Capítulo 5

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Aunque tuviera pocas fuerzas, Marinette hizo un esfuerzo por sentarse en la camilla y permaneció expectante a las acciones de Chat Noir. Sin embargo, él parecía perdido muy dentro de sí, y la verdad era que estaba poniendo toda su atención en la forma en que brillaban los ojos y el cabello de la azabache con la luz de la luna encima. 

—Vas a conseguir que me cohíba— dijo ella con tono burlesco, logrando que finalmente reaccionara.

—Y tú vas a lograr que decida quedarme aquí el resto de la noche— respondió Chat Noir, bajándose de la ventana y acercándose a ella —No sé qué es, pero hay algo que te trae a mi mente desde que me encontraste...

Las mejillas de la joven adquirieron un tierno color rojizo, ese gato estaba diciendo cosas que eran capaces de agitar su corazón sin previo aviso y sin su consentimiento, y no se sentía mal, pero no le gustaba sentirse así. El joven permaneció junto a ella sin revelar el motivo de su visita, y el silencio después del momento le dio espacio a Marinette para recordar algo que vivió cuando estaba casi inconsciente.

—Me llamaste por mi nombre...— susurró Marinette, intentando recordar al mismo tiempo que las palabras salían de su boca —Cuando la batalla había terminado, me sujetaste entre tus brazos y lo dijiste...

Chat Noir, sorprendido, se dio cuenta del descuido que había cometido. Leyó su nombre sobre el regalo que le había dado a su forma de civil, pero ellos, la joven y el héroe, no conocían nada de sus identidades aún. Lo único que logró romper el silencio y aumentar los nervios de los dos fue el celular del joven de traje negro.

—¡Los héroes tienen más conocimiento del que crees sobre los ciudadanos que protegen!— exclamó el felino, exaltado, buscando una excusa para escapar —Si me disculpas, podrás oír que soy un héroe solicitado, mi tiempo es un privilegio. Sólo venía a...

Por supuesto que ni siquiera él sabía cuál era la real motivación que lo había llevado hasta allí. Descubriendo sus titubeos, Marinette abandonó sus propios nervios y no encontró nada mejor que soltar una pequeña carcajada cargada de ternura. Él también logró calmarse un poco, y lo incentivó a marcharse y seguir su camino.

—Tu celular no deja de sonar, seguro es importante— declaró la joven acomodándose en su camilla —Vete de una vez, gato ruidoso. Atraes los problemas.

Ninguno de los dos se dijo adiós. Antes de que Marinette decidiese cerrar los ojos y dormirse, sólo se miraron y se dedicaron una sonrisa. Quizá eso significaba que se volverían a encontrar.

Chat Noir avanzó tejado tras tejado dándose impulso con su bastón mientras su celular aún sonaba, parecería que todo París escuchó su tono de llamada esa noche. No pasó mucho tiempo para llegar a su mansión, pero concluyó en que lo más prudente no sería entrar todavía. Canceló su transformación estando sobre el tejado de su propia casa, y finalmente, contestó.

—Adrien...— escuchó desde el otro lado del móvil. Era la voz de Kagami, pero no la misma de siempre, se oía temblorosa y débil —¿Cómo estás?

El estado de ánimo de su novia lo alteró una vez más e hizo que mil pensamientos se cruzaran por su mente en un segundo, ¿qué había pasado?, ¿por qué Kagami estaba así y lo primero que le preguntaba era cómo estaba él?

—¿Estoy bien? Sí, eso creo— respondió el rubio, expectante.

—Qué fuerte eres— volvió a hablar Kagami, dando un suspiro de alivio —Estaba preocupada de que lo de la preparatoria te hubiese afectado, a mí me revolvió un poco. Empecé a pensar en la mala suerte que tenemos al perder la preparatoria el mismo día que nosotros entramos, pensé incluso que yo había llevado la mala suerte hasta allá...

Las palabras de Kagami empezaron a escucharse cada vez más lejanas. Había estado ahí cuando ocurrió la explosión, derrotó al villano y salió de ahí sin asimilar en ningún momento lo que todo eso implicaba para él, para Adrien y no para Chat Noir. Se sentó en el tejado lentamente, estaba impresionado, seguía sosteniendo el celular junto a su oído pero no estaba escuchando, se perdió en sus pensamientos.

Estaba seguro de que Kagami no tenía culpa de lo que había sucedido, pero, ¿y si él sí? Tal vez alguien había descubierto su identidad y como consecuencia enviaron a ese villano a convertir la preparatoria en escombros, y sí, lo derrotó, pero no pudo reconstruir la preparatoria, no pudo curar las heridas de Marinette y no pudo evitar el dolor de Kagami, entonces, ¿de qué servía salvar el día?

—Lo siento, tengo que colgar...— susurró Adrien, dejando el celular a un lado.

Recostado sobre el tejado, el joven pudo notar que la luna estaba peculiarmente brillante esa noche, pero en vez de sentirse reconfortado, sintió que ella se había robado todo su brillo y energía. Adrien no sabía cómo calmar el cansancio y soledad que estaba sintiendo en ese momento. Kagami era la única persona que conocía hace poco más de un año y que su padre había aceptado como amiga y posteriormente como su novia, pero ni siquiera a ella podía expresarle lo incompetente que se sentía siendo un héroe.

Las constantes puntadas en su cabeza no le permitían distenderse de sus malos pensamientos, pero al menos lo incentivaron a entrar en su habitación y caer rendido sobre su cama.

—Plagg, desde que me destransformé no has dicho ni una sola palabra— reclamó el rubio.

Tener a su kwami después de la batalla y saber que en todo momento había estado acompañado por él era una de las pocas cosas que reconfortaba su alma. Estaba lejos de ser lo mismo que un amigo humano, pero le gustaba escucharle y reír juntos.

Pero en esa ocasión, no hubo respuesta.

No importa cuándo [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora