Mordida Equivocada {SaengMin}

15

Young Saeng reaccionó en el momento que estaba encima de Jung Min sobre la cama. Para su suerte –o desgracia– ambos se encontraban vestidos aún.

Se alejó de la boca de Jung Min y este abrió los ojos. Los tenía más brillantes de lo normal y sus pupilas estaban dilatadas. Young Saeng estuvo a punto de volver a besarlo al darse cuenta de lo tan hermoso que se veía, sin embargo se salió de arriba de él ante la atenta mirada que le daba. Jung Min no estaba en sus cinco sentidos, por lo que no podía tener sexo con él. Luego lo tendría acusándolo de que nunca quiso hacerlo, de que fue un error y que era su culpa.

No estaba dispuesto a aguantar nuevamente eso.

—Young Saeng, ven, no te vayas —pidió Jung Min en una suplica, también levantándose de la cama.

Young Saeng retrocedió mientras que Jung Min se acercaba a él. Se notaba perfectamente que el celo había dominado cualquier parte coherente de su mente, porque claramente Jung Min no quería tener sexo con él estando lucido. Sin embargo, Young Saeng sabía que no estaba muy lejos a estar como Jung Min, pues en cualquier momento el aroma y la insistencia de Jung Min también lo abrumarían y terminaría perdiendo la coherencia. Por lo que era mejor que se fuera antes de que ocurriera. Pero tampoco era que quería dejar a Jung Min ahí, solo y sufriendo por el jodido celo. Su Alfa se negaba rotundamente a abandonar a su Omega.

Ni siquiera se dio cuenta en qué momento sucedió, pero los labios de Jung Min estaban nuevamente sobre los suyos, y cuando se dio cuenta de que lo estaba dominando, pasó a ser él el que estaba al mando. Lo colocó contra la pared y lo besó con algo de brusquedad, escuchando como gimoteaba.

—Jung Min —susurró cuando pudo separarse. Abrió los ojos y Jung Min también lo hizo. Quiso alejarse, irse de ahí porque luego el Omega estaría arrepentido, pero no pudo al sentir el aroma de Jung Min. Lo tanto que hervía su piel debajo de sus toques. No era tan fuerte como para marcharse—. Debo ir a...

— ¡No te vayas! —lloriqueó con desesperación—. No te vas a ir.

—Jung Min, debo ir a decirle a Grace que tiene que irse. No podemos dejar que se quede aquí mientras estás en celo.

— ¡No te vas! —sentenció Jung Min obstinadamente para luego devorar su boca de nuevo. Young Saeng lo tomó de la remera bruscamente y lo dirigió hacia la cama para dejarlo acostado allí, él estando encima del Omega.

—Escúchame —dijo, separándose y usando su voz Alfa. Jung Min lo miró atento y gimoteo. Sonrió al ver que tenía la reacción que quería, la obediencia de Jung Min—. Iré a decirle a Grace que tiene que irse y luego vuelvo. Te quedas aquí ¿sí? Serás un buen Omega y te quedarás aquí lo más tranquilo posible para que luego yo te dé lo que tanto necesitas, ¿verdad?

Jung Min asintió repetidamente de manera obediente, más que nada debiéndose a la voz que utilizó en él. Young Saeng sonrió y se acercó para robarle un último beso brusco. Luego se alejó y salió rápido de la habitación. Se encontró con Grace en el pasillo y lo dijo acerca de Jung Min y su celo, y gracias a Dios la mujer Beta enseguida entendió y pidió que cuando acabara, la llamara para que pudiera regresar.