Capítulo 8

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Pasó alrededor de una semana en la cual Marinette se recuperó rápidamente, la preparatoria siguió con su reconstrucción y Chat Noir debió volver a enfrentarse al mismo villano que día tras día, sin pausas, surgía y atacaba un nuevo lugar de París. Entre ellos, ya se encontraban en ruinas el hotel "Le Grand París" y una parte importante del museo de Louvre.

Una noche la azabache se encontraba en su habitación, sentada sobre su cama sosteniendo una libreta y un lápiz, mientras escuchaba atentamente una voz proveniente desde su celular.

—Los noticieros no dejan de especular sobre cuál será la fecha en la que veremos la ciudad totalmente destruida— dijo Luka a través del altavoz —Ten cuidado, tengo miedo de que la pastelería esté dentro de...

—¡Descuida! No pasará nada— respondió Marinette con seguridad, dividiendo su concentración entre lo que oía, hablaba y dibujaba —Sólo han estado destruyendo lugares importantes, y no es por desmerecer el negocio de mi familia, pero este lugar no se compara al museo o el hotel.

Haciendo un pequeño ruido de duda ante el optimismo de su novia, Luka recordó entre una pequeña risa lo terca que era y lo poco que servía intentar hacerla cambiar de opinión. De todas formas, prefería saber que ella estaba tranquila y no demasiado preocupada.

—En todo caso, ten cuidado— recordó antes de dejar el tema —Tengo que cortar, necesito estudiar antes de irme a dormir. Hablamos mañana... Te quiero.

—¡Yo también!— exclamó la azabache justo antes de sonase la finalización de la llamada.

Marinette se sorprendió cuando miró su celular y se dio cuenta de que eran casi las doce de la noche, había estado dibujando y hablando con Luka cerca de cuatro horas, pero era un exceso que sólo le traía felicidad. Ordenó las cosas con las que estaba trabajando y se dispuso a dormirse, no sin antes darle un pequeño beso de buenas noches a una de las fotos de su novio que tenía en la pared. "En algún momento tendré que escribirle una carta de agradecimiento a Juleka por hacernos coincidir", pensó.

La azabache se durmió fácilmente y sus horas de sueño se comenzaron a sumar. Sin embargo, pese a sus expectativas de pasar la noche en su habitual normalidad, unos fuertes golpes pero no agresivos en la subida a su balcón cerca de las cinco de las mañana la hicieron despertar. Abrió los ojos un tanto asustada, pero no encontró más remedio que envolverse en una manta y subir a ver qué estaba sucediendo.

Cuando ya estaba ahí, vio a Chat Noir, pero no el que conocía. Su traje estaba lleno de arañazos, su respiración estaba muy agitada, sus ojos parecían buscar algo que no encontraban en ningún lugar y todo hacía pensar que se desvanecería en cualquier momento.

—Hola...— susurró, dejando notar que su voz era tan débil como su apariencia.

Actuando rápidamente, Marinette lo cubrió con su manta y lo sujetó de los brazos para intentar ayudarlo a entrar a su habitación. Una vez que lo tuvo sentado en su cama, no pudo hacer nada más que sentarse frente a él y frotar lentamente su espalda, esperando que se calmara y fuese capaz de decirle algo.

—Estuve muchas horas luchando en la ciudad— declaró Chat Noir, soltando un largo suspiro —Esta vez lo que quedó destrozado fue el Estudio TVi... No puedo dejar de pensar en la cantidad de personas que estarán desempleadas, Nadja, Alec, era un edificio enorme... Y cuando amanezca, todos verán esa destrucción y hablarán de mí, me culparán, no lo destruí yo pero no pude hacer nada para evitarlo.

Escuchándolo con tristeza, la azabache intentaba buscar palabras que aliviasen un poco toda la frustración y presión que tenía encima.

—Sí, habrá gente que te culpará, ¿pero sabes qué? Es mucha más la gente que te respeta y agradece el trabajo que has hecho por todos— respondió Marinette, mientras él la miraba atentamente —Hay noticias y blogs sobre ti, eres el héroe, no te derrumbes. Puedo demostrarte lo mucho que la gente te admira, podría despertar a mis padres, ¡te adoran!

Soltando una pequeña risita nerviosa, Chat Noir le dedicó una mirada llena de toda la tristeza que estaba acumulando, justo antes de dejar caer su cabeza sobre el hombro de Marinette y ella, notando la necesidad de afecto, abrazó al héroe por los hombros sin pensárselo más de una vez. La calma que cruzó el traje y llegó directamente al corazón de Adrien era además de inexplicable, invaluable, pues era algo que ni toda la fortuna de su familia le permitió conseguir. Lenta y temblorosamente, rodeó la cintura de Marinette con sus brazos y logró corresponder a su abrazo y acortar considerablemente la distancia entre ambos.

Por un segundo ambos pudieron sentir lleno ese vacío que no los dejaba vivir. No se sentía incómoda ni nerviosa en esa situación tan peculiar, lo único que le causó extrañeza fue lo familiar que se sentía tener los brazos de ese enmascarado rodeando su cuerpo. La calidez de sus manos no se sentía como algo nuevo sobre su piel, pero aunque fuese difícil, prefirió ignorarlo.

Pasaron un tiempo así, hasta que el felino dudó de la capacidad de su corazón para latir con tanta fuerza y se alejó de ella con lentitud, quien lo miraba sonriente, pues su rostro se veía mucho más repuesto que antes. 

—No entiendo cuál es el propósito de todos estos villanos— dijo él intentando soltar lo primero que se le vino a la cabeza.

—Es fácil, creo. Están buscando algo o alguien— respondió Marinette mientras seguía pensando —Han destruido lugares donde suele haber mucha gente, el museo, el hotel y el estudio. Pretenden que esa persona o ese objeto quede desamparado.

Impresionado por como la azabache había razonado, el rubio pensó que debía contarle inmediatamente al maestro lo que estaba pasando, no sin antes volver a darle un abrazo a su salvadora. Sin embargo, cuando pretendía lanzarse hacia ella, su mirada se desvió hacia un diario mural que tenía cerca de su cama. Las decenas de fotos de ella y su novio lo hicieron apagar a la fuerza la fiesta de emociones que tenía en su estómago.

—Bueno, será mejor que te deje seguir durmiendo— dijo Chat Noir subiendo hacia el balcón —Muchas gracias, acabas de calmar mucho de lo que tenía dentro. 

Y contradictoriamente, estaba decidiendo irse porque había algo dentro de él que Marinette definitivamente solo lograba alterar. Antes de cerrar la salida, notó que ella sólo lo miraba, pues nunca se habría imaginado que dentro de su cabeza pasaban cosas similares a las que pensaba ella.

—Eres mi heroína— fue lo último que la azabache le oyó decir antes de que la compuerta al balcón se cerrase frente a su nariz.

La palabra heroína recorrió todo su cuerpo, tenía la sensación de estar recordando algo, pero ninguna imagen se formó en su cabeza, sólo fue un sentimiento fugaz que era incapaz de explicar. Mientras se volvía acostar y se tapaba con las sábanas, lo que para Chat Noir había sido casi como una declaración de amor para ella sonó como una burla que la hizo sentir extraña, "claro, como no puedo hacer tanto como él", pensó. Sin embargo, antes de dormirse le pareció un buen chiste.

Después de todo, ¿qué podría saber ella sobre ser una heroína?

No importa cuándo [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora