Día 57

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Wade:

—No tenían que venir. —Pronuncia Venus con la voz apagada. —Ya estoy bien.

—No digas tonterías. —Le suelta Ever. —Nos conocemos desde pequeñas, somos tus amigas.

—Y estábamos preocupadas. —Completa Freya.

Venus apenas hace una mueca débil. —Gracias, pero hoy me dan de alta.

—¡Err!. —Le interrumpe Ever. —Nada de peros, ya estamos aquí. ¿Acaso nos estas echando?

Eso provoca una débil sonrisa en Venus.

—Pero en serio ya estoy bien.

No, no lo está.

—En todo caso hubiera preferido tenerlas en casa.

—Iremos ahí también.

Venus no pone más quejas o no la deja ponerlas, la miro por última vez antes de salir de la habitación.

Me cruzo con sus padres, su madre me pregunta como esta y soy totalmente honesta con ella, ingresa a la habitación para dejar el cambio de ropa que usara Venus al volver, sin embargo, se queda más tiempo adentro que el que se necesita para dejar unas prendas.

Por otro lado, el padre de Venus se queda conmigo y Raquel debo continuar en la cafetería, ellos solo vinieron por un turno y ni aquí he podido explicarme con sus padres, en especial el papá de Venus, quien parece odiarme ahora.

No intercambiamos palabra alguna y por ahora prefiero que sea solo así, en lo único que quiero pensar es en Venus.













(*)













La madre de Venus sale unos minutos después de que sus amigas se marchan y aprovecho otra vez para acompañarla, la encuentro con una caja de bombones en las manos.

—Me trajeron bombones.. ¿Puedes creerlo?

Apenas sonríe y deja los bombones sobre la cómoda blanca de la habitación de hospital.

—¿Te echarías a mi lado, Wade?

La pregunta me toma por sorpresa, sin embargo, no me la pienso demasiado, voy a hacia ella y acuesto a su lado, Venus me da la espalda y la rodeo con mis brazos, mi barbilla pegada en su hombro mientras ella yace de costado.

Ninguno emite ningún ruido, desde lo que paso solo nos hemos limitado a esto y cuando creo que seguirá siendo así.

—Lo siento.

Retrocedo mi cabeza y la observo confundido.

Ella sigue. —Por mi imprudencia perdimos un bebé.

Mierda...

Su voz se quiebra un poco y lleva su mano a sus ojos para limpiarse. —Si no hubiera sido tan terca y no hubiera subido sobre Arizona... también me porte mal con ella.

—No lo sabias, debí detenerte.

Ella se gira hacia mí, tiene los ojos con lágrimas.

—Wade, perdimos un bebé... si yo hubiera sabido que estaba embarazada jamás hubiera sido tan estúpida de haber hecho eso.

—No lo sabias. —Intento calmarlo. —Ninguno lo sabía, no te culpes.

Ella respira despacio y cierra los ojos, me quedo viéndola y el corazón se me acelera,no por todo lo que siento por ella y lo que provoca cuando está conmigo, sino al recordar esa maldita escena en mi cabeza.

La sangre y mi melocotón inconsciente en el suelo.

En ese momento yo solo..

—Sentía que me moría.

—¿Qué?

Ella abre los ojos.

—Al verte llena de sangre y sin reaccionar, jamás había experimentado tanto miedo como en ese momento...—La voz se me quiebra. — ¿Qué iba a hacer si no despertabas, Melocoton?

—Wade...

No doy por un hecho que estoy llorando hasta que lleva las manos a mi rostro, me limpia las lágrimas y joder, realmente todo el dolor y el miedo terminar por abofetearme ahí mismo, en ese instante y con ella.

Cubro su mano izquierda con mi palma y nos miramos una vez más, soy yo quien hablar primero, solo para decir lo que me obligado a callar.

—Te amo.

Los ojos de Venus se abren.

—En ningún momento he dejado de amarte Venus.

—Tuve que caerme de un caballo para escuchar esas palabras. —Sonríe débilmente.

Veo sus ojos otra vez llenarse de lágrimas, sin embargo, termina por quitar su mano de la mía.

—¿Y qué esperas que haga con eso?. —Me pregunta. —¿Qué olvide lo que me hiciste?

Recupero la voz.—No espero que lo hagas, pero desearía que sí.

—Debe ser un chiste, Wade.

Mis labios se separan.

Sus ojos se llenan de lágrimas. —Ahora mismo me siento en tu lugar ...¿Sabes qué puedo tomar la misma decisión que tu hiciste conmigo?

—No te culparía si fuera así, lo merezco.

—¿Entonces qué quieres?

—Solo necesitaba que lo supieras.

—¿Ahora? Resulta ser egoísta cuando causas un conflicto en mi después de esto.

¿Aún tengo una oportunidad?

La atraigo hacia mí y empuja mi cuerpo con sus débiles manos, sin embargo, se detiene cuando la estrujo más.

—No te he dicho..

—Un abrazo. —Me interrumpe. —Es suficiente para mí, Melocotón.

Ella aprieta las manos en mi pecho, arruga mi camiseta, pero termina rindiéndose.

—Te estoy odiando, Wade Cooper.

—Y yo te amo a ti, mi melocotón.

Hare que valga la pena.

60 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora