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El camino de regreso a la casa había sido mucho mejor para Sebastian que cuando se había ido

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El camino de regreso a la casa había sido mucho mejor para Sebastian que cuando se había ido. Fue a pasar un rato con un amigo y después llamó a una chica que no conocía hacía más de cuatro días, pero que era una tonta muriéndose por acostarse con él y eso era lo que a él le importaba.

Hacer eso era todo lo que podía alejar su mente de la hermana de su compañero, pero en el instante en que llegó a la casa, volvió a su martirio.

—¿De quién es el auto azul? —preguntó a Rachel en cuanto lo vio en la sala.

—Del rubiecito.

Se refería al guardia del supermercado. Marie tenía unos días saliendo con él, pero esa era la primera vez que lo llevaba a la casa.

—¿Están en su habitación? —preguntó Baz, a lo que Rachel asintió— ¿Y Snake?

—Se fue. Marie también me preguntó dónde estaba, supongo que por eso lo trajo —el bajista tenía un tono extraño y el rubio no iba a decir nada hasta que él mismo volvió a hablar—. Viejo, necesito decirte algo.

—¿Qué?

—Promete que no le dirás a Snake.

Eso fue suficiente para que Sebastian entendiera el rumbo de la conversación.

—Hecho —se encogió de hombros.

Rachel caminó hasta el pasillo para asegurarse que ellos no estuvieran ahí o en la cocina. El silencio le ayudó a escuchar sus risas en la habitación de la chica y se sintió más tranquilo para hablar con Sebastian.

—¿Creerías si te digo que Marie me besó? —soltó.

El rubio esperaba algo mucho peor.

—Sí.

—Bien. ¿Y me creerías si te digo que se me insinuó?

No, por supuesto que no. Rachel era capaz de rayar lo ridículo por acostarse con quien quería y siempre andaba tras muchas chicas, listo para persuadir a aquella que no estuviera segura. También era obvio que como todos ellos, había pensado en Marie de una forma bastante indecente. Pero de nuevo, recordaba de quién estaban hablando y lo que ahora sabía de ella.

—Sí. ¿Lo hizo?

—Baz, nunca creí tener tanta fuerza de voluntad —gimoteó—. Ella quería y yo más... Y mierda, Snake es como mi hermano.

Sintió alivio.

—¡Pero no puedes decirle de todos modos! ¡Me mataría!

Fueron hasta su habitación a fumar y beber, pero principalmente, Sebastian quería contarle sin que ella escuchara. Le dijo todo lo que Axl le había contado y había omitido lo que sea que hubiera pasado con Rob. Minutos después de decirle, se preguntaba si había sido un error pero no importaba, estaban atados y Sebastian no había hecho nada malo, además de ser jodidamente curioso.

Sweet Little Sister | Sebastian BachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora