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Erick estaba mirando su reflejo frente al espejo, acariciando suavemente su labio partido para luego rozar su ojo morado, haciendo una mueca de dolor.

Desvió la vista, conteniendo las ganas de llorar.

Ericksito, ¿por qué tienes este feo moretón?

—Me peleé con unos niños, Yane.

—¡Pero bebé! —Yanelis sonrió suavemente, acariciándole las mejillas, para luego besarle la frente —. No deberías pelear con nadie, Erick. Tienes que sonreírle siempre a todo el mundo.

—¿Aunque sea un mal día, Yane?

—Aunque sea un mal día. ¿Acaso no sabes que sonreír cuando estás triste es de valientes?

—¡Yo quiero ser valiente, Yane!

Trató de sonreírle a su reflejo, pero no logró hacerlo, sólo una débil mueca de dolor se formó en su rostro.

Limpió las lágrimas que caían por su mejilla, saliendo del baño.

Cuando entró al cuarto, se encontró con Christopher esperándolo.

Ver a su exnovio hizo que algo dentro de él doliera como si le estuvieran enterrando un puñal en todo el cuerpo. En especial cuando chocó con los fríos ojos de Christopher, que no demostraban nada más que indiferencia.

Pero, acaso, ¿merecía algo más luego de tratarlo como lo hizo?

Quiéreme, quiso decirle, quiéreme, Christopher, por favor.

Sin embargo, nada salió de su boca.

—¿Ocurre algo? —preguntó en cambio con educación, incómodo por la escrutadora mirada del mayor. Incómodo porque lo haya llevado a su casa cuando lo único que quería Erick era encerrarse en su cuarto otra vez, emborracharse y pensar en lo miserable que era su vida.

—Siéntate —ordenó Christopher con voz grave.

Erick quiso protestar por capricho, pero estaba demasiado cansado para hacerlo. Así que se sentó a su lado, Christopher poniéndose de pie, quedando frente a él. Abrió el maletín que llevaba en su mano, revelando el botiquín de primeros auxilios, y sin decir nada, le echó alcohol a un algodón.

—Christopher, no es nece– ¡MIERDA, ESTO DUELE! —chilló alejándose cuando el líquido hizo contacto con su labio roto.

Pudo notar el amago de una sonrisa en el rostro de Christopher, pero fue tan rápido que no sabía si realmente estuvo allí.

—Quédate quieto —ordenó Christopher ahora suavemente.

Erick cerró sus ojos, notando las suaves manos de Christopher tomando su rostro, y se imaginó que las cosas no estaban mal, que Christopher le estaba curando el labio roto porque se lo mordió demasiado fuerte mientras se besaban y no porque se golpearon, que Christopher se iba a reír de él para luego tomarle la mano, con ese simple gesto diciéndole que estaba allí, a su lado. Que Christopher luego se inclinaría para darle un pequeño beso, diciéndole que lo amaba mucho.

—Mi amor, ¿por qué lloras? —susurró Christopher deteniendo sus movimientos.

Y ese mi amor se escuchó tan bien que pudo sentir que su corazón se rompió otra vez, y quería llorar como un niño pequeño, dejando que Christopher lo abrazara, lo rodeara con sus brazos y lo sostuviera, para luego pedirle perdón por todas las cosas horribles que dijo.

Y Christopher lo iba a perdonar, por supuesto, de eso no tenía duda alguna.

El problema era... era que Christopher había dicho una vez que siempre lo perdonaría, pero eso no significaba que las cosas serían como antes.

Erick quería que todo volviera a ser como antes de que su hermana muriera, antes de que una parte dentro de él se marchitara para siempre.

—Du-duele... —tartamudeó, queriendo referirse a su labio partido, aunque ambos sabían que no hablaba de eso.

Pero Christopher no dijo nada más, terminando de limpiar su herida.

Erick lo miró, limpiando sus ojos.

—Lamento... lamento haberte mordido, Christopher. —dijo en voz baja, fijándose en la herida en su cuello.

Christopher asintió, distraído, sin alejarse.

—Siempre tuviste complejo de vampiro —comentó como si nada.

Recordó las veces que Erick escondía su rostro contra su cuello como si nada, sus labios acariciándole suavemente allí, mordiendo ajeno a los reclamos de Christopher.

—Lamento lo que te dije, Erick —agregó entonces Christopher.

Se miraron a los ojos, ambos quedándose prendados el uno del otro.

Erick se inclinó.

Christopher cerró sus ojos, acercándose.

Sin embargo, a último momento, Erick se alejó.

—No podemos —murmuró.

Christopher parpadeó, sonriendo tristemente.

—No te preocupes —se puso de pie para luego besarle la frente —. Deberías dormir, Ericksito —una pequeña pausa —. Luego de que despiertes y comas algo, podrás irte a tu casa.

Y volver a salir de tu vida, pensó Erick, pero no sólo se quedó en silencio, viendo como Christopher desaparecía por la puerta del cuarto, llevándose una pequeña parte de su corazón con él.















 Novio de Alquiler|Chriserick| |Adaptación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora