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Christopher quería imaginar que el comportamiento bipolar de Erick se debía a que el chico estaba en una fase parecida a la menstruación, pero eso sería pecar de idiota porque, bueno, los hombres no tenían un período.

Sin embargo, no había otra forma de explicar que Erick le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntos, tratándolo con cariño y ternura, diciéndole gatito y sacaba su lado meloso, para que apenas quedaran a solas, soltara su mano y no dijera más.

Al parecer, Erick se estaba tomando su papel en serio de ser su novio falso, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con el muchacho, no era porque lo estuviera empezando a querer, por supuesto que no.

Así que cuando Erick entró a la cocina, lo miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.

Pero Erick lo ignoró, y Christopher quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por el amor a Jesucristo!

Ay, ¿qué estaba pensando?

—Hola Erick, ¿cómo estás? —saludó su mamá entrando a la cocina —. Oh, ¿trajiste pastelitos?

—Hola suegrita — Erick dejó la caja sobre la mesa —. Los hice especialmente para usted.

—¿Y para mí? —Christopher extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.

—¡Son míos, Christopher Vélez! —se quejó ella.

—¡Eres mi madre! —protestó Christopher.

—¡Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos!

—¡Pero mamá!

—¡¿QUIERES LA CHANCLA, CHRISTOPHER?!

Christopher se volvió a sentar, enfurruñado, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Erick se sentó en sus piernas, sonriendo.

—No te preocupes, gatito, te hice un pastelito especial para ti —Christopher, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Erick, mirándolo a los ojos.

—¿De verdad lo hiciste, cachetitos? —Christopher miró la forma en la mordía su labio inferior, y algo pareció calentarse en su interior.

—Sí —Erick se inclinó, dándole un beso en los labios, y Christopher parpadeó por la sorpresa.

Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Erick había hecho como que no ocurrió, así que el hecho de que lo besara ahora tan repentinamente lo hizo sentir extraño.

Pero sólo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.

—Te quiero, gatito —murmuró Erick.

A Christopher no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, lo hacía sentir cálido, enternecido, calmado.

—Aaaaaaaaay, ¡son tan lindos!

Ambos salieron de su burbuja cuando el flash del celular de la mamá de Christopher los dejó medio ciegos.

Erick se puso de pie, con las mejillas repentinamente ruborizadas, en tanto Christopher frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien los ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.

—¡Se la enviaré a todas mis amigas! —estaba diciendo saliendo de la cocina.

Christopher suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila.

Luego, arrugó los labios percatándose de algo.

—Er —el aludido lo miró, todavía un poco ruborizado —. ¿Cuándo me mostrarás tu casa?

Erick se tensó.

Luego, trató de relajar sus hombros.

—No es necesario —Erick hizo un gesto despreocupado —. Después de todo, nos quedan sólo cuatro meses juntos.

¿Por qué cuando Erick decía eso algo parecía doler en su interior?




 Novio de Alquiler|Chriserick| |Adaptación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora