Samuel y Ruben han ido a los mismos colegios desde que aprendieron a caminar. Lo raro es que nunca se habían topado, no hasta el pequeño incidente en su tercer año de bachillerato.
Ruben tira la comida de Samuel por accidente y se ofrece a recompen...
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-Quiero conocerte más- su voz lleno toda la habitación- Se por lo que has pasado, te juro que no soy como los demás... Y, y si me das una oportunidad, te lo demostrare- ¿como que lo sabía?
-¿Qué?- me separe. Tenía miedo, ¿qué pensaría de mí ahora? ¿Lo todo hacía por lastima?- ¿L-lo s-sabes?- pregunté con un nudo en la garganta.
-Si, tu amigo me lo contó y...
-Vete. Vete, por favor- le interrumpí.
-Pero... ¿por qué?- parecía no entender, ni siquiera yo entendía del todo.
-¡Que te vallas!- grite desesperadamente, la enfermera entró y nos vió, después de unos segundos obligó a salir a Ruben de ahí.
Lucy- así se llamaba la enfermera, no preguntó, no era la primera vez que yo estaba ahí, así que solo me dió unas pastillas para el dolor de cabeza y me hizo volver a clase.
De seguro lo hizo por eso, por lastima... Dios, que estúpido fui, pensé... Pensé que me besaría. No. No nos conocemos, ¿en qué estoy pensando? Era mejor dejarlo así. No me le iba a volver a acercar, no me iba a encariñar nuevamente.
Cuando llegué al salón fue hasta la última clase del día. Todo parecía más tranquilo. Aunque durante la clase no faltó la persona que me tirase papelitos. También Lana me miraba continuamente, se mostraba entre arrepentida y sorprendida.
Al sonar la ultima campana, apenas y espere que el profesor acabara de hablar. Cuando estaba en la puerta principal, dude en sí debía quedarme a esperar por Borja o no. Lo ví salir de su clase junto a Raúl... Cierto, lo olvide. Tenía que preparar la clase de tutoría.
Suspire.
Me fui antes de que me viese Luzu, porque si lo hacía, sé que cancelaría sus planes. Prefería ayudar a otros antes que a él mismo. Ya casi no se daba tiempo para él.
Caminé hasta el estacionamiento, donde vi a un chico recargándose en mi coche, tenía un cigarrillo en una mano y en la otra, su teléfono. Tenía buen aspecto y era alto, algo intimidante.
-¿Puedo ayudarte?- pregunté al acercarme. El contrario abrió la boca, soltando humo tóxico y haciéndome toser.
-No, solo estoy esperando a el dueño de este coche- se llevo el cigarrillo a su boca.
-Bueno, soy yo- el chico me miro por unos segundos y después rió.
-Estas de broma, ¿verdad?- dijo tirando su cigarro al suelo y pisándolo.
-No, ¿por qué mentiría sobre quién soy?- su sonrisa desapareció y rodó los ojos.
-Bien, entonces te lo dejo así: o te alejas de mi y mi pareja o te arrepentirás de por vida- escupió esto último.
