𝓘𝓷𝓯𝓲𝓮𝓵𝓮𝓼 2

1.8K 113 5
                                    

Por su parte, en la habitación Kaghome e Inuyasha estaban muy callados. Aunque la azabache intentaba entablar una conversación con ese hombre, no lo conseguía. Él solo le contestaba con monosílabos y con su cabeza.

Terminando con la maleta de su amiga, saco de entre esa ropa un sensual y diminuto baby doll, de color rojo. La azabache se sonrojo, y justo en ese momento el peli plata la miro fijamente. ¿Cómo una mujer podía ser tan bella? Era una hermosa pequeña inocente y bondadosa, que solo miraba por el bien del otro. Lo había descubierto en su boda, y lo terminaba de comprobar en ese momento.

Desde ese día que la vio al entrar a su fatídica unión con Kikyo, con su vestido rosa pálido y su cabello finamente recogido, que se había interesado por ella. Pero se llevó una decepción al enterarse que era la mejor amiga de su esposa.

Aunque eso no detuvo sus pensamientos. Por varios días había pensado en ella, con el tiempo había logrado olvidarse, pero al enterarse de que Kikyo había pedido su ayuda y que ahora vivirían bajo el mismo techo, no lo estaba ayudando en nada.

Y menos aún, saber que estaba a solas con ella en una habitación. Su sonrojo se le hacía tan dulce que le parecía increíble que ya fuera una hermosa mujer de 26 años. Parecía que apenas tuviera 18 años. ¡Kami! Cada vez estaba peor.

-Debió de darte una enorme sorpresa cuando la viste con esto – Le sonrió. Nuevamente intentaba charlar con él.

- No lo sé. Nunca la vi con eso puesto – No era secreto para nadie el reacio que le tenía a esa peli negra que solo le había mentido y engañado. Y no tenía ningún problema en demostrar su empatía hacia ella.

- ¿Qué? – Sonrió internamente al ver la palidez del rostro de esa niña - ¿Cómo que nunca la visto con esto? Pero si esta...

- ¿Usado? Si, lo sé – Termino con su maleta y comenzó a acomodar sus cosas de aseo personal.

- Seguro... Seguro no recuerdas haberla visto con esto – Lo dejo a un lado y lo miro a él, muy preocupada – El impacto del sexo y todo eso...

- Kaghome – La miro fijamente. Que bien sonaba su nombre en esos labios – Desde antes de nuestro casamiento que no me acuesto con ella – Sentencio y prosiguió a guardar sus cosas.

La azabache se volvió a sentar en el suelo muy conmocionada. Si Inuyasha hacía más de dos años que no mantenía relaciones con su amiga, pero esa prenda estaba usada, muchas veces, ¿Significaba que...?

-Kio te... Te...

- Así es. Me engaña. Aunque todavía no puedo conseguir las pruebas suficientes para pedirle el divorcio y no tener que pasarle un solo centavo – La azabache no lograba analizar sus palabras. Ella no creía en los engaños, ni mucho menos en que una pareja pudiera subsistir sin hacer el amor, o tener momentos de intimidad. Era muy crédula para creer que si te casabas con una persona, era porque la habías elegido para pasar el resto de tu vida, ¿No?

Se acercó al peli plata y apoyo su mano en su brazo. Este la miro fijamente, sorprendiéndose al ver como tenía sus ojos algo llorosos.

-¿Qué te sucede? – No quería que se acercase a él. Y mucho menos quería ver esa mirada de pena hacia su persona.

- ¿Tú te encuentras bien? – Le pregunto muy preocupada. Abrió su boca para responderle, pero se calló. Ella no tenía por qué saber más de su vida personal.

- Ya hemos terminado aquí. Puedes irte si quieres – Tomo una toalla y se alejó de ella – Me daré una ducha – Y se encamino al baño, dejando a Kaghome con un nudo en su estómago.

Recordaba bien la promesa que su amiga había hecho con apenas 18 años, pero no pensó que duraría hasta esos días. Si la veía tan enamorada de ese peli plata, que hasta le tenía envidia por el hombre que tenía a su lado. No significaba que no estuviera enamorada de su esposo, o que fuera un hombre poco atractivo, pero Inuyasha sobre pasaba esos estándares.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora