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¿Por qué nunca había notado lo tan atractivo que era? ¿Por qué en todos esos años de amistad no había visto el tipo de cuerpo que tenía, los ojos hermosos y lo suave que se sentía su piel contra sus dedos? No entendía, en serio no entendía. Siempre lo vio como un hermanito menor, sí, lo cuidaba hasta con su propia vida (exageraba, aunque lo haría si tuviera que hacerlo), pero eso no significaba que no podría haberse dado cuenta de lo tan atractivo que era.


Era un Omega. Tenía un olor que atraería hasta al Alfa más independiente del mundo y él lo tuvo a su lado por un largo, largo tiempo y nunca pensó en lo tan hermoso que era, en lo linda que su risa sonaba y la manera en la que un hoyuelo se marcaba más que el otro en sus mejillas. Tal vez fue porque las veces en las que se veían no lo hacía con tanto detenimiento como ahora, pero en serio no entendía cómo no pudo notar tal belleza.


—Joder, eres adorable —mencionó sin darse cuenta.


Jung Min se volteó para darle una mirada incrédula, mientras acababa de atar su cabello con una liga.


—Cierra la boca y ven a ayudarme a guardar las cosas.


Soltando un bufido, Young Saeng se levantó del sofá y siguió a Jung Min hacia la cocina. Era sábado, y Jung Min sentenció que debían comenzar a acomodar las cosas en la casa para deshacerse de las cajas sobrantes que luego quedarían. Habían juntado todos los utensilios de cocina que ambos tenían en sus anteriores departamentos y comenzaron a guardarlos en los muebles mientras que Jung Min le hablaba a Young Saeng acerca de que debían ir a comprar al supermercado algo para comer. El Omega odiaba la comida a delivery, la cual habían comido la noche anterior sólo porque estaban muy cansados.


—Dios, y eso que es sólo es el primer día —murmuró Young Saeng para sí mismo, oyendo como Jung Min soltaba palabra tras palabra. De alguna manera le hacía acordar a aquella prima suya con la cual su padre hace tiempo le hacía pasar tiempo sólo porque debían "parecer una familia feliz".


Soltando un bufido, se dio cuenta de que toda su vida había querido abandonar la farsa de la familia en la que vivió por tantos años, la farsa de familia que su padre creó. Era todo muy irónico y parecía más y más difícil de escapar, y quién sabe, tal vez era su destino.


Se sentía en un laberinto lleno de neblina; sabía hacia donde tenía que ir, pero no encontraba el camino porque no estaba del todo nitido. Y entonces lo intentaba y volvía al mismo lugar una y mil veces más.


Frunció el ceño y pensó un poco en la situación en la cual se encontraba, Jung Min seguía parloteando detrás suyo y tenía ganas de callarlo, pero no se animaba a decirle algo; no porque le tenía miedo o algo así, sino porque no quería que se enojara como lo hacía cada vez que lo mandaban a callar.


No podía seguir así. A pesar de que estaba condenado a vivir junto a Jung Min para siempre por una irresponsabilidad de ambos, no significaba que no debía hacer lo que quería. Bueno, aunque con las condiciones que su padre le dio era difícil hacer lo que quería, pero algunas cosas sí podía hacer. No debía privarse de hacer lo que podía cuando se dio cuenta de que tarde o temprano la libertad podía estar en peligro, de que la libertad podía esfumarse de la nada y por el mínimo aleteo de las alas de una mariposa.

Mordida Equivocada {SaengMin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora