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Esa tarde, Erick llegó a casa cerca de las ocho de la noche, totalmente preocupado de Yanelis.

Entró al pequeño hogar que compartía con su hermana luego de que su mamá los hubiera abandonado cuando tenía cinco años y que su papá muriera a los quince, suspirando un poco agotado por el largo día que había tenido en la universidad. Además, cuando fue a dejar a Christopher a su casa se encontraron con su mamá, que lo invitó a comer algo antes de irse sabiendo que el chico no tendría mucho que comer al llegar a casa.

—Yane, ya llegué —dijo a modo de saludo luego de cerrar la puerta.

—Erick... —entró al comedor, viendo a su hermana acostada en el sillón, e inmediatamente se preocupó —. No pongas esa cara, estoy bien.

—¿Estás segura, Yane? —se inclinó a su lado, mirando su rostro cuidadosamente —. Si te sientes mal, podemos ir al hospital –

—Sólo estoy cansada, no es nada —Yanelis le sonrió de esa forma tranquilizadora que ella tenía y suspiró, sentándose a su lado —. ¿Cómo te fue en la universidad hoy?

—Bien —le sonrió, acariciándole el cabello —. Lo de siempre, las clases me hicieron dormir, estuve sacándole fotografías a todo el mundo...

—¿Puedo verlas? —Yanelis le hizo un puchero —. Ver tus fotos siempre me alegra, Erick.

El chico arrugó los labios, pero luego suspiró sacando de su mochila la cámara fotográfica que con tanto esfuerzo se había comprado años antes para luego tendérsela mientras sacaba su móvil, revisando los mensajes que Richard le había enviado diciéndole si quería ir a una cita doble con él.

Erick no sabía si aceptar, considerando que las cosas habían estado un poco raras entre Christopher y él los últimos días luego de haberlo masturbado en ese callejón. Por supuesto, le había pedido perdón a Johan por lo que le dijo, pero el chico no estaba enojado y sólo lo abrazó diciéndole que no quería pelear jamás con él; Christopher, por otro lado... No habían hablado de lo que ocurrió ese día, aunque tampoco es como si hubieran hecho que no existía. De vez en cuando se daban la mano y pequeños besos sorpresivos que lo dejaban en las nubes, sin embargo, había momentos en los que no sabía qué pensar.

—Erick...

—Sí, Yane.

—¿Él es tu novio?

—Sí, ¿por qué–? —se interrumpió, mirando a su hermana que sonreía de forma picarona —. ¡No, no, es un amigo!

—¡A mí no me mientes, Erick Brian Colón!

—¡No te estoy mintiendo!

—¡Estás ruborizado y con expresión culpable!

—¡Aaaagh, basta!

—¡Quiero conocerlo, anda Erick, preséntame a tu novio! —la chica le mostró la cámara, señalando a Christopher que en la fotografía estaba mirando de forma inexpresiva hacia el cielo, como si hubiera algo interesante allí.

Sin embargo, para Erick se veía total, absolutamente precioso.

—¡No, no y no!

—¡No seas cruel, Erick! —lloriqueó la chica —. ¿Por qué eres así con...? —la chica se detuvo un momento para luego comenzar a toser.

Erick se enderezó, alerta, mientras su hermana cubría su boca con su boca.

—¿Yane? —preguntó asustado.

—No es... —Yanelis volvió a toser y Erick lo vio.

Sangre en la mano de Yanelis.

Se puso de pie.

—Nos vamos al hospital —le dijo con tono serio.

—Erick, no es... necesario —jadeó la chica medio ahogada.

Pero Erick no la escuchó mientras sacaba su celular y llamaba un taxi, urgido por la desesperante situación en la que estaba.

No era fácil sobrevivir, después de todo, estudiando y cuidando a tu hermana enferma de cáncer al pulmón.

No cuando le habían diagnosticado meses de vida y no podía hacer nada para evitarlo.









 Novio de Alquiler|Chriserick| |Adaptación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora