cintura hacia arriba, quedando sobre su pecho desnudo.

—Sólo necesitas apretar si quieres convencerme en verdad de que no estás dormido —ella dijo con diversión.

A través de la cortina de cabello rubio, logró ver una sonrisa y poco después escuchó su leve reír. Levantó su brazo y se giró, mirando hacia arriba tal como ella hacía.

—¿A qué hora despertaste?

La chica sentía algo en las mejillas, como si estas se estiraran y quisieran obligarla a formar una sonrisa. Aquello era totalmente nuevo para ella, no podía recordar haber dormido con alguien, ni siquiera en su primera vez. Lo extraño, era que no se sentía extraño.

—Como... Hace dos horas —confesó Sebastian como si nada. Ella le miró incrédula—. ¿Qué? ¿Realmente puedes culparme por no querer moverme?

En cambio, para el rubio aquello no era ajeno. Había despertado junto a muchas chicas, lo diferente esta vez era que no quiso salir corriendo tan pronto como abrió los ojos. Y que se tratara de su habitación y su casa no tenía nada qué ver, porque eso nunca antes lo había detenido. Sus compañeros incluso lo consideraban un poco imbécil cuando hacía algo como eso, pero no se entrometían porque cada uno tenía sus propias maneras con las chicas.

—Idiota —rio ella, a su vez sintiendo algo de calor en el rostro.

Sin girar el rostro por completo, observó que Sebastian seguía mirando sus senos con disimulo, o al menos intentaba que fuera de esa forma pero ella lo había notado. Intento cubrirse con la sábana, pero incluso a través de esa tela, él podría verlos, así que simplemente decidió incorporarse.

—¿Cuándo los conseguiste? —Sebastian preguntó, volviendo a mirar.

—No sé... Creo que cuando llegué a los trece se pusieron así —respondió con desdén. Al escucharlo reír, ella sonrió—. Oh, hablas de las perforaciones.

—Sí.

—Hace un año y medio. Se ven lindas, ¿no?

—Eso pensé —el rubio también sonrió.

—¿No tienes hambre? —se quejó mientras se levantaba para vestirse.

—Sí. Iba a hacer algo pero los chicos ya están despiertos y... —definitivamente no hacía un buen trabajo siendo discreto, porque no le importaba mucho serlo.

Sweet Little Sister | Sebastian BachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora