Capítulo 14

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—Marinette, tú...— comenzó a decir Chat Noir mientras su corazón reaccionaba con fuerza.

Sin embargo, a pesar de su determinación, antes de que pudiese terminar esa oración Luka apareció ante ambos e hizo que el felino se tragase sus palabras. La azabache estaba sorprendida por la aparición de su novio, el mismo que sin decir una sola palabra recogió la bicicleta que ella había dejado caer un minuto antes y comenzó a avanzar. Marinette miró a Chat Noir y se encogió de hombros, en señal de que no le quedaba más opción que seguir al peliazul.

Luka avanzó lleno de inseguridad hasta que sintió los pasos de la azabache aproximándose a él y suspiró con alivio, pero siguió avanzando sin voltear pues estaba avergonzado y sabía que le costaría mucho recuperar su tranquilidad natural. La forma en que acababa de utilizar su poder estaba mal pero el miedo lo hizo actuar impulsivamente, al igual que lo haría ahora.

—Tengo que hablarte de algo— dijo él deteniéndose y volteándose hacia ella.

Su novia lo observó preocupada, temió que la falta de tiempo hubiese cambiado los sentimientos de Luka. Él, casi leyendo sus pensamientos, sonrió y movió su cabeza hacia ambos lados para indicarle que no se trataba de nada de lo que pudiera estar imaginando.

Unos días atrás, cuando acababa de llegar de otra exhaustiva jornada en la que debió dividirse entre su vida de universitario y de héroe, Juleka le entregó un sobre que habían dejado en su puerta más temprano. Al abrirlo, se enteró de que  había obtenido una beca para continuar con sus estudios de música en el extranjero.

—Quiero tomar la oportunidad, viajar y aprender lo que me gusta me hace verdadera ilusión— siguió contando la historia, preparándose para agregar lo importante al final —Pero tú me gustas más que cualquier oportunidad que tenga y despedirme de ti no es algo que quiera incluir en ninguna de mis canciones. Puede sonar utópico o muy alocado, pero somos jóvenes y tenemos que aprovecharlo, en fin... ¿Te gustaría venir conmigo?

Marinette no podía estar más sorprendida ante esa propuesta, estuvo al borde de asumir que sus días junto a él simplemente se habían acabado. Nerviosa, mientras trataba de imaginarse qué pasaría con sus estudios, sus padres y su supervivencia en el mundo, se dio cuenta de que si se imaginaba junto a Luka nada parecía irrealizable. Tras conversar un rato más y resolver todas sus incertidumbres, ella terminó aceptando, en nombre de los impulsos de cualquier adolescente enamorado.

—Está bien— afirmó ella mientras se acercaba para darle un abrazo —Nos iremos cuando todo vuelva a la normalidad aquí.

Ni el mismo Luka se habría imaginado que su propuesta impulsiva tendría una respuesta tan afirmativa e igual de impulsiva. Sorprendentemente, para ambos era más fácil imaginarse juntos estando al otro lado del mundo que imaginarse separados. Inundado de felicidad, correspondió a su brazo y comenzó a girar lentamente mientras aún la sostenía entre sus brazos. Tal vez lo que hizo minutos antes había sido realmente malo, pero si hubiese sabido que tendría ese resultado jamás se lo hubiese cuestionado. 

***

Ya en casa, Adrien intentaba concentrarse leyendo un libro para practicar su chino, pero la constante imagen de él apunto de confesarse no lo dejaban en paz. Sabía bien que estaba con alguien más y sin embargo a penas vio a Marinette a su alcance corrió hasta ella y parecía dispuesto a comenzar a hablar y no parar independiente de cuáles fueran las consecuencias.

—No lo puedo creer, pasó de verdad— se dijo a sí mismo mientras escondía su rostro entre las páginas del libro —Si su novio no hubiese estado ahí de casualidad...

—Creo que fue más que una casualidad— susurró Plagg, un poco molesto.

Sin entender a qué se refería el kwami, el rubio decidió que no podía seguir siendo interrumpido por sus sentimientos en sus actividades cotidianas, así que tenía que hacer algo al respecto y esta vez no tenía que ver directamente con la azabache. Debía hablar con Kagami.

Aprovechándose una vez más de sus poderes, cuando la noche ya había llegado y una torrencial lluvia  caía sobre París, Chat Noir saltó de tejado en tejado con un objetivo fijo en la mente. Al estar fuera de la casa de Kagami y librarse de su transformación, tocó el timbre y esperó pacientemente que alguien le abriese mientras las gotas de lluvia llegaban a cada rincón de su cuerpo.

Cuando dentro dieron aviso de que alguien buscaba, la peliazul observó las cámaras y al darse cuenta de quien se trataba, ordenó a uno de sus sirvientes que abriera la puerta rápidamente y a otro lo mandó por toallas, un secador de pelo y un chocolate caliente. Adrien se detuvo en la puerta de la mansión, ambos compartieron una mirada y Kagami parecía incapaz de siquiera sospechar el motivo de su visita.

—Somos muy parecidos, ¿no crees?— soltó el rubio de repente.

La peliazul sin duda estaba extrañada, no podía deducir con certeza a qué se refería y oírle hablar así era algo completamente nuevo, así que le preguntó si algo le pasaba.

—Ese es el problema, no pasa nada— confesó él, aún sin hablar claro —No sé si alguna vez de verdad pasó algo...

Y aunque para cualquiera el mensaje hubiese sido abstracto e impreciso, Kagami no necesitó más palabras que esas para entender de qué estaba hablando.

—Está bien... Sí, está bien— reiteró ella esbozando una pequeña sonrisa —Entra rápido, te resfriarás.

Sorprendido, Adrien la siguió y ambos se detuvieron junto al fuego proveniente de una chimenea. No podía estar seguro de que ella le hubiese entendido, pero por alguna razón no podía dejar de verla sonreír ligeramente mientras los sirvientes le entregaban lo necesario para secarse y cambiarse de ropa.

—Siempre pensé que llegaría el día en que te darías cuenta de lo que es estar enamorado de verdad. Nosotros nunca nos exigimos nada, por instinto aprendiste a estar para mí y yo para ti— habló Kagami mientras agregaba más leña al fuego, muy calmada —Eso realmente pasó y fue suficiente para mí, un verdadero regalo, pero no era amor... No de tu parte. Si tengo que dejar de contar contigo, no me preocupa, volveré a estar sola como antes.

—No pretendo que nos abandonemos mutuamente a merced de lo que decidan nuestras padres sobre nuestras vidas— respondió Adrien sujetándola de ambas manos —Aunque después de todo no pueda verte como creo que tú me ves, tienes que saber que puedes contar conmigo.

Ambos  se abrazaron siendo abrigados por el calor proveniente del fuego. Era demasiado tarde como para que el rubio volviera a casa, así que Kagami lo llevó hasta el cuarto de invitados y se dieron las buenas noches como si nada hubiese pasado. Pero a penas ella llegó a su habitación y cerró la puerta, las lágrimas que había aguantado cayeron por su rostro y la falsa calma que había demostrado se borró en el momento en que tomó cada una de sus pertenencias para arrojarlas al suelo totalmente enrabiada.

Acabó enojándose incluso con ella misma, ya que al encontrar la rosa que Adrien le había regalado no fue capaz de arrancar cada uno de sus pétalos. Pero debía estar tranquila, alguien desde lejos la estaba observando y la ayudaría a encargarse de que su corazón roto no fuera en vano.

No importa cuándo [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora