Los días pasaban.
Y la llegada de mi ida igual.
Pero cada noche.
Una imagen, un ser se manifestaba en mis sueños.
Aquella silueta que veía al dormir se quedaba inmóvil hasta que despertaba.
Así paso cada noche hasta mi crusificcion.
Cuando me consentraba lo suficiente en las últimas noches.
Me lograba acercar a él, un sujeto con túnica, de un color hueso, holgada, sentado de espaldas.
Sin hacer movimiento alguno en todas las noches que lo observé desde lo lejos.
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