O3

440 70 2
                                    

El señor Damocles se levanta de su silla tras hablarme un poco sobre cómo se trabaja en la escuela, conversación que hubiera preferido perderme. No estaba muy interesante

Me acompaña, sin tocarme o ayudarme— cosa que agradezco un poco— hasta el salón que se supone, me toca.

Abre la puerta sin pedir permiso y pasa, haciéndome una seña para que me quede afuera. Obedezco, pues el primer día de clases es muy temprano para andar haciendo desastres.

Una vez me hace entrar, mi vista cae sobre Marinette, que se sienta en la segunda fila. Ella también me sonríe y mueve su mano. La chica junto a ella, no sé su nombre, le susurra algo y la de las dos colitas le sonríe, al parecer explicando.

— Preséntate. — me implora la que parece ser nuestra profesora.

— Soy Tn — digo simplemente, intentando pararme derecha. Mi rodilla duele, de pronto. — Es un gusto.

— siéntate junto a Iván — Nuevamente me habla y la miro, esperando que me señale a tal persona.

— Él es Iván, Tn — habla Marinette, haciéndome mirarle y luego al gran muchacho detrás suya.

Asiento agradecida y hago un esfuerzo para llegar a su lado. Me siento, suspirando y acomodo mi rodilla de una forma que no duela tanto.

El muchacho junto a mí me mira y luego susurra: — ¿Te duele mucho?

Niego instantáneamente y luego le sonrío, para tranquilizarlo. No parezco lograrlo, pues su rostro se contrae al ver el mío, lleno de rasguños, y una gasa.

— Estoy bien, no te preocupes — le susurro y vuelvo mi vista al frente.

La clase, en principio, parece bastante interesante. Fuera de todo, soy alguien que valora —no mucho— las cosas, pues parte de mi vida la viví sin ellas. Estar en una clase es un honor para mí, más aún si es en la capital de Francia y en un colegio tan prestigioso.

De pronto, la profesora pasa junto a Iván con velocidad, caminando y golpea la mesa del chica detrás nuestra.

Él, asustado, levanta la cabeza de su cuaderno y mira a la mujer con miedo, casi temblando.

— ¡Nathaniel, por estos dibujos repruebas tus materias! — regaña, moviendo de un lado al otro una hoja que había agarrado del cuaderno del chico. Esta fue tirada al suelo, y convenientemente, cayó junto a mí.

Con esfuerzo, me agaché para recogerla, abriendo mis ojos al notar como era mi rostro plasmada en ella. Yo, con todos mis rasguños y la gasa, con el golpe bajo el ojo.

Volteé, estirándole la hoja al chico, quien me miró apenado. Negué, sonriendo para él y luego miré a la profesora nuevamente, quien mantenía su ceño fruncido.

— ¡Ve a dirección! No quiero ver más de tus dibujos en mi clase — gritó, señalando la puerta.

El chico se levanta con pesadez, tomando su bolso y sus cuadernos, para luego bajar la cabeza, caminando por uno de los pasillos y saliendo por la puerta. No puedo evitar enojarme un poco. ¿Por qué lo han mandado a la dirección? ¿Solo por dibujar? ¿Ahora eso es un crimen.

Bufo, algo molesta y, lo que resta de la clase, me la paso pensando en la injusticia del mundo y en el lindo dibujo que ese chico hizo de mí.

Tattoo ♡ NathanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora