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Jung Min decidió levantarse de la cama a los minutos que Yong Jun Heo se fue. No porque las palabras que le dijo le dieron una especie de esperanza de que todo mejoraría, sino porque el horrible olor del Alfa que había quedado impregnado en la habitación lo hacía sentir náuseas a cada segundo. Así que se vistió con bastantes ropas encima y, luego de haber abierto la única ventana que tenía la habitación, salió de ella y bajó las escaleras para dirigirse a la cocina.


—Jung Min —jadeó Grace al verlo. No tenía idea de qué aspecto tenía, y tampoco quería saberlo, así que la miró con la expresión abatida que parecía haber llegado para quedarse—. ¿Estás...? ¿Quieres comer algo?


Para la sorpresa de Grace, asintió mientras se dirigía hacia la silla que estaba junto a la mesa redonda en la cual antes solían comer con Young Saeng. Tenía hambre, ya antes había tenido hambre, pero no la energía para levantarse, y ahora que podía y estaba ahí, quería aprovechar para comer algo.


— ¿Qué quieres que te haga? —preguntó la mujer rubia. Se encogió de hombros.


—Algo... calentito —respondió en voz baja—. Tengo mucho frío.


Ni siquiera quiso mirarla. Juraba que en sus ojos había lástima y la entendía porque hasta él se sentía de tal manera por sí mismo. Por la persona en la cual se había convertido. En algo que siempre temió en convertirse si se dejaba marcar por algún Alfa. Sin embargo, cuando sucedió lo de la mordida, el miedo se fue. Era Young Saeng quien lo marcó, y bien, no se amaban o se querían de una manera amorosa, pero eran amigos de siempre y Young Saeng se la pasaba cuidándolo, así que no había riesgo que pasara algo como el abandono de Young Saeng. Pero ahora... se da cuenta de que se equivocó mucho.


Y en parte lo entendía. Se suponía que Young Saeng también quería tener su vida: ambos se encontraban condenados a vivir juntos a pesar de que no querían, y era entendible que haya encontrado a una Omega o un Omega que quisiera, pero tal vez... tal vez si no lo ignoraba y le daba la atención que necesitaba, algo mínimo, él no estaría de tal forma y a pesar de todo no le reclamaría nada por estar con otro/a Omega. A pesar de que probablemente le dolería más que nada como ahora le estaba doliendo.


—Te haré una sopa, ¿bien?


Jung Min asintió a lo dicho por Grace y pensó en si Min Ah lo había llamado o no. Ni siquiera cargó su celular en aquellas semanas, luego de que se encontró con su hermana. No le veía sentido. Ahora no le veía sentido a nada, y cuando quería hacer algo porque se encontraba con la suficiente voluntad, enseguida no podía hacerlo porque no encontraba la energía suficiente.


No hablaron en lo que Grace hacía la sopa para Jung Min, y el ambiente incómodo era imposible de ignorar. Sin embargo, aquello importó muy poco cuando la puerta de la casa se abrió y luego se cerró. Jung Min se tensó. Quería y a la vez no quería ver a Young Saeng, pero ahora tendría que hacerlo. Tenía el presentimiento de que al verlo querría arrojarse a sus brazos y pedirle que no lo abandonara. De todas formas, cuando Young Saeng se adentró a la cocina, fue todo lo contrario.


Al ver la mirada que le daba, se acurruco en sí mismo y miró hacia otra parte. Young Saeng lo observaba con expresión sorprendida, y no quería creer que no se había dado cuenta de la manera en la cual estaba gracias a todos esos días en los que no estuvieron juntos. No le creería, porque gracias a la conexión que el lazo les brindaba, era imposible que no haya sentido su tristeza, desolación y desesperación por tenerlo a su lado.

Mordida Equivocada {SaengMin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora