quinto día (viernes)

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Al siguiente día el alienígena salio de su laboratorio, tenía una gran sonrisa de oreja a oreja y un dulce parecido a una estrella de goma en una mano, camino como militar frente a gir y se lo mostró.
-¡contemplen! ¡la goma chicle!- con una mano levantaba el dulce frente al robot y con la otra señalaba el dulce.
Gir lo miro el dulce fascinado y el pequeño alce solo se quedó flotando.
-nya- chillo el pequeño alce.
-¡¿Como que que es?!- con el puño apretó el dulce y miro al alce -¡es mi más grande creación y la única forma que creo que será infalible para que pueda conquistar está estúpida bola de tierra!-
-¿amito me deja probar?- se hacerca el pequeño robot a zim un poco ancioso.
El de piel verde lo miro y le dio uno -si ¿por qué no? Tu podrías ser el que me diga que le parece el sabor, aún que no entiendo cómo es que puedes hacerlo- le dio la estrella.
Sin pensarlo gir se metió la pequeña estrella a su boca metálica, saboreo el dulce y luego comenzó a masticar.
Zim estaba atento a lo que hacía el robot -¿y bien?-
el pequeño robot entrecerró los ojos, de gustaba el dulce y chasquea a la boca como buscando sacar más los sabores, levantó su pequeña mano metalica y se frotó las llemas de los... dedos? Como si esto le diera una definición a lo que busca, cerro sus ojos y sonrió.
-sabe como una brisa de verano por el acantilado- se frotaba donde deverian estar sus mejillas.
-¿¿¿Que???- zim quería una definición más coherente.
-¡Es delicioso!- grito el pequeño robot corriendo por toda la sala y rodando frente a su amo, para quedarse frente a él sobre el suelo -¿como lo hizo?-
-bueno, me inspire en algo que me dio una fémina humana, al llegar a casa investigué los componentes de el objeto que me dió y conocí un nuevo dulce en el proceso llamado goma, busque juntar ambos dulces haciendo que la goma de mascar lo pudieran ingerir los humanos para que no tuvieran miedo a comerlo y degustar mi grandiosa creación y dándole una característica suavidad a la goma para que pudieran disfrutarlo, a esta creación la llamare supernova- dijo orgulloso, pero el pequeño robot ya se había ido a sentar al sofá hace un rato y se había puesto a ver al mono feo.
Zim se molestó por ello pero le resto importancia y subió al armario dónde estaban los objetos que habia recolectado para apaciguar su obsesión.
Dib despertó, se sentía amoratado por los golpes que había recibido el día anterior y se levantó sin ganas de hacerlo, pronto sacó sus cosas y se fue al baño para bañarse, al terminar su ducha se arregló y salió a desayunar, gaz ya estaba desayunando y a la vez jugando con la otra mano, está vez eran tostadas con mermelada y un vaso de leche.
Dib se sentó a la mesa y comenzó a desayunar pensando en todo lo que había ocurrido el día anterior, forzosamente quería entrar a la casa del alienígena, pero necesitaba pensar en algún otro plan que le ayudará, tenía ya una idea de cómo, pero necesitaba que zim bajara la guardia algo que al parecer no haría después de un largo tiempo.
El de piel verde salió de su casa, tenía algunas supernovas consigo, por qué claro, les daría a algunos humanos y la fórmula que le había complicado la vida había sido creada nuevamente y había sido vertida en algunas supernovas, pero no todas, pensó en un plan para darle una a dib sin que esté pudiera negarse, últimamente se sentía con mucha suerte a pesar de que tuviera algunos imprevistos, se detuvo en el camino y se quedó pensando ¿cómo es que era posible eso? ¿Acaso el que se haya obsesionado por dib le daba "suerte"? ¿Por qué ninguno de sus planes le ha salido bien hasta el momento? Y entonces se dio cuenta, todo lo había hecho solo y había estado planeando eso desde hace mucho, tanto y tan bien que las fallas potenciales podría cubrirlas fácilmente, complacido por su respuesta siguió caminando hasta llegar al salón, con la experiencia pasada ya no sabía dónde sentarse, quería ver a dib, pero no quería que se sentará a su lado de nuevo, aún así, tomo el riesgo y se sentó en el mismo lugar que el día anterior.
Al llegar dib al salón solo miro dónde estaba zim y se fue a sentar en el lugar donde ha estado toda la vida.
Una vez que todos llegaron al salón el de piel verde se levantó y se paró en el escritorio.
Garraspeo la garganta -atención... Compañeros, quisiera regalarles algo que invento mi unidad paterna por accidente, me ha contado que quiere dejarme algo para mí y quiere comenzar un puesto, ambos comenzamos a trabajar en esta fabulosa idea pero necesito conejillos de indias para degustar nuestro invento- saco una pequeña bolsa con las estrellas de goma -las llamamos supernovas, son gomas con una goma de mascar al fondo que se puede tragar una vez perdió su sabor-
Todos miraban fascinados a zim y sus dulces, la idea de esos dulces en uno solo les llamaba la atención y poco a poco se acercaron a él.
-espera un momento... ¡Ésto es una trampa!- gritó el azabache -¡¿acaso no acaban de escuchar que dijo conejillo de indias?!¡Quiere utilizarlos para sus experimentos! Se los he dicho antes y se los repetiré, es un alien quien sabe que...- fue interrumpido.
El pequeño alien quería negar el hecho de que era un alien pero en eso todos comenzaron a reclamar a dib tachandolo de loco... De nuevo.
Dib se acercó, tomo la bolsa de las estrellas y salió corriendo del lugar.
-¡Oye!- grito el de piel verde -¡devuelveme mis supernovas!- fue tras el azabache, pero regreso al salón -ayudenme a atrapar a dib y les daré una como muestra de mi agradecimiento-
Todos fueron tras dib sin importar que la profesora estaba entrando ya, dib corría como sí no hubiera un mañana, pero poco a poco se fue cansando y aún que sus perseguidor es también lo alcanzaron y lo tiraron al suelo estirandolo sin la posibilidad de escapar.
Al llegar zim tomo la bolsa de dulces que tenía dib.
-ho excelente- se sentó en el pecho del azabache culminando con la imposibilidad de que esté estuviera completamente inmóvil -veras dib-cosa, tengo algo especial para ti, ya que eres mi mejor enemigo de todos- saco una bolsa con más supernovas y le lleno al de lentes la boca de los dulces y le tapó la boca negándole la posibilidad de escupirlos -ya que los quieres tanto ¿por qué no te los tragas?- el pequeño alien miraba directamente a dib sonriendo.
El amante de lo paranormal estaba perdido, no podía hacer nada, no podía decir nada y todos estaban con zim, no le quedó más que tragar y una vez que lo hizo el de piel verde se levantó y se quitó de encima de dib, luego todos lo soltaron y el pequeño alien les comenzó a dar a cada uno un dulce.
-muchas gracias por su ayuda- estaba sonríendo, se sentía victorioso aún que ese no era su plan para darle a dib las estrellas.
El azabache se levantó e intento vomitar las estrellas, pero fue inútil, se resigno y espero a que los efectos de esas cosas hiciera efecto, se levantó y fue al salón.
Zim también fue al salón y al llegar vio a la profesora furiosa, el Alien se acercó a la profesora -¿Quiere uno de mis dulces? Es un invento que hice junto a mi padre, todos fuimos por ellas por qué dib-cosa no quería que las compartiera- le extendió la bolsa de las estrellas, la profesora dejo de lado su enfado y tomo un par de estrellas.
-esta bien, sin castigos, ahora vete a sentar-
El de piel verde se fue a sentar a su lugar y llegó el azabache, no dijo nada y se fue a sentar.
Las clases comenzaron, todos estaban contentos con su dulce en la boca, dib se sentía derrotado y afligido ya que no sabía que clase de efecto tendría mientras el pequeño alien estaba dibujando a dib, cada expresión de tristeza.
Al sonar la chicharra el azabache salió del salón pero un chico lo empujó y lo tiro al suelo, aún le tenían rencor por lo de los dulces, el chico miro a dib
-basura, te querías robar los dulces y aún así terminaste tragándose una bolsa pequeña entera, ¿Sabes? A todos ya nos tienes arto con tus cosas paranormales y tú locura-
El azabache se estaba levantando, pero el chico lo volvió a empujar al suelo.
-¿Para que te levantas? Si eres un gusano que debió de morir hace mucho, perteneces ahí donde estas, al suelo, no puedo creer que el profesor membrana sea tu padre, eres una desgracia para tu familia-
Antes de irse le dio una patada al estómago -muerete- y se fue.
Dib no dijo nada, se quedó en el suelo y solo se sentó, ¿Debió morir hace mucho? Todos buscaban su final sin que le importarán sus advertencias incluso lo lastiman y lo tachan de loco, las palabras de que era una desgracia para su familia pasaron por su mente y bajo la mirada, no quería llorar, pero esas palabras lo lastimaban.
Zim había visto toda la escena, antes le hubiera gustado verlo asi, pero ahora estaba furioso, sin mostrar expresión alguna y con unos ojos de loco, vio como el chico salía del salón, nadie había hecho nada ni dicho nada, era el único que había lastimado a dib y tenía tantas ganas de lástimar al chico, pero no lo hizo, se acercó a dib y lo miró.
Dib vió los pies del alienígena, no quería levantar la mirada y encontrarse con su cara de alegría, se levantó, tomo sus cosas y salió del salón.
El de piel verde vio como dib salía y se quiso seguirlo, pero se lo negó y se fue a sentar, seguía molesto con dib por intentar entrar a su hogar el día anterior, no iba a ir tras el y no importaba si iba a la cafetería o no, nadie notaría su ausencia.
En todo lo que restaba del día no se le vió a dib, zim estaba decaído y se molestó consigo mismo, al terminar el día zim se fue a su basé y se dispuso a encerrarse en el armario.

Yandere zimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora