Capítulo 5: Las cocinas.

2.3K 108 10
                                    

James, a las tres de la madrugada había decidido escabullirse a las cocinas, tenía mucha hambre y quería comer algo.

Al llegar, se llevó una sorpresa pelirroja.

Lily estaba allí, acomodando un par de ingredientes sobre la mesada. No emitió sonido, para ver si ella se daba cuenta.

—Bueno—Comenzó a decir—Tenemos harina, huevos...—Así comenzó a enumerar todas las cosas que tenía en la mesada—¿Falta algo? Creo que no, así que manos a la obra...—James entendió que Lily estaba a punto de cocinar, la interrumpió.

—Vaya, ¿Qué hace la gran Lily Evans en un lugar prohibido como las cocinas, y a estas horas de la noche?—Lily se paró en seco. El azabache no pudo verle la cara pues ella estaba de espaldas a él, solo pudo notar su nerviosismo.

—Nada que te incumba, Potter. No diré nada si tú no dices nada.—Se dió vuelta para mirarlo.

—¿Sobre qué?—El chico fingió inocencia.

—Yo no digo que tú estuviste aquí si tú no dices que yo estuve aquí—Explicó, perdiendo la paciencia—Toma lo que necesites y vete—Espetó, y volvió a darse vuelta para concentrarse en lo que estaba.

—Entonces...¿Cómo es eso de que entras a las cocinas?—Preguntó James, ignorando completamente el comentario anterior de la oji-verde, y sentándose en el banco de la mesa larga que estaba allí, poniendo carita de niño bueno—. Que yo sepa tú nunca romperías una regla—Lily se dió vuelta para mirarlo nuevamente, y este sonreía con suficiencia.

—Me llevo bien con los elfos—Dijo simplemente—. Y...bueno, tenía hambre. Siempre me agarra hambre a estas horas y todos están dormidos, soy la maestra del escondite, nadie me atrapa.—Sonrió orgullosa, y se tocó el pecho en señal de "grandeza".

—¿Quién eres y qué le hiciste Lilianne Evans?—Esta lo fulminó con la mirada.

—Puedo ser mala si quiero—Espetó la pelirroja.

—Ajá—Dijo James, indiferente.

—¡Como sea!—Dijo Lily, ignorando al azabache—. Toma lo que quieres y llévatelo—Terminó.

—¿Qué estás por hacer?—Preguntó el chico, volviendo a ignorarla.

Lily lo miró extrañada, pero respondió:

—Galletas.

James sonrió, sabía que haría enojar un poco a la chica aquella noche.

—¿Puedo ayudar?—Pidió, poniendo cara de niño bueno.

—No.

—¡Vamos, Lils! Será divertido—Dijo él, levantándose y parándose enfrente de ella.

Lo miró desconfiada, pero soltó un suspiro y dijo:

—Bien, puedes ayudar.—Se dió vuelta. El chico sonrió y se puso a su lado.

Lily le explicaba que era lo que tenía que hacer, y aunque James era pésimo en la cocina, la molestaba un poco a propósito.

En un momento, él le lanzó harina.

—Blancanieves—Comentó él sonriendo, al ver a la pelirroja con cara de pocos amigos.

—Hablando en términos de apariencia, en realidad no me parezco a ella.—James rodó los ojos, sabiendo que su comentario había arruinado el chiste de que ella ahora parecía tener una piel tan blanca como la princesa, debido a la harina—. Pero...—Lily tomó un huevo—. ¿Te queda bien el amarillo?—Él la miró extrañado.

—¿Por qué la pregunta?—Dijo.

—Por nada. Es que tenía que ponerte esto.—Le estampó el huevo contra la cabeza. Lily reía a más no poder.

—No sabes en lo que te has metido, pelirroja—Murmuró el azabache, sacándose de los ojos la asquerosa sustancia.

Se tiraban harina el uno al otro, huevos volaban por todos lados. Luego, inició la guerra de cosquillas.

Lily miraba sigilosamente para todos lados, procurando que James no apareciera y la atacara para poder atacarlo ella a él. Venía con un huevo en la mano, y estaba toda llena de harina y huevos.

De pronto, y sin que ella lo predijera el azabache la atacó por detrás, comenzando a hacerle cosquillas.

—¡NO JAMES, PARA!—Decía entre risas, casi estaba llorando. Él se dió cuenta que lo había llamado por su nombre, otra vez, pero ella no parecía haberse percatado.

—Ni lo pienses—Lily se paró como pudo, y comenzaron a hacerse cosquillas entre sí.

Así pasaron un buen rato, riendo. Hasta que se acostaron en el suelo, que estaba embarrado de todo, pero no les importó. Seguían riendo, hasta que pararon.

—Vamos a tener que limpiar esto.—Dijo Lily, levantando la cabeza y mirando un poco el piso. Luego la volvió a recostar.

—Para algo está la magia.—James le guiñó un ojo y ella rió. Lo había olvidado—La pasé muy bien contigo, Lily.—Ella volteó la cabeza y miró a los hermosos ojos avellanas que poseían un brillo único, y le sonrió.

—Yo también, James.—El chico al volver a escuchar su nombre sonrió victorioso, y ella lo miró extrañada. Esta vez tampoco parecía haberse dado cuenta—¿Qué pasa?—Preguntó la muchacha.

—Me llamaste dos veces por mi nombre en lo que va de la noche. ¿Acaso te gusto, pelirroja?—El azabache movió las cejas de arriba a abajo mientras ella apartaba la vista sonrojada.

—¡Claro que no! Tú y tu egocentrismo—Espetó con firmeza ella, pero aún seguía avergonzada. Nunca, (haciendo una excepción de la otra vez) lo había llamado por algo que no fuera su apellido. Él rió fuertemente.

—Eres adorable cuando te sonrojas, ¿Lo sabías, verdad?—Le dijo y ella ya estaba como un tomate. Él sonrió y volteó su vista para mirar al techo.

—G-Gracias—Balbuceó la chica—¿Q-Qué tal si antes de i-irnos hacemos las g-galletas?—Comentó un tanto nerviosa.

—Sí, me parece bien.—Él se levantó y le tendió una mano, sonriendo. Lily se sentó y sujetó su mano para levantarse, sonriendo igualmente.

Hicieron las galletas entre risas, Lily regañándole por ser egocéntrico, James disfrutando de molestarla y de pasar un rato con ella y así. Mientras los manjares se cocinaban, ellos limpiaron la cocina, con solo un poco de magia.

El chico revisó el reloj de la cocina, cuando estuvieron listas las galletas: las 5:00 a.m. Le sorprendió ya que las horas se le pasaron bastante rápido.

Comieron algunas galletas, hablando de cosas triviales y riendo. Hasta que luego de un rato, llegó Sirius.

—Vaya vaya. Miren qué tenemos aquí, ¿Qué hacen a las 5:30 a.m en las cocinas?—Habló Sirius, entrando.

—¿Y tú qué haces aquí?—Preguntó James.

—Pues tenía hambre, y de paso me llevaré algunas de esas—Comentó señalando lo que habían hecho—. Tienen chips de chocolate, creo que a Remus y Peter les encantarán, pero son más para mí que para ellos. Aunque aún no han respondido a mi pregunta.—Lily y James se miraron, y se encogieron de hombros.

—Teníamos hambre—Respondieron ambos.

—Ya, ya. Váyanse a dormir, que les queda poco.—Ellos lo fulminaron con la mirada por darles órdenes, pero tenían sueño entonces no protestaron y se fueron.

El pelinegro se acercó a la mesa en donde estaban las galletas, y tomó una.

—Esos dos acabarán juntos—Dijo mordiéndola, y agarró una bolsa, le puso adentro unas cuantas delicias y se fue de la cocina.




Nuevos Sentimientos (Jily)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora