Día 53

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Venus:

—¿Quieres coger una pulmonía o algo así?
Wade me sonríe desde el lago, su ropa esta sobre el puente de madera y estoy mirándolo parada.

—Es algo tarde, Wade...

—¿Te dije que en las madrugadas el agua del lago es caliente?. —Me pregunta mientras se mueve dentro de él.

—No, no lo hiciste.

—Ahora lo sabes.

Sin quitar los ojos de mí, se acerca a la orilla del puente.

—Ahora ven aquí.

Observo su ropa que se encuentra al lado de mi pie. —¿Estas desnudo?

Se encoje de hombros.

Hago un movimiento con las manos pidiendo que se aleje y lo hace imitando una reverencia que me hace reír.

Hago a un lado los zapatos, empiezo con la camiseta de tiras, prosigo con los short y finalmente quedo en sujetador y bragas, todo tiempo sus ojos sin dejar mi cuerpo, se mueve cerca de mi acercándose y sin dejar de verlo, continuo desvistiéndome.

Fuera Sujetador.

Fuera bragas.

Hace frio, tengo ganas de abrazar mi cuerpo, el viento me abofetea la piel y siento la necesidad de meterme rápido para evitar el frio de la noche.

—Eres perfecta. —Pronuncia admirándome.

Sonrio despacio.

Me apoyo para bajar y el me sostiene de los brazos, sus manos bajan a mis caderas cuando finalmente todo mi cuerpo esta dentro del agua.

—Mentiroso.

Él sonríe.

—No dije que sería como tus duchas con calentador en la ciudad. —Sonrie. —Solo dije caliente.

—Ni a eso llega.

Su sonrisa es suave y termina cuando comienza a recorrer mi cuerpo con sus manos, por encima y debajo del agua.

Cierro los ojos mientras siento su tacto avanzar y su cuerpo cubriéndome, sus manos acarician mis hombros, descienden por mi busto, tocan mis pezones y un escalofríos me recorre, baja por la línea de mi figura y sigue bajando hasta tocarme el abdomen.

Wade es especialista en hacerme sufrir y hoy lo demuestra igual que siempre.

Jadea junto a mí y lleva la mano a mi vientre, pasa por mi entrepierna y se adentra dentro de mí, me muerdo los labios y abro los ojos para mirarlo, le rodeo el cuello con los brazos y mis manos siguen su misma ruta, siento su cuerpo tensarse debajo del agua y también lo observo, el disfruta de mí y su excitación comienza a crecer.

Me pego contra el cuándo ingresa dos dedos, gimo y araño su piel, mi clítoris chorrea y yo quiero más, mucho más de él.

—Wade... dios mío....

Deja un beso sobre mi cuello y deja que sus labios viajen solos hasta llegar a mi boca, se queda en una distancia corta y la cierra tomando mi boca, reclamándola.

Y ahí bajo la luz de la luna, nos entregamos otra vez.











60 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora