𝓘𝓷𝓯𝓲𝓮𝓵𝓮𝓼 10

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Su profundo sueño se vio interrumpido cuando sintió como Kaghome se removia en la cama, como si tuviera una pesadilla. Abrio sus ojos, viéndola completamente sudada, y con cara de sufrimiento. ¿Qué demonios estaba soñando?

-No. Kouga, déjame. Inuyasha, por favor. Inuyasha – Repetia sin parar. Ni en sueños ese maldito la dejaba de molestar.

- Kaghome, cariño. Despierta – Se sento en la cama, y con delicadeza comenzó a mover su cuerpo. No soportaba verla sufriendo ni en sueños. Necesitaba despertarla.

- No. Inuyasha, ayúdame. No me dejes. Por favor. Kouga, déjame. Inuyasha... ¡Inuyasha! – Abrio sus ojos con rapidez, enfocando unos dorados que la miraban con preocupación.

- Pequeña, aquí estoy – Le susurro. La azabache arrugo sus labios, en clara señal de que llanto, y se abrazo a su cuello con fuerzas, temiendo que en cualquier momento fuera a desaparecer de su lado.

- No me abandonaste – Le susurro con su voz quebrada.

- Claro que no, muñeca – La abrazo con mas fuerza, para que sintiera que estaba ahí con ella – Nunca te dejaría.

- Gracias – Volvio a susurrarle con mucho alivio – Gracias – Poco a poco, el peli plata se fue recostando, junto con ella, quedando frente a frente, sin apartar su mirada el uno del otro.

- ¿Quieres contarme que soñaste?

- Que Kouga venia y me decía que yo era su esposa, que era mi deber estar a su lado, pero tenia a Kikyo de su mano. Y tu... Tu no hacias nada – Sus ojos volvieron a mojarse, mientras su voz comenzaba a quebrarse nuevamente – Solo me mirabas, agachabas la cabeza y te ibas. Me dabas la espalda y no me buscabas – Lo miro fijamente a los ojos, quebrando el alma de él. ¿Cómo podía causar tanto sufrimiento un simple sueño? – Me abandonabas.

- Nunca, princesa – La abrazo contra su pecho, y la envolvió con todo su cuerpo. Sus brazos e incluso sus piernas envolvían el pequeño cuerpo de esa niña – Nunca, jamas te dejare, ¿Me entiendes? Soy demasiado egoísta como para dejarte ir de mi lado – Beso su cabello, sintiendo como ella se calmaba poco a poco – Eres mi vida, Kaghome Sue. La mujer que amo y por la que lucharía contra el mismísimo diablo, si quisiera arrancarte de mi lado. No dejare que ni Kouga ni nadie te aleje de mi.

- Te amo, Inu. Te amo mucho – Le susurro con amor, besando su pecho.

- Y yo a ti pequeña, te amo mucho mas – Beso nuevamente su cabeza y con delicadeza comenzó a acariciar sus cabellos, logrando que poco a poco, la azabache vuelva a caer en los brazos de Morfeo.

Luego de comprobar que nada perturbaba el sueño de ella, Inuyasha siguió el mismo camino, cayendo en un muy poco profundo sueño, por las dudas que su pequeña volviera a necesitarlo.

Pocas horas después de lograr dormir nuevamente, Kaghome abrió sus ojos, descubriendo que tenia un leve dolor de cabeza. Esa pesadilla la habia afectado, pero al sentir como su novio la abrazaba completamente, habia logrado tranquilizarse y volver a descansar.

Giro su cabeza, encontrándose con el rostro del peli plata a pocos centímetros del suyo. Aun dormia, pero se veía tan guapo como siempre. ¿Cómo era posible que, aun con los efectos del sueño sobre él, pudiera verse tan bello? Ese hombre era de otro mundo.

Movio su cuerpo levemente, queriendo sentarse, pero antes de lograr hacerlo esos ojos dorados se abrieron de par en par, viéndola preocupados.

-Buen dia, Inu – Lo saludo con una sonrisa, logrando que la expresión en su rostro se relaje – Lamento despertarte.

- Buen dia, bella – Se acerco mas a ella, respirando ese dulce aroma que tanto le gustaba - ¿Pudiste descansar mejor?

- Si. Disculpame por despertarte asi. No era mi intención – Lo miro, con arrepentimiento en su mirada, lo que no le agrado nada a Inuyasha.

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