Capítulo 10: Nieve y Hogsmade.

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James amaba Hogsmade. Sí, el pequeño pueblito que estaba cerca de Hogwarts, que tenía varios bares y tiendas, pero seguía siendo pequeño. Aún así, a nuestro azabache le encantaba.

Se despertó esa mañana de frío, la nieve caía sin cesar. Su cama, de repente le pareció mucho más cómoda y calentita que otras veces. Pero los gritos de su mejor amigo rompieron la armonía de la habitación. «Maldita sea, Canuto» Pensó. A duras penas, se levantó para cambiarse e ir a desayunar.

Al terminar de ponerse su suéter, salió de la torre Gryffindor y se dirigió al Gran Comedor, mientras charlaba con los demás Merodeadores sobre los planes para aquel día.

—Quiero una buena cerveza de mantequilla. Tampoco me iré de Hogsmade si no compro una reserva—Comentó Sirius.

—Me comentaron que hay una librería con libros muggle. Voy a buscar un par de libros nuevos, me estoy quedando sin—James miró a Remus, cansado.

—Tienes la habitación repleta de libros, ¿Y quieres comprar más? No te comprendo—El licántropo se encogió de hombros—. ¡Buenos días, abuelo!—Saludó el azabache al cuadro de Henry, quien le sonrió.

—¡Buenos días, Henry!—Saludaron los demás chicos.

—Buenos días James, buenos días chicos—Sonrió el anciano.

Llegaron a desayunar. Se sentaron en la mesa, y comenzaron a comer. El café estaba caliente, y las tostadas recién hechas. Era un pequeño placer de la vida, no se podía negar.

Vieron a la pelirroja llegar junto a McKinnon, quienes de sentaron a desayunar en frente de ellos.

—¡Buenos días!—Saludó Marlene alegremente.

—Buenos...¡Achú! Días...¡Achú!—Saludó Lily entre estornudos. Su nariz estaba roja (lo que la hacía tremendamente adorable, según James) y estaba bastante abrigada.

—Lily, hola. ¿Te sientes bien?—Preguntó el de ojos avellana preocupado.

—Estoy muy...¡Achú! Bien, no te preocupes—Le dijo ella, sonándose la nariz. Él le sonrió, y sin poder ocultar su pensamiento, le dijo:

—Te ves muy adorable con la nariz roja.—Ahora no solo era la nariz de la oji-verde la que estaba roja, sino toda su cara.

—Idiota—Murmuró, pero lo suficientemente alto para que James pudiera escuchar, causándole una risa. Gesto al cual ella sonrió divertida.

—Iremos a ver ropa hoy, ¿no Lily?—La pelirroja solo asintió al comentario de su amiga.

—Encontrarás algo rápido McKinnon, todo se te ve bien—Le coqueteó Sirius.

Ella rió, pero se pudo notar un ligero sonrojo en sus mejillas, aunque como siempre mantuvo una postura firme ante todo.

Una vez terminaron de desayunar, decidieron irse a la sala común y pasar el resto de la mañana allí.

Luego de almorzar, decidieron ir al pueblito. Había bastantes estudiantes de Hogwarts que habían decidido ir temprano también. Todo estaba bastante tranquilo, la nieve caía. Se escuchaba al coro del pueblo cantar una que otra canción.

James miró que Remus entró a la librería, Sirius a Las Tres Escobas y Peter literalmente desapareció. Paseó un poco por el lugar, mirando todo.

Se paró en una tienda de objetos muggle, decidió entrar, solo para ver. Estaba muy ocupado viendo un reloj de arena, aunque en el mundo mágico también había, ese no era más que un simple reloj. Un anciano se le acercó, que era el que atendía el lugar.

—En mi humilde opinión, los nuestros son más entretenidos.—Le sonrió el hombre, haciendo referencia a los magos—. Tengo uno que es especial para Navidad. La arena fluye rápido cuando las personas presentes en la habitación, están cumpliendo su deseo de Navidad.—James le sonrió, mostrando que le gustaría ver ese reloj, aunque la Navidad ya hubiera pasado—. Dime, ¿Ya cumpliste tu deseo de Navidad?—Le preguntó. El azabache suspiró, acomodando sus lentes sobre el puente de su nariz.

