Mordida Equivocada {SaengMin}

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Jung Min ofreció España pero Young Saeng le señaló que ninguno sabía algo del idioma, por lo que Jung Min preguntó acerca de Francia. Sabía que Young Saeng hacía mucho había aprendido a hablar francés gracias a que su abuela era francesa, por lo cual su madre prácticamente lo obligó a aprenderse el idioma.

Días después de despedirse, se encontraban yéndose junto con las quejas de Jung Min, las cuales eran temerosas debido a que estaba faltando mucho a sus clases en la universidad, lo cual lo llevaría a tardarse más en recibirse. Young Saeng sólo trataba de relajarlo diciendo que mejor tarde que nunca o que mientras se recibiera no importaba cuándo lo hiciera.

Y Jung Min, bueno, Jung Min aceptó las palabras y decidió relajarse, olvidarse de todo lo que sucedía en Seúl. Lo de su hermana, lo del odio de su madre, incluso se dispuso a olvidar a Yong Jun Heo, quien había ido a despedirse de ellos en el aeropuerto. Jung Min lo odió, y más que nada se sintió enojado y no asustado. Sabía que lo hacía a proposito. Por supuesto que no quería que ellos estuviesen relajados: los quería nerviosos y temorosos para poder controlarlos.

Pero Jung Min se dipuso mentalmente a no dejar que le afectara más todo aquello en lo que Yong Jun tenía que ver. Porque sí, era alguien poderoso y un Alfa que no hacía otra cosa que intimidarlo tan sólo con la mirada, pero también sabía de sí mismo que nunca le gustó ser controlado por alguien (agradecía a su madre por inculcarle aquella regla de no dejarse imponer nada por nadie, hablando de que fuera a la fuerza), por lo que no podía dejarse ver débil y manipulable frente al padre de su Alfa. No, simplemente no.

Young Saeng trató de calmar su irritación durante todo el viaje, y para su suerte, luego de varios besos y muchos mimos, estaba sonriendo de nuevo y sin el ceño fruncido que parecia eterno en sus facciones. Al menos en lo que se encontraran fuera de Seúl.

No había salido de Inglaterra muchas veces por lo que era todo nuevo (la situación de Young Saeng era diferente, pues había acompañado a su padre miles de veces a sitios fuera del país años atrás, cuando el Alfa mayor pensaba que se dejaría controlar fácilmente), así que además de tomarlo como un viaje para relajarse, también lo quería tomar como un viaje para aprender. Aprender acerca de Young Saeng, más que de otra cosa.

En todo el viaje se la pasó oyendo la manera en la que su Alfa hablaba en francés, logrando sacarle sonrisas y risas cada vez que parecía decir algo gracioso con gestos pretenciosos y elegantes (según lo que Young Saeng dijo). Sin embargo, hubieron momentos en los cuales conoció cosas de Young Saeng que no sabía que existían. Por ejemplo:

—Les diamants ne se comparent pas à la beauté de vos yeux.

Jung Min lo había mirado sin entender y soltando una risa preguntó qué quiso decir con eso. Young Saeng no respondió, por lo que le dio un suave golpe en el brazo alegando que estaba siendo muy malvado.

Pero después de todo, algo le decía a Jung Min que aquello que dijo Young Saeng en un idioma que no entendía, fue algo romántico. Se lo dijo el brillo en los ojos del Alfa, lo amoroso que se veía y cómo estaba siendo en cada momento desde que entraron al avión privado. Decidió no preguntar más acerca de ello, decidió disfrutar y reír de todo lo que Young Saeng decía y luego le traducía.

Ellos pasaron mínimo cinco días en Francia y se marcharon luego del cumpleaños de Jung Min. El Omega admitía que fue de los mejores a pesar de que llovió. Ciertamente, ni siquiera salieron del hotel en el cual estaban quedándose, pero eso no impidió que se divirtieran estando juntos. Tuvieron mucho sexo en toda la estadía, mientras que el día que Jung Min cumplió años a Young Saeng le importó muy poco la lluvia y salió a comprarle un pastel. Cuando había llegado, Jung Min estaba despierto y al verlo, lo miró con mala cara por haberse ido, lo cual cambió al ver lo que había comprado. Ahí fue cuando Jung Min le sonrió de manera enternecida.