Capítulo 7

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Cuando Marinette logró avanzar un poco entre los escombros de la construcción, Chat Noir ya se había dado cuenta de su presencia y se esforzó por bajar hasta ella utilizando su bastón, no perdiendo la oportunidad de hacer un gesto vistoso, elegante y presumido.

—¿No deberías estar en el hospital?— preguntó él, entre impresionado y muy serio.

Esa desconocida seriedad y preocupación en su rostro hicieron sentir a la azabache cohibida, hasta ahora sólo conocía su versión burlona y un poco de la heroica, pero no estaba lista para esa faceta suya. Reaccionando un poco lento, le insistió en que estaba bien y no se habían demorado en darle el alta, aprovechando el aspecto inquisitivo de la situación para hacerle la pregunta que a ella le interesaba.

Hace dos días no se podría haber imaginado a ese gato presumido tan consternado ante su más sincero "¿cómo estás?". Le dio la impresión de que estaba enfrentándose a algo nuevo y desconocido, como si nunca nadie se lo hubiese preguntado.

—La verdad me siento algo culpable— respondió con sinceridad, dejando que hablara Adrien y no la persona de quien estaba disfrazada.

—Hiciste lo que pudiste, salvaste a muchos alumnos, me salvaste a mí— dijo Marinette intentando subirle el ánimo —¿Te has dado cuenta de lo tranquilo que ha sido hoy? ¡Estoy segura de que ese villano va a pensárselo dos veces antes de volver a meterse contigo!

Soltando una carcajada por la sobreactuación de Marinette, su única respuesta fue darle un pequeño golpecito a una de sus coletas, jamás creyó ver tanta ternura junta.

—Bueno, al menos me llevaré el crédito de hacerte reír— susurró Marinette intentando ocultar sus mejillas rosadas —Ahora que soy tu amiga, espero que nunca se te ocurra andar salvando la ciudad con ese rostro, aunque admito que espantarías a cualquiera.

Pese a que ella había intentando seguir bromeando, los pensamientos del felino se detuvieron en una palabra en específico. ¿Qué había hecho bien él para que Marinette estuviese ahí subiéndole el ánimo, sin pedir nada a cambio, sin una condición que implicara que debía devolverle lo mismo? 

—No estoy seguro de saber lo que es un amiga...— respondió finalmente, dedicándole una pequeña sonrisa —Gracias.

Decidiendo que había hecho esperar demasiado a sus padres y su novio, Marinette comenzó a alejarse en dirección contraria a Chat Noir, moviendo su mano en forma de despedida. Ninguno de los dos exageraba cuando reconocían en ellos mismos los efectos que el otro, siendo casi desconocidos, producía. Esta vez le tocó a él ver como ella se alejaba y al otro lado de un montón de escombros, llegaba a los brazos de ese chico con el que evidentemente tenía un vínculo distinto a lo que era ser "amigos".

El resto del día fue duro, los jefes de construcción a los que les había ofrecido ayuda gratuita y voluntariamente se habían vueltos locos aprovechándose de algunos de sus poderes para avanzar más rápido, con suerte le dejaron libre cuando el sol ya estaba a punto de esconder su último rayo de luz.

Adrien llegó a casa exhausto, pero aliviado de haberse inventado mil excusas durante el día para justificar su ausencia. Al entrar a la mansión, vio la luz del comedor encendida y se topó con la sorpresa de ver a su padre cenando con Kagami, ella era la única capaz de sacarlo de su escritorio. Aprovechó la instancia para sentarse con ellos. Ya no tenía la creatividad suficiente como para unirse a la conversación, pero les escuchó con alegría.

Una vez terminada la cena, Gabriel se perdió entre la oscuridad de la mansión y ambos jóvenes reposaron en unos sillones que estaban cerca de una chimenea. Cuando parecía que el rubio estaba cerca de caer rendido ante el sueño, una espada extendida y casi desafiante frente a su rostro parecía tener otra idea.

—Nunca se está lo suficientemente cansado como para tener un pequeño duelo— anunció Kagami, haciéndolo tomar una espada para defenderse.

Aunque el lugar no era el correcto y no poseían la ropa adecuada, ambos comenzaron un duelo de espadas que subía y bajaba de intensidad y existía entre una secuencia de risas y burlas desafiantes de ambos participantes. Apoyando sus espadas la una contra la otra, ese inocente duelo desembocó en una tierna secuencia de besos que sólo era apreciada por la cálida fogata encargada de mantener el calor de sus cuerpos.

—Es curioso que... Aun teniendo teniendo tantos lugares por ver y visitar, sepa que el único lugar en el que me gustaría estar es aquí contigo— susurró Kagami, separándose de sus labios por un breve momento.

A Adrien lo que le resultaba curioso era que nunca, incluso ahora, hubiese sido capaz de ser tan espontáneo, lindo y romántico como Kagami lo podía ser con él a veces, a penas podía reaccionar dándole un beso en pos de no arruinar el momento. Estaba seguro de que la quería muchísimo, pero tal vez el hecho de que su padre hubiese tomado la decisión de hacerlos pareja en vez de él mismo lo seguía molestando, sin contar que además ordenó a Nathalie que inmediatamente le avisara a todos los noticieros y desde ahí cada gesto romántico se volviera un nuevo archivo en las cámaras de la prensa.

Cuando la peliazul había puesto rumbo a su casa, Adrien subió decidido a dejarse caer sobre la cama igual que las noches anteriores y no volver a abrir los ojos hasta el otro día. Sin embargo, al abrir la puerta, un pequeño paquetito azul sobre su escritorio le impidió hacer lo que quería, pues se sintió atraído hacia él y una vez que lo vio de cerca, recordó lo que era.

—"Marinette"— leyó nuevamente, era el regalo que ella le había dado cuando de toparon en la entrada de la preparatoria.

Abrió el regalo lleno de nervios pero con cuidado, encontrándose con un lindo bordado que incluía a todos sus compañeros de clase y bajo de ellos tenían escrito "bienvenido". Su cuarto estaba tan silencioso que podía oír los latidos de su propio corazón, ¿ella hizo algo tan lindo incluso para alguien que no conocía?

Antes Adrien se había respondido a sí mismo creyendo que sólo necesitaba tiempo para encontrar las palabras que le quería decir a Kagami, pero aparentemente, no existían. Se dio cuenta de ello al ver el bordado, pues miles de frases para Marinette se le cruzaron en la cabeza, algunas para agradecerle, algunas para destacar lo linda que era, e incluso, otras que simplemente eran excusas para mantener una conversación con ella. Había sido así desde que despertó y se topó con sus ojos, las palabras aparecieron en su cabeza como si hubiesen estado guardadas allí desde antes.

—Vaya, vaya— musitó Plagg viendo a su amo desde lejos —Quién diría que los héroes desarrollan un corazón tan complejo.

No importa cuándo [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora