"e̷p̷íl̷o̷g̷o̷"

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La señora se aferraba a su pequeña maleta con manos sudorosas. La casa no era la misma que había dejado hacía poco más de 6 años, no recordaba la fecha exacta. Su salida se había estado retrasando al punto de salir 4 años más tarde de lo esperado. Pero fue hace 2 años donde se propuso salir adelante. Porque cada visita sus hijos crecían más, y no estaba dispuesta a perderlos.

Y ahí estaba ahora, de vuelta en casa.

Tocó el timbre aún nerviosa. Le dijo a Soobin que no hacía falta recogerla, ella quería mirar todo a su alrededor con detención. No había visto las calles en mucho tiempo y le sorprendía lo mucho que todo había cambiado. Y se odió a sí misma por no haber podido ser más fuerte. Por haber cargado a su hijo mayor de tantas responsabilidades...

Y cuando creyó estar a punto de llorar, la puerta fue abierta. Un sonriente joven le recibió.

-Soobin -saludó a su hijo.

-Mamá -la abrazó-, por fin estás en casa. Vamos, pasa.

Se adentró mirando el interior con detención. Fue recibida por paredes de colores cálidos y suelo brillante, cuadros alrededor de la sala y se sorprendió al ver en una esquina una foto de ella con todos sus hijos. Recordaba ese día, fue poco antes de que enloqueciese. Les había prometido que saldrían adelante, pero no pudo cumplir su promesa.

-Buenas -saludó Rena acercándose a la mayor.

-Rena, es un gusto verte.

-El gusto es mío, seño. Tome asiento, le preparé un té. Las niñas ya bajan, se están terminando de bañar. Se distrajeron y se les hizo tarde.

Soobin se sentó al costado de su madre. El chico señaló hacia el techo y ella alzó la mirada viendo en el bonito techo colocadas las siguientes palabras: "Bienvenida de vuelta, mamá". Sintió las lágrimas caer de sus ojos.

-Perdóname hijo, perdóname por favor -le suplicó tomando sus manos entre las suyas-. Has debido pasar por mucho, siento tanto haberte dejado solo a tan corta edad. A penas estabas empezando tu vida y cargaste un peso que no te correspondía. Lo siento hijo, siento haber sido una mala madre. Te prometo que a partir de ahora, nunca, nunca más van a estar solos.

Soobin sonrió con ternura y besó sus más o menos arrugadas manos.

-No he estado solo, mamá. En un principio tuve a Jeongyeon, después conocí a Kai y finalmente a Rena. También tengo a Yeonjun y la compañía de mis hermanas fue más que suficiente. Te extrañamos mamá, estamos muy felices que por fin estés de vuelta.

La señora sonrió y asintió. Después de todo, su hijo no estuvo solo. Eso era lo que más lamentaba.

-¡Mamá! -las niñas de ahora 10 años bajaron a toda prisa las escaleras. Vestían de manera muy linda y apretujaron a su madre entre sus brazos.

-Mis niñas, ya están tan grandes... -las contempló. Seguían siendo similares, pero ahora habían ciertas facciones que las distinguían la una de la otra. Tzuyu era un poco más alta y Minjoo tenía el cabello más largo.

-¡Pero si te visitamos hace 3 días, no debimos haber cambiado tanto! -espetó Minjoo riendo.

-No aplasten a su madre, piojos. Debe de estar cansada -llegó Rena poniendo la taza de té sobre la mesa.

Las niñas se apartaron y la madre sonrió. No era mentira, estaba agotada y una buena siesta no le vendría mal.

-El novio de Jeongyeon está haciendo una fiesta para su hermano menor de la edad de las gemelas esta tarde. ¿Te gustaría venir con nosotros? -preguntó Soobin.

p̷a̷r̷t̷-t̷i̷m̷e̷ b̷o̷y̷f̷r̷i̷e̷n̷d̷ - c̷h̷o̷i̷ s̷o̷o̷b̷i̷n̷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora