0̷3̷: "c̷o̷n̷s̷e̷j̷o̷"

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Siendo totalmente sinceros, Soobin no tenía intención alguna en conocer a Rena y ella tampoco. Su relación era basada en un contrato que ambos debían cumplir (aún más el alto). Habían sido solamente 3 días de comenzar esa farza y Choi todavía no se acostumbraba: temía que algo saliera mal.

Sin embargo, sacó dos conclusiones:
1. No pensar tanto en ello.
2. No atormentarse a sí mismo y decirle la verdad a alguien para estar más calmado.

Si bien se supone que lo suyo era secreto, el contrato no impedía que él se lo contara aunque sea a una persona. A su mente vinieron únicamente dos:

Jeongyeon, su amiga de la infancia.

Kai, su amigo del trabajo.

Si bien la decisión parecía difícil, no tuvo que pensarla mucho para sacar la conclusión de que hablar con el menor era lo ideal. Huening siempre sabía aconsejarlo y sabía que podría contar con él.

Era por eso que esa misma tarde Soobin esperaba que tocaran al timbre de su puerta. Tzuyu y Minjoo dormían plácidamente por lo que confiaba en que no escucharían nada. Ellas eran su felicidad, pero a la misma vez, su mayor miedo. Temía tanto decepcionarlas...

El timbre sonó y Soobin se apresuró en abrir, antes asegurándose que sus hermanitas no se hayan despertado.

-Soobin -saludó el invitado.

-Kai -el más alto sonrió con alivio-, no sabes cuánto te necesitaba en este momento. Ven, pasa.

Los dos chicos tomaron asiento, aunque el de cabellos morenos se volvió a parar al instante.

-¿Gustas algo de tomar? -preguntó-. Tengo café, agua... ¿ya dije que tengo café?

Kai rió.

-Café está bien.

-Ok, vengo en un segundo -informó dirigiéndose a la cocina a hacer lo dicho.

Kai se dedicó a contemplar la pequeña casa; si bien no era la primera vez que venía, siempre quedaba abrumado por la sensación de calor y amor familiar que este emanaba. Sí, el lugar no era muy grande ni tenía cosas de lujo, pero era acogedor y se tenían los unos a los otros; eso era lo que importaba.

Huening suspiró, cuánto desearía él tener una familia así de cercana...

-Ten -le extendió la taza.

El pelinegro sacudió la cabeza saliendo de sus pensamientos. Agradeció y le dio un sorbo; Soobin sabía perfectamente que le gustaba más cuando el café era dulce, por lo que se alegró al no sentirlo amargo como en los restaurantes a los que iba.

-Y bien -comenzó el menor colocando la taza suavemente sobre la pequeña mesa frente al sofá-, ¿qué me querías decir?

Soobin tomó una gran bocanada de aire y se obligó a relajarse: era Kai, podía confiar en él.

Soobin tomó una gran bocanada de aire y se obligó a relajarse: era Kai, podía confiar en él

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p̷a̷r̷t̷-t̷i̷m̷e̷ b̷o̷y̷f̷r̷i̷e̷n̷d̷ - c̷h̷o̷i̷ s̷o̷o̷b̷i̷n̷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora