Los días fueron intensos tras los acontecimientos en la casa de Marinette. Cada día la televisión mostraba a Chat Noir y a su nuevo aliado, conocido como Viperion, enfrentándose al mismo villano que una y otra vez aparecía con claras intenciones de destruir un nuevo lugar, y para tristeza de toda la ciudad, la mayoría de las veces no lograban impedirlo. Para ambos eran muy difícil fracasar y volver a casa completamente cansados intentando cubrir sus ausencias ante sus familias.
El alcalde, André Bourgeois, se veía constantemente entre la espada y la pared con preguntas que era incapaz de responder. Derivaba la responsabilidad de atrapar a los villanos a la policía, y éstos a su vez, decían que no podían hacer nada más que dejar todo en manos de los héroes, algo que en realidad era bastante cierto.
Por su parte, los Dupain-Cheng decidieron no ser una carga para la familia de Alya, y sin perder el tiempo, montaron un negocio con la madre de la joven. Como ya no estaba la tienda ni el hotel cocinaban en casa y juntos innovaron algunas recetas convirtiéndolas en comida a domicilio, servicio del cual Marinette y su mejor amiga estaban a cargo.
—Soy realmente torpe, me alegro de no haber entregado ningún pedido totalmente estropeado hasta hoy— dijo la azabache a la morena mientras se colocaba su casco para subir a una bicicleta.
—Nuestros padres confían en nosotras, más te vale tener cuidado— respondió Alya guiñándole un ojo antes de partir —¡Nos vemos!
Marinette dio un pequeño suspiro, nunca se imaginó la destrucción de la preparatoria, de su hogar y de su tiempo libre para hacer lo que le gustaba, pero debía resignarse. Miró su celular para ver la dirección a la que debía llevar unos macarrones y empezó a pedalear con determinación, dispuesta a llegar a su destino sin ningún incidente de por medio.
Se extrañó un poco cuando llegó al lugar y la fachada le anunciaba que estaba apunto de entrar a un negocio dedicado a los masajes. Estaba frente a un lugar que podía asegurar que nunca había visitado antes, y sin embargo la sensación de estar teniendo un deja vu no se marchaba. Tocó el timbre y la puerta se abrió, y aunque dudó un poco, entró hasta llegar a la primera puerta que había en el camino. Deslizó la entrada con el cuidado que consideró pertinente, y en ese momento cruzó miradas con el anciano que semanas atrás había aparecido en su casa.
—¡Whoa!— exclamó Marinette tambaleándose por la sorpresa y amenazando con caerse junto al encargo que llevaba en la mano.
—Tranquila, toma asiento— dijo el Maestro intentando hacer notar calma en sus palabras, pero la realidad era totalmente distinta.
Horas antes de ese encuentro el anciano debió analizar, teniendo en cuenta sus 186 años de experiencia en la vida, cuáles eran sus opciones más y menos arriesgadas para dar batalla al enemigo. Y aunque había oprimido constantemente la idea de darle el Miraculous de la Mariquita a alguien, al momento de ver a esa chica supo que ella tenía lo necesario para usar un miraculous con sabiduría y lograr que en París triunfara el bien.
Fu logró hacer que la joven se calmara al abrir la caja de los miraculous y explicarle quién era él y cómo funcionaban esos objetos mágicos.
—Este que ves aquí es muy importante, es el Miraculous de la Mariquita— le contó mientras tomaba los aretes y los guardaba en una caja más pequeña.
Posterior a decir eso, el Maestro extendió su mano intentando lograr que la joven tomase la caja, pero ella simplemente lo miró sin decir nada. Dándose cuenta de que Marinette no era capaz de comprender qué hacia allí y por qué él estaba intentando entregarle aquellos aretes, se aclaró la garganta para proceder a darle una mejor explicación.
Le contó que el mismo día que un akuma atacó París por primera vez, fue el mismo día que al revisar la caja de los miraculous se dio cuenta de que el Miraculous del Gato tenía una pequeña grieta, y el de la Mariquita estaba en peores condiciones, sin que él pudiese entender la razón.
Pasados los días, razonó y entendió dos cosas. Primero, que los daños en esos objetos se debían a que alguien había estado cambiando el pasado, es decir, su presente. Y segundo, supo que aquellas grietas claramente tendrían efectos en el portador si los usaban en ese estado, pero por el bien de todos debía arriesgarse al menos con el del Gato. Pero no era suficiente, sin el poder de arreglar las cosas al final de cada batalla el trabajo de cualquier portador con cualquier miraculous que no fuese el de la mariquita parecería inútil.
—Por eso finalmente se decidió a darle esto a alguien...— susurró Marinette, al lograr comprender el por qué de las acciones del Maestro —Pero, ¿por qué a mí?
El Maestro sólo le sonrió para darle a entender que ya había hablado demasiado. La azabache terminó por recibirle la caja, pero le advirtió que ella no se sentía con ninguna capacidad de ser una heroína ni tenía ganas de serlo, sólo se lo llevaría para pensárselo un poco más y porque no podía seguir perdiendo el tiempo en el que debía estar trabajando.
—Veo venir un momento muy crítico en esta lucha— dijo él antes de que la muchacha partiera, escondiendo su cabeza entre sus brazos para hacer una pose de súplica —Por favor, úsalo.
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No importa cuándo [MLB]
Fiksi PenggemarFanfic Miraculous Ladybug. ¿Y si ese día Marinette no hubiese recibido ningún miraculous? Chat Noir, el reconocido y único héroe de París definitivamente no había sido diseñado para combatir el mal solo, o al menos eso era lo que él pensaba desde qu...