1̷3̷: "i̷n̷d̷i̷f̷e̷r̷e̷n̷c̷i̷a̷"

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-Niñas, tengan un buen dí...

Ni siquiera pudo terminar cuando Tzuyu corrió al interior del recinto llevando a su hermana de la mano, quien solo le dirigió una mirada triste al mayor.

¿Alguna vez se imaginaron lo que siente aquel peluche abandonado a la esquina de su habitación? Pues, Soobin acababa de experimentarlo. No era fácil acostumbrarse al hecho de que de un día para otro sus pequeñas le ignorasen de aquella manera.

Suspiró cambiando de dirección hacia su instituto.

-Por poco y no llegas -se burló Yeonjun-. Fuera de bromas, ¿todo bien?

Soobin suspiró con una sonrisa no precisamente alegre.

-Tomen asiento -alzó la voz el profesor Kim acomodando sus gafas-. Hoy me gustaría darnos un descanso y en cambio ponernos a pensar sobre un caso -volteó a la pizarra comenzando a escribir en letras grandes-. Pares destinados, ¿qué opinan?

-Palabrería profesor -contestó una alumna-, uno decide qué hace de su vida y con quién la hace. Nadie está destinado, eso es pura mentira.

-Yo opino lo contrario -se puso en pie Yeonjun con una sonrisa-. Desde que nace cada persona tiene un camino que nos guía a nuestro destino, el cual está compuesto de múltiples divisiones las cuales consisten en las decisiones que tomamos. A veces pueden ser atajos u otras veces complicaciones, pero todos llevan al mismo lugar. Y es inevitable que ciertos caminos se crucen. No necesariamente como una forma romántica, puede ser también amistosa. Mientras más caminemos, más personas conoceremos y algunas son las que decidirán acompañarnos en un mismo sendero; a veces tomarán rutas distintas, pero una vez los caminos destinados se encuentran no importa qué tanto se alejen, siempre volverán al mismo lugar.

Todos los alumnos, incluído Soobin, miraron consternados a Choi tras no ser capaces de comprender. El profesor Kim, sin embargo, sonrió aplaudiendo satisfecho. Todos lo copiaron por consiguiente.

-Tiene razón, Choi Yeonjun. No pudo haberlo dicho mejor.

Sentía sus manos sudarle por lo que las limpió rápidamente en sus pantalones

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Sentía sus manos sudarle por lo que las limpió rápidamente en sus pantalones. Después de la confusión causada por su amiga de la infancia y la guerra silenciosa que sus hermanas parecían tener con él, la sonrisa de Rena parecía ser la única forma de mejorar su día.

-Rena...

La chica salía abrazando los libros con la cabeza gacha. Chocó con el cuerpo del mayor y eso la obligó a alzar la mirada topándose con esos ojos que la miraban como si el solo verla le transmitiese la paz que tanto necesitaba.

Y sintió como nuevamente su corazón se partía en pedazos. No pronunció palabra alguna y continuó su caminar.

-Rena -tomó su brazo deteniéndola-, ¿qué sucede?

Y ahora esos orbes la miraban con genuina preocupación. Lamentablemente la voz de su madre resonaba repitiéndose una y otra vez en su mente. La sola idea de ser enviada a un internado le aterraba, mucho más sabiendo que de alguna u otra forma sus padres terminarían casándola con alguien a quien ella no quiere.

p̷a̷r̷t̷-t̷i̷m̷e̷ b̷o̷y̷f̷r̷i̷e̷n̷d̷ - c̷h̷o̷i̷ s̷o̷o̷b̷i̷n̷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora