—¿¡Plagg!?— fue lo único que exclamó Adrien. Aterrado, incapaz de pensar qué podía estar pasando, el rubio se levantó exaltado.
Inmediatamente atribuyó la desaparición de su kwami a la grieta que poco a poco se acentuaba en su anillo, y sin importarle su cansancio ni el hecho de que fuese pasada la medianoche, salió rumbo al único lugar donde podía pedir ayuda. Al menos la oscuridad de la noche estaría a su favor y no tendría que ser tan discreto moviéndose de un lugar a otro.
Corrió como nunca lo había hecho e irrumpió en los aposentos del Maestro Fu sin consideración alguna, y excusándose a sí mismo tras ver que las luces estaban prendidas, abrió cada puerta en su camino sin cuidado alguno, hasta llegar a su destino.
—Maestro...— dijo con la voz entrecortada, jadeando.
Atónito por la aparición del joven, Fu lo miró sin ser capaz de decir nada, sosteniendo una taza de té entre sus manos. Y para sorpresa de Adrien, al igual que el maestro, dos pequeñas criaturas se giraron hacia él y lo miraron en silencio. Uno de ellos era Plagg.
Los presentes lograron que se tranquilizase y sentase, y tras darle una corta explicación, el rubio se enteró de que Plagg estaba preocupado por él, así que decidió hacerle una visita al maestro para hacerle un petición especial, aprovechando el momento en que Adrien parecía perdido dentro de su mente para irse.
—Así es, y yo utilizaré esta ocasión para decirles que cuando Plagg llegó, justo acababa de hacer lo que él venía a pedirme— habló Fu con una sonrisa, sintiéndose victorioso —Tendrás un aliado.
Wayzz, el otro kwami presente, señaló la caja de los miraculous para que el joven se diese cuenta de que había uno menos que hace unas pocas horas atrás. Adrien no demostró signos de alegría o molestia, sólo se dignó a asentir con la cabeza tratando de demostrar que le parecía una sabía decisión y lo agradecía, entendiendo también que lo prudente era no hacer preguntas al respecto.
—Aparecerá cuando sea necesario, y más les vale llevarse bien— fue lo último que dijo el maestro antes de despedir a Plagg y Adrien, quienes volvieron a casa en mitad de la noche.
El día siguiente avanzó sin mayores complicaciones, los noticieros no tuvieron ningún villano que reportar, la única noticia era que las reparaciones de la preparatoria comenzarían ese mismo día, para devolverles las clases a los estudiantes lo antes posible.
En el hospital, Marinette era revisada por el doctor que la iba a dar de alta, mientras que esperándola fuera de su habitación estaban sus padres y Luka. Minutos después el doctor dijo que no había ninguna complicación, sólo que intentase moverse poco durante algunos días y que tuviese especial cuidado con su brazo derecho. Tras darle las gracias, la azabache se levantó y fue directamente donde sus familiares.
—Pediré un taxi, no deberíamos hacer que Marinette se esforzase mucho— dijo Tom tomando torpemente su celular.
—No, no, ¡puedo caminar!— exclamó la joven intentando disuadir a su padre —Tengo ganas de caminar por la ciudad antes de volver a estar quieta en casa.
Tanto sus padres como su novio la miraron con desaprobación, pero en el momento en que ella se acercó a tomar la mano de Luka pareciendo totalmente dispuesta a disfrutar un poco de tiempo caminando junto a él, todos se enternecieron y comenzaron a avanzar sin protestar.
—¿Estás segura que estás bien?— preguntó Luka, mirándola aún un poco preocupado.
En señal de aprobación, la azabache le sonrió y acortó la distancia a la que iban caminando el uno del otro, en ese momento sólo podía pensar lo mucho que le gustaría que su casa estuviese más lejos.
Cuando ya quedaban pocos pasos para llegar, fuertes ruidos perturbaron su tranquilidad. La preparatoria estaba siendo reconstruida con gigantescas maquinarias y los constructores parecían correr de un lado hacia otro, seguramente el alcalde había dado órdenes de recuperar el establecimiento de su hija a la brevedad.
Ante los ojos de Marinette, una extraña figura de un constructor sobre una máquina llamó su atención desde lejos. Cuando ya estaban cerca, se dio cuenta de que no era un ayudante cualquiera, sino que era el mismísimo héroe de París sirviendo a los demás constructores para hacer las cosas más ágiles. Pero no era realmente su presencia la que la hizo dejar de caminar por la impresión, sino la triste mirada que él tenía.
En ese momento Luka sintió como Marinette tiró de su mano al dejar de caminar, y al fijarse en ella también la vio mirando hacia la construcción. Dedujo que las ruinas de la preparatoria le daban pena o nostalgia, no podía captar completamente el sentimiento pero creyó entenderlo, así que decidió permanecer en silencio hasta que ella hablara.
—Voy a saludar a alguien— fue lo único que le escuchó decir.
Tom, mientras veía como la mano de Marinette se desprendía de la de su novio, se dio cuenta de que Luka y Sabine tenían la misma expresión en su rostro, parecían tener una mirada nostálgica, pero en realidad estaban llenos de satisfacción, paz y calma sabiendo que alguien importante para ellos era alguien tan bueno.
Sin embargo, cuando Luka vio como ese gato negro se olvidaba de todas sus tareas para bajar de una inmensa máquina y acercarse a Marinette, mientras que ella se había apresurado a llegar a él a pesar de las palabras del doctor, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, tuvo un mal presentimiento que empezó en su cabeza, se detuvo a reposar en su pecho y llegó hasta sus pies.
Ante una escena tan conmovedora, solamente tuvo miedo. Mucho miedo.
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No importa cuándo [MLB]
FanfictionFanfic Miraculous Ladybug. ¿Y si ese día Marinette no hubiese recibido ningún miraculous? Chat Noir, el reconocido y único héroe de París definitivamente no había sido diseñado para combatir el mal solo, o al menos eso era lo que él pensaba desde qu...