Inuyasha no quiere aceptar la noticia que Kagome le ha dicho. Los recuerdos desu niñez lo golpean y daña en el proceso a su esposa.
Al mismo tiempo un viejo enemigo de su padre aparece y complica más las cosas.
¿Podrán sobrevivir?
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Inuyasha es un idiota, siempre comete los mismos errores y aunque su corazón se encuentra destrozado, no puede aceptar la noticia de su esposa. En su cabeza solo puede recordar a su madre llorando o cuando era perseguido por el simple hecho de nacer hibrido, en el dolor que sintió todos estos años y que hasta hace poco la felicidad plena viniera a su vida.
Suspiro y se sentó en la madera del piso de su cabaña, no sabe qué hacer o cómo pedir disculpas por sus acciones, sabe que no piensa en algo rápido su relación con Kagome se destruirá...Por sus propias manos.
Se levantó y salió de la cabaña, debe buscarla y explicarle sus temores, al menos así podrá entender sus palabras y reflexionar un poco más. Cuando su nariz encuentra su olor, comienza a correr en su búsqueda, y mientras más se acercaba, más sus nervios y miedos aumentaban. Aunque esa no es razón para volver a escapar.
La encuentra sentada en el pozo, sus manos están en su vientre y su vista dirigida al cielo, nadie está a su lado y eso le alivia un poco, al menos tendrán una plática privada. Con pasos cautelosos se acerca a su esposa, no quiere alterarla demasiado... Más de lo que ya hizo.
-Kagome. —Susurra, pero su pareja lo puede escuchar claramente y lo mira con una expresión dolida. —Hola.
-¿Qué?—Su voz suena resentida y no la culpaba. —No entiendo a qué vienes, dejaste claro tus sentimientos.
-S-Sí, pero debes entender por qué de mis palabras, por favor. —Suplica y avanza un paso más, cuando la chica no mostro signos de alejarse, pude acercarse lo suficiente para estar frente a frente. —Este niño representa más de lo que crees.
-Lo amo y lo protegeré, incluso de ti.
Sus palabras le dolieron mucho, como si su pecho ardiera y no pudiera aliviar ese infierno. Agacho la mirada por la vergüenza que le producía saber que sus palabras afectaron tanto a su esposa. Pero lo que es más desgarrador, es que temiera de él y lo encontrara como un enemigo.
-Kagome...Escucha.
-Estoy cansada de escuchar, muy cansada. —La de cabello azabache se levanta y enfrenta al Hoyaou, aunque es claro la diferencia de estaturas, no se deja intimidar. —Deje todo por estar a tu lado, no lo pensé ni una sola vez y confié en ti ciegamente. Pensé que los dos queríamos un futuro con una familia igual que Sango y Miroku.
-K-Kagome.
-Me siento estúpida por caer en esa ilusión.
El peli plateado muerde su labio inferior, las ganas de abrazar a Kagome son inmensas pero no lo hace, teme que pueda lastimarla más. Así que solo se queda callado escuchando las frías palabras de su esposa.
-Es mi bebé, el cual protegeré hasta el final de mis días. —Kagome voltea a su costado, sus ojos tratan de soltar esas lágrimas de dolor pero se lo niega. —No te pido que lo quieras si tu corazón no lo hace, pero espero que pueda conocerte, no pienso negarle a su papá.
Kagome se aleja de Inuyasha, no tiene más que decir y solo quiere descansar con sus amigos, su apoyo es ahora lo único que la mantiene a salvo de sus pensamientos negativos. Con pasos firmes y la cabeza en alto, se dirige a la cabaña de Sango, sin voltear atrás de nuevo.
Inuyasha se queda en el mismo lugar, derramando lágrimas silenciosas y con un sus puños cerrados para contener el dolor. No sabe cómo arreglar esto... Y teme nunca hacerlo.