—Pues, la chica que me gusta aún no quiere salir conmigo. Es decir, ahora somos amigos, pero...—No pudo terminar.

—Quieres que sea algo más—Lo interrumpió el hombre, nuevamente sonriendo—. Si estás seguro que es la indicada, verás que terminarás con ella, solo debes tener paciencia—Le dijo con calma.

—Supongo—James suspiró nuevamente—. Entonces, ¿Cómo se llam...—Al darse vuelta, el hombre había desaparecido. Supuso que se había ido hasta la parte de atrás del lugar, pero aún así lo extrañó mucho.

Salió del negocio, encontrándose con Sirius, quien le dió una cerveza de mantequilla.

—McKinnon y Evans se emocionaron con las compras. Bueno, y con eso me refiero solo a Marlene—James soltó una carcajada a lo dicho por su amigo.

Remus llegó hasta ellos y les mostró los tres libros que había comprado, tenía muchas ganas de leerlos. Al acabarse James la cerveza, la tiró al cesto de basura que tenía al lado.

Caminaron un poco los tres, hasta que el de ojos avellana sintió que algo le golpeó la espalda. Se volteó y buscó con la mirada lo que podría haberlo causado. Su vista se situó en una pelirroja, agachada haciendo bolas de nieve, y en una rubia que tenía una en mano sonriendo triunfante.

—¿Preparados para perder?—Espetó, cuando una bola de nieve le dió en la cara.

—Tarde, McKinnon—Carcajeó el pelinegro, causante de aquel leve golpe.

—¡Las vas a pagar, Black!—Empezaron una guerra a la que se unió Remus.

—¡Eh, Potter, cuida tu espalda!—Le gritó Lily, riendo luego de haberle dado a James en la cabeza.

—No hiciste eso, Evans—Le dijo James divertido.

Ella había ido con Madame Pomfrey a curarse de su resfrío, se notaba ya que su nariz no estaba roja y ya no estornudaba.

También ellos iniciaron una guerra. Pero luego la guerra de bolas de nieve, pasó a ser guerra de cosquillas.

—¡Basta, pelirroja!—Reía James. Lily estaba teniendo una ventaja enorme, ya que ella era quien hacía las cosquillas, osea que iba ganando.

Dejó de hacerle cosquillas, agarró un poco de nieve, se la tiró a la cara y se acostó a su lado, riendo.

—Gané.—Se volteó hacia él, y el chico hizo lo mismo, sonriendo.

—No es justo.—El azabache frunció el ceño como si fuera un niño pequeño.

A Lily esto le causaba gracia, y ternura. Consiguió el valor suficiente para darle un pequeño beso en la nariz.

—¿Puedes repetir eso?—Preguntó. Ella, muy sonrojada, lo repitió—. No sabía que necesitaba de eso para vivir, no hasta ahora.—La pelirroja rió estruendosamente, demasiado enternecida.

—¡Levántense, que no quiero quedarme aquí toda la noche!—Canuto arruinó por completo el momento, ganándose un golpe en la nuca de parte de Marlene.

—Idiota—Dijo la rubia, no precisamente en un susurro.

—Me amas así—Sonrió él, coqueto.

Ella rió mientras negaba lentamente con la cabeza; ese chico no tenía remedio. Pero aunque no quisiera admitirlo, sí lo amaba, y mucho. Miró a Remus quien le sonrió pícaro, y se sonrojó. Él sabía perfectamente de sus sentimientos, simplemente porque era muy perceptivo, pero quería que Marlene o que Sirius dieran el primer paso. Aunque si no lo hacían, él mismo les daría un empujoncito.

Volvieron a Hogwarts, donde se acostaron a dormir muy cansados. Definitivamente, disfrutarían de todo lo que les quedaba del fin de semana, para dormir y descansar. Eso, no había duda.

Bueno, todos menos Sirius que Merlín-sabe-cómo se va de fiesta. No pregunten, los Merodeadores lo saben, pero no piensan contarlo.

Nuevos Sentimientos (Jily)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora