Día 26

20.4K 1.5K 57
                                    

Wade:

—¿Y ahora qué?.—Pregunto mientras su mano continua sobre mi mejilla, sus grandes ojos mirándome .—¿Haremos el amor dentro del lago?

Sus ojos se abren un poco, pero no los aparta de mí.

—Se está haciendo tarde.

Sus manos me sueltan y me quedo inmóvil mientras la veo acercarse al puente de madera, se impulsa con sus manos dándome una imagen de su redondo trasero y despertando mi polla, Venus sube por completo y coge la toalla que trajo esta vez muy precavida, sus ojos nuevamente me miran.

—¿Piensas quedarte ahí?.—Pregunta con una sonrisa mientras seca su cabello.

Nada hasta donde esta y subo, me alcanza la toalla para luego comenzar a vestirse.

Ninguno dice nada más hasta llegar al establo.











(*)












Ella es la primera en bajar de la yegua, sus manos dejan de sostenerse de mi cintura y en poco tiempo sus pies están en el suelo, bajo después, acaricio el lomo de Arizona y la llevo hasta su lugar, cuando me doy la vuelta hacia Venus, la encuentro recogiéndose el cabello con un pequeño gancho.

Me atrevo a acercarme más y plantarle un beso otra vez, me lo devuelve y ella misma me frena cuando es tiempo de parar, pone las manos en mi pecho y sus ojos se mantienen cerrados por un breve lapsus.

—¿Qué pasa?

Sus ojos me miran.

—Esto no...

—¿No es correcto?.—Completo por ella, al quedarse callada y cerrar los labios sé que estoy en la correcto.

Estoy empezando a fastidiarme.

—Eres mi esposa.—Le recuerdo, luce sorprendida.—Sigues siéndolo...

—Wade...

—Seguimos estando casados.

Sin importar que lleve un maldito anillo de otro hombre.

—¿Qué hay de malo el que quiera besar a mi esposa?

Su sorpresa no se pierde.

Niega despacio.—Sabes que no me refería a eso.

La examino y tomo su mano, luce desconcertada, pero aun así, la llevo conmigo, suelto su mano y cojo una escalera, de las que uso para subir a bajar la paja para los caballos que se encuentra en el segundo y angosto piso del establo.

—¿Qué haces?.—La escucho preguntarme mientras

—Sube.—Le digo cuando llego al segundo piso.

Venus me observa con ambas manos en sus caderas, se lo piensa bastante y pasa los ojos de mí a la puerta de establo que apunta a la casa de los Murphy, para mi alegría, comienza a subir las escaleras.

Se queda observando el lugar invadido por la paja, aunque es cómodo para recostarse y tiene una perfecta vista del cielo estrellado en ocasiones como esta.

Se deja caer sobre la paja y yo hago lo mismo a su lado, Venus observa en silencio el cielo, hago lo mismo.

—¿Cuándo moviste todo esto?

—Hace un tiempo.

—Debimos hacer esto antes.

Hacer...

Ella suspira.

—¿Me has traído para tener sexo conmigo, Wade?

Me lo pienso y recibo un golpe en el hombro, pero enseguida presiono mi cuerpo sobre el suyo.

—¿Sería un problema si fuera así?

Mi boca busca la suya y recibo lo que deseo, pero ella sigue resistiéndose a mí.

—No pienses en el...

Se me queda viendo.

—No pienses en nada que no sea esto, tu y yo... ahora.—Le pido.—Melocotón...

Veo pequeñas marcas de lágrimas brotar de sus ojos.

—Siento que vamos a terminar arrepintiéndonos de esto.

—No lo creo.—Digo seguro.—No importa cuanto lo busque, no veo forma de arrepentirme de lo que estoy deseando ahora.

Me acerco a besarla y esta vez, ella solo se deja llevar igual que yo.

60 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora