Capítulo 10

249 16 3
                                    

"Bienvenido a Ingengis y Morsus." Un cartel de madera traía aquellas palabras talladas, indicando a los visitantes que estaban ya en estas tierras.

Que palabras tan familiares para Eren, pero no lograba recordar como las conocía, lo habría escuchado en el palacio, de eso estaba seguro, pero no podía afirmar algún otro dato al respecto. No se imaginaba que ahora estaban fuera de su reino.

La civilización empezaba a aparecer, al principio con pequeñas casas más rústicas con gran espacio verde, algunas contaban con un ganado que andaba dentro de los límites de las cercas. Ver a campesinos recoger cultivos de los huertos conmovía al príncipe, pues se daba cuenta del gran esfuerzo que hacían para llevar algo de comida a sus mesas.

Pronto llegaron a una montaña, la brisa era fuerte y la temperatura más baja. Eren se acurrucaba con la capucha buscando calor, pero apenas podía lograrlo. Podía verse a lo lejos el camino de la carretera que guiaba hasta el centro de una ciudad.

Levi detuvo el carruaje, quitó la cerradura que estaba en su muñeca y la puso de vuelta en la mano libre del castaño. Bajó del carruaje y tomando ventaja de la soledad en que ambos estaban volvió a cambiar su atuendo. Se sentía ahora más cómodo, vestía unos pantalones negros que se ajustaban a su cuerpo y una camisa blanca, nada que llamara la atención.

Al volver con el príncipe recibió una sonrisa. De nuevo era Levi y eso le daba cierta tranquilidad al más joven.

El camino empezó a complicarse, esta vez cuesta abajo, el deterioro de la calle le daba una vibracion desagradable al carruaje, sin embargo estarían cada vez más cerca de llegar a la ciudad.

El carruaje empujado por el caballo pasaba a duras penas por las estrechas calles del centro, además los vendedores y la multitud de personas dificultaban su paso, por lo que la velocidad tuvo que ser disminuida. Eren aprovechó esto para observar cada uno de los detalles de la desorganizada ciudad, incluso tal característica la hacia única y le fascinaba al príncipe, quien ahora sonreía con entusiasmo, pero esta alegría no sería percibida, pues ya había sido advertido por su acompañante, debía cubrir su rostro dejando al descubierto apenas sus ojos y parte de su nariz.

Sería esta la primera vez que Eren visitaría una ciudad, desde el palacio tendría que recorrer varios kilómetros para llegar a la más cercana y era tiempo del que no quería disponer, así que jamás conoció a su pueblo, al cual ahora confundiría con el de este lejano reino.

Poco se tardaron en llegar hasta el palacio real, donde se verían con los líderes de un pueblo unificado. Siglos atrás habían anexado sus tierras convirtiéndose en un gran reino, ahora sus habitantes eran orgullosos de ser parte de este.

Dos miembros del ejército protegían la entrada, sin embargo abrieron paso al reconocer a Levi Ackerman, su llegada era esperada con entusiasmo.

Fue llevado el carruaje hasta un sitio seguro en las cercanías de un arroyo. En compañía dos sirvientes les seguían para cuando requirieran su ayuda y un mayordomo asistió a los invitados a bajar del carruaje.

Levi avanzó hasta la parte trasera del vehículo y Eren le acompañó mientras que los demás empleados los observaban con atención. El pelinegro subió y arrastró la enorme caja que había transportado. Con ayuda de una rampa esta fue bajada hasta estar segura en el suelo.

–Pueden llevarla.– Indicó Ackerman a los dos sirvientes, quienes de inmediato hicieron su mayor esfuerzo para cargarla, pues su peso lo hacía una tarea complicada.

El mayordomo se adelantó y pronto se perdió de vista, mientras tanto los dos invitados caminaban varios metros por detrás de los empleados.

–¿Dónde estamos? –Cuestionó Eren paseando su mirada por el sitio.

–Si quieres vivir cállate, no abras la boca hasta que salgamos.– Le ordenó.

Llegaron al salón principal, las columnas eran de mármol y del techo caían elegantes lámparas de cristal. Habían ventanales con distintos diseños que resultaban únicos y algunas pinturas de reconocidos artistas, era un sitio elegante, pero al encontrarse aquí la expresión de Eren parecía más neutra, pues incluso con aquellos lujos del edificio no podía comprarlo con el Gran Palacio Real de Marley.

Frente a ellos esperaba sentado Reiner, un hombre robusto de cabellos rubios, a su lado y de pie un muchacho de elevada estatura, este último parecía tener su mirada perdida, provocando en el príncipe cierta desconfianza. Además los acompañaban las concubinas del palacio.

Los dos sirvientes arrastraron la caja hasta dejarla frente a los dos líderes y tras una reverencia se retiraron. Una sonrisa apareció en el rubio tras ver la precencia de Levi y de inmediato saludó.

–Espero que esté aquí nuestro querido príncipe.– Se burló por un momento Reiner.

Eren, imitando la conducta de los sirvientes, hizo una reverencia al estar frente a los superiores, sin embargo Levi continuó estático desde su lugar.

–Podrías ser tan amable como tu compañero.– Mencionó Reiner al mismo tiempo que se levantaba de su asiento y caminaba hasta la caja.

–Esta es la llave.– Le entregó Levi dicho objeto dejándolo sobre la misma caja, a la vez ignorando el anterior comentario.

–Berthold, ábrela.– Ordenó el rubio dándole espacio suficiente para que cumpliera con la tarea.

Este se acercó y tomó la llave, abrió y quitó el candado que la mantenía cerrada y después hizo a un lado la tapa de la caja, permitiendo ver su contenido. Berthold apartó de inmediato la mirada, sin soltar la llave se alejó y volvió a su posición inicial, mientras que Reiner se agachaba para contemplar mejor su interior.

Dentro solo estaba en cadáver de un hombre inocente, Jean Kirsten, quien ahora se hacía pasar por el hijo menor de Grisha Jaeger.

–Larga vida a Marley.– Dijo tras una carcajada burlándose de aquel reino. –Cien monedas de oro no compensarán lo que has traído a nosotros, la cabeza de Eren Jaeger. – Esta vez habló con mayor seriedad.–El reino de Ingengis y Morsus está en deuda hoy con Levi Ackerman, desde ahora aseguraremos su protección.

Tras escuchar dichas palabras el príncipe quedó estático, pues era ese su nombre, entendía que ahora alguien más había tomado su lugar, sin embargo no comprendía que lo hacía merecer el odio de desconocidos. ¿Por qué era despreciado?

–El pago.– Levi extendió la mano esperando a recibir su recompensa y de inmediato se le entregó en una bolsa de tela.

Se dio media vuelta y tomó el brazo de Eren para llevarlo consigo, pues supo que no se movería. El castaño caminó en silencio tal y como se le había ordenado. Por un momento volteó a ver al más pequeño, siempre parecía malhumorado, además encontraba una excusa para causarle dolor, pero una vez más ignoró todo eso y sonrió, Levi Ackerman lo había salvado, su trabajo habría sido matarlo, pero en cambio estaba ahora a su lado. Empezaba a ver amabilidad en donde no la había y su mente poco a poco se corrompía de tan erróneos pensamientos que pronto aumentarían.

Captive | Levi ˣ ErenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora