Mordida Equivocada {SaengMin}

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Jung Min no podía oír absolutamente nada de lo que Young Saeng hablaba con su padre, pero algo estaba claro: no lo dejó decir algo en la media hora que, hasta ese momento, la llamada iba durando. En los momentos que el ojiazul intentaba decir algo, Yong Jun enseguida lo interrumpía y si no se encontraran en la situación esa, habría reído de las expresiones de exasperación que Young Saeng hacía en los instantes que Yong Jun no le permitía hablar.

No dijo nada en lo que la llamada duró. Se mantuvo en silencio contra Young Saeng, dándose cuenta de que por fuera lo hacía sentir un poco mejor estar abrazado a él, y por dentro también; la calma era inentendible incluso para sí mismo, pero en su mente sólo aparecía un nombre: Kyu Jong.

Estaba seguro de que si el padre de Young Saeng para esos momentos lo sabía, Kyu Jong también. Y tenía miedo, estaba asustado, estaba desesperado y las ganas de llorar no se iban. Tenía ganas de llorar de la manera en la que antes lo hizo, pero sabía que nada solucionaría. Así que se dedicó a pensar en alguna manera de explicarle todo a Kyu Jong... consiguiendo nada. Estaba perdido... Todo se había arruinado en una misera noche.

—Entiendo —escuchó que Young Saeng dijo. Aquella era la única palabra que Yong Jun lo dejó completar en toda la llamada—. Sí, cuando llegue hablamos, y ni se te ocurra tratarlo mal porque no tiene la culpa de todo esto.

Jung Min se mordió el labio y subió su vista hacia Young Saeng. Hace ya un tiempo se habían acomodado de una forma diferente: Young Saeng contra la cabecera de la cama, con un brazo rodeándolo por la espalda, y él contra su pecho. Así que, al levantar su vista, tranquilamente podía ver a Young Saeng.

Sabía que hablaban de él, era obvio, y en el momento que Young Saeng se quedó en silencio oyendo a su padre, supo que nada bueno estaba diciendo al ver como la expresión que tenía en su rostro cambiaba.

—Bien, sólo... cierra la jodida boca y déjame en paz porque Jung Min tampoco está bien con todo esto —habló Young Saeng, llevando una mano al rostro de Jung Min, quien lo miraba atentamente. Luego de un nuevo silencio, Young Saeng exclamó: — ¡Él no es así! ¡Deja de...! ¿Sabes una cosa? No me llames hasta que llegue a Seúl de nuevo, adiós.

Seguido de eso, Young Saeng cortó la llamada y arrojó con fuerza el celular contra la pared que estaba frente a ellos. Jung Min soltó un pequeño jadeo sorpresivo, claramente conciente del enojo de Young Saeng. Así que, para tratar de calmarlo, hizo un tonto comentario:

—Se suponía que al llegar a Seúl tenía que llamar —murmuró con la voz monótona. En el momento que escuchó la carcajada de Young Saeng, sintió un poco de paz. Sólo un poco.

—Que se joda. Que se jodan todos.

—Tengo miedo —admitió Jung Min, hundiendo su rostro en el pecho de Young Saeng. Nunca había hecho algo como eso, pero en ese preciso momento era lo único que le salía y se sentía bien estar en contacto con Young Saeng, así que si de esa forma lograba calmarse, de esa manera estaría por un buen rato—. Tengo miedo, Young Saeng. ¿Qué haremos al llegar a Seúl?

—Sencillo: mi padre me entregara a aquella Omega que se suponía debía marcar y el lazo entre tú y yo estará acabado. Y tú te irás con Kyu Jong, por supuesto.