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Young Saeng por fin había ido a inscribirse a la universidad y ahora ninguno pasaba mucho tiempo en la casa, por lo que Yong Jun, al saberlo, recomendó que debían contratar un Ama de Llaves. Young Saeng no tuvo problema en aceptarlo, y a pesar de que en un principio Jung Min se sintió animado por tal idea, luego un poco de miedo le dio al saber que tendría a una completa desconocida en su casa. Sin embargo, Young Saeng lo convenció. Y para la suerte de ambos, el ojiazul convenció a su padre para contratar también a una mujer que hiciera la comida. Así que cuando ambos llegaban cansados de estudiar, sólo tenían la obligación de descansar sin ningún problema.


Ninguno habló nuevamente acerca del último beso que se dieron, tampoco de Kyu Jong y mucho menos del celo de Jung Min, el cual se acercaba cada vez más rápido. Luego de lo del beso, Jung Min había estado enojado con Young Saeng durante varios días, pero éste no trató de disculparse. Sin embargó, Young Saeng seguía hablándole a Jung Min como si nada hubiese pasado, recibiendo sólo respuestas cortantes de su amigo. Y eso le daba gracia porque Jung Min se enojaba aún más, y Jung Min enojado era algo demasiado adorable. De todas formas, sólo bastó una semana para que Jung Min volviese a hablar de buena manera, por lo que ahora estaban bien.


Le preocupaba lo del celo de Jung Min porque sabía que estaba cerca ya que el aroma del Omega cada día se hacía más y más dulce y atrayente, lo cual era una buena y una mala señal.


Le daba bastante miedo, no por lo que él podía llegar a hacer, más bien por lo que otros Alfas quisieran hacer al olerlo. Estaba marcado, sí, pero a más de un Alfa se le nublaba la mente al sentir el aroma de un Omega en celo. Así que preocuraba que Jung Min siempre usara alguna prenda suya para que tuviera su aroma, además de que lo iba a buscar cuando salía de la universidad.


Tal y como ese día había hecho.


— ¿Alguien te molestó? —Le preguntó como siempre en esos últimos días mientras manejaba.


Jung Min se encogió de hombros. —En realidad no. Me miran, pero nadie se acercó.


Young Saeng quiso soltar un agresivo «Más les vale», pero se limitó a asentir y continuar manejando para tratar aliviar el sentimiento de posesividad que le causaba Jung Min. No entendía, nunca había pasado incluso antes de que sucediera lo de la mordida, y cabía la posibilidad que la mordida sea la razón por la cual se sentía tal manera, pero algo le dice que no es así. Algo le decía que era otra cosa, y puede que se tratara de el sentimiento de querer proteger a Jung Min. Pero luego llegaban los recuerdos del pasado, antes de que lo de la mordida sucediera. Cuando Jung Min tenía algún celo, él siempre lo sabía y muchas veces incluso hasta sintió el aroma que indicaba que el celo estaba cerca, pero nunca se sintió de la manera en la que ahora se sentía.


Y lo volvía un poco loco porque, además de querer protegerlo, deseaba abrazarlo y besarlo, pero no podía porque Jung Min no quería. Jung Min quería que la amistad que tenían, o lo que quedó de ella, siguiera en pie. Lo entendía perfectamente pero no estaba seguro de si podría ser posible porque claramente Jung Min también quería besarlo aunque se negara. Y muy seguro estaba de que en algún momento hasta Jung Min no podría luchar contra los deseos que ambos sentían.


Lo notaba; lo notó luego de cada beso. La mirada que Jung Min le daba, entre confundida y a la vez ambiciosa. Sin embargo, Young Saeng no sabía si era lo que Jung Min quería o lo que reflejaban sus propios ojos.

Mordida Equivocada {SaengMin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora