Capítulo 8

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Una vez más, Eren Jaeger fue despertado con agresividad. Su cuerpo ya expuesto al frío de la hora  había  sido además mojado. Empezaba a temblar y se abrazaba a si mismo intentando darse algo de calor. Al ver a su al rededor pensó que sería de madrugada, pues todo estaba en oscuridad, exceptuando la débil luz que brindaba una vela puesta en el suelo.

–Quítate la ropa.– Exclamó Levi con cierta molestia. Parecía estarlo y era distinto a su habitual carácter.

Podían escucharse los dientes del príncipe sonar al rilar, el frío penetraba como nunca a su piel. Obediente hizo lo que le pedía y enseguida Levi le entregó un cambio de ropa limpia. Eren no tardó en cambiarse, era mucho más abrigador, aunque, la venda que lo cubría ahora estaba mojada y logró que su nueva camisa se humedeciera también.

Ackerman se acercó, tomó los brazos ajenos con fuerza, la sufiente como para que dejara una marca en ellos. Sacó unas esposas de su pantalón que luego colocó en las muñecas de Eren. El castaño sorprendido por el acto forsejeo, pero no logró evitarlo. No encontraba explicación a tal acto de injusticia, pero su respuesta no tardaría en llegar. En su lugar sus tobillos dejarían de sufrir, podría caminar con libertad, pero al obtenerla no hizo movimiento alguno, escapar sería un acto inútil, no lo lograría, entonces no lo intentó.

Levi, tomándolo de su brazo lo arrastró y obligó a levantarse, así dio sus primeros pasos. Lo guió hasta las escaleras mientras que el rostro de Eren parecía iluminarse con una sonrisa de satisfacción, pues significaba que el pelinegro cumpliría  con su palabra, lo dejaría salir de esa prisión. En ese momento el príncipe podía ser comparado con un niño, empezaba a recuperar su inocencia, creyendo que aquel hombre era amable al dejarlo salir, sin embargo olvidaba todos sus crímenes.

Las escaleras eran cortas y pronto llegaron a su altura máxima. Había una puerta de madera que lo separaba de lo que creía que sería una habitación, pues ahora estaba seguro de que se encontraba dentro de un sótano, pero al ser esta abierta el paisaje fue mucho más hermoso. Un campo verde rodeaba el lugar, la brisa despeinada sus cabellos que ahora habían crecido. Habían árboles alrededor que adornaban el lugar, además de coloridas flores por todas partes.

Incluso si la mano de Levi sostenía al príncipe, dejándolo incapaz de huir, se sentía libre. Sonreía en todo momento mientras que el contrario le guiaba hasta un carruaje que se encontraba cerca de donde estaban. Eren volteó a ver atrás, la curiosidad de saber donde había estado, encontró entre aún paraíso una descuidada casa de madera a punto de derribarse y al lado una construcción de este mismo material, aunque con un tamaño reducido, fue de ahí donde salió. Esperaba recordar esa imagen.

–¿A dónde me llevará?– Eren dirigió su mirada al frente para hablarle debidamente al pelinegro.

–Iremos de paseo.

Cuanta intriga generaba, pero no le importaba el destino, ahora mismo solo sentía una momentánea felicidad, sentimiento que creía haber olvidado.

–Solía pasear por los jardines del palacio.– Habló con más confianza, aunque no obtuvo respuesta del más pequeño. Desde un principio no tuvo que comentar, recordó esa regla después de romperla.

Llegaron al carruaje y Levi, con una seña, le indicó que subiera a este en la parte delantera junto al conductor, espacio que sería tomado por el pelinegro. Pronto los caballos se pusieron en marcha, avanzando por el camino marcado con piedras.

Conforme ellos avanzaban, los rayos de luz empezaban a salir, una pena no poder presenciar el amanecer directamente, pues la forma del carruaje cubría los costados, aunque incluso con lo poco, Eren parecía emocionado por ver que la claridad se aproximaba.

De reojo Levi miraba al menor, aquel rostro que reflejaba el castaño era muy distinto al que antes había visto, no el que frecuentaba al tenerlo cautivo, sino al del príncipe Eren Jaeger, en ese momento su mirada era más fría, haciendo un contraste con su sonrisa tan cálida, sus expresiones incluso eran diferentes, pero esto no era lo que más le inquietaba, sino... ¿Por qué alguien podía aún sonreír cuando había sido secuestrado?

–¿Cómo puedo llamarlo?– Por un momento Eren apartó su mirada del paisaje para voltear y ver al pelinegro.

–Ya te había dicho mi nombre.– Siquiera encontró sentido en su pregunta cuando la respuesta ya la conocía.

–Entonces ¿Está bien que lo llame Levi?– Habló con seriedad, por un instante parecía no sentir temor de  su acompañante. –En el palacio nadie podía llamarme solo por mi nombre, entonces creo que a usted tampoco.

Aceleró el paso de los caballos, Levi no apartaba la mirada del frente.

–No soy un imbécil con corona y tú tampoco lo eres ahora, Eren.

El más joven entendió, movió su cabeza con lentitud de arriba a bajo asintiendo. Retomó su posición anterior, limitándose a ver el camino. La ausencia de la civilización le sorprendía, pues habían pasado al menos una hora en carretera y no habían topado con un solo pueblo.

Cerca de las dos de la tarde hicieron la primera parada. No había nada en el camino más que el campo abandonado y el camino de la calle.

Ambos bajaron del carruaje y luego Levi le indicó seguirlo hasta la parte trasera del vehículo. No había más que una enorme caja de madera y ropa, pero solo harían uso de las prendas. El mayor subió a esta parte, con una seña le comunicó que hiciera lo mismo, buscó entre las telas un vestido fino, pero también que una campesina cualquiera pudiera utilizar. Tomó una capucha y esta se la pasó a Eren.

–Póntela.– Indicó.

El castaño miró la prenda al frente suyo sin saber como vestirla, sus manos no le permitían tanta flexibilidad, pero tan pronto como  dirigió su mirada confusa al pelinegro este ya sostenía sus muñecas y lo liberaba de las esposas. Los pocos segundos que tardó poniéndose esto fueron los únicos que disfrutó de una verdadera libertad, ya que otras cadenas los esperaban después.

Levi reemplazó las esposas con otras que le permitían estirar sus brazos cuanto le era posible de forma natural, dándole más comodidad al castaño.

El pelinegro mientras tanto guardaba las llaves que había utilizado y a continuación quitó la camisa que portaba. Su figura era delgada, pero incluso su cuerpo lucía fuerte y entrenado. Eren apenas si dirigía su mirada, pensando en como ese hombre había logrado que cualquiera ignorara su estatura y simplemente se sintiera inferior, pues así se sentía él cada momento.

Levi tomó el vestido y lo utilizó, quitó sus pantalones después y cambió su calzado por uno femenino. Buscó una peluca entre los objetos que habían, la acomodó en su cabeza de forma que no cayera y por último pintó sus labios de un delicado color rosa.

Captive | Levi ˣ ErenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora