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Mi boca se abre con asombro cuando por fin Marinette me muestra el vestido que hizo para mí.

Es largo y cae con varias capaz de tela bordó bastante obscuras. Desde mi cintura hasta la rodilla y volviendo a subir, cae una cadena de un color plateado medio oxidada que no pesa demasiado. La parte de arriba es un top con encaje que realmente no se nota mucho; tiene varios detallen en plateado y una tela de alarga desde mis claviculas hasta mis brazos, haciendo algún tipo de manga que no me cubre en ningún sentido.

Acompañado de aquella obra de arte, Marinette me extiende una corona plateada con varias piedrecillas bordó y óxido en varios extremos. Es preciosa y me queda bastante bien.

Le agradezco, abrazándola y, por último, me entrega un par de tacones no muy altos, negros con brillo rojo obscuro que me gustan.

Me coloco todo el conjunto y ella parece emocionada, pues chilla y aplaude, repitiendo una y otra vez que parezco una princesa.

Tal vez una princesa podrida, no sabría decir. Aunque sí me gusta cómo me queda el vestido.

Dos horas más tarde, Nathaniel llega a casa de Marinette, preguntando varias veces cuál es la emergencia por la que lo hemos llamado y ambas nos reímos en su rojo rostro. Seguro corrió.

Marinette rápidamente se acerca a él, explicándole que ha hecho un traje que combinará con mi vestido y que él debe probárselo.

Me pregunto por qué ella tiene las medidas del cuerpo de Nathaniel, con algo que no logro descifrar y me sorprendo cuando noto que lo que siento son celos por alguien así.

Me golpeo mentalmente y escondo mi rostro sonrojada, completamente apenada por mis pensamientos, aunque nadie parece darse cuenta.

Minutos después, estoy mirando con admiración cómo Nathaniel luce un traje bordó que en las mangas tiene algunos detalles en plateado y cómo en el bolsillo del pecho, lleva una cadenita colgando, con una rosa de mentira bastante marchita.

— Le queda genial — elogio sin darme cuenta y Nathaniel ríe, apenado.

— ¿Puedo ver el vestido de Tn? — pregunta, mirando cómo Marinette y yo negamos.

— Es una sorpresa ~ Solo voy a decirte, que se veía preciosa.

— como de costumbre — masculla él y Marinette abre los ojos con sorpresa, mientras que yo desvío la mirada y Nathaniel se sonroja ante lo que dijo.

Nathaniel y yo salimos de casa de Marinette rato después, ambos mirando al frente y caminando en silencio. Un silencio extrañamente cómodo que me deja plantearme las cosas nuevamente, aún si pensaba que ya tenía todo claro.

Él me mira, puedo sentirlo, pero lo ignoro, aún más cuando toma mi mano antes de cruzar la calle, sosteniéndola lo que queda del recorrido.

Comienza a tararear cuando pasamos por al lado de la Torre Eiffel y veo al hombre que tocó antes para mí. Él también me nota y cambia con rapidez su canción, ahora sonando una romántica que me hace sonrojar.

Le sonrío antes de tirar de Nathaniel, que salta ante la proximidad que nos obligo a tener.

— N-No sé bailar — se excusa y río.

— te enseñé a bailar, Nath. — lo regaño, sientiendo como sus manos se ganan en mi cintura — baila conmigo.

— V-Vale...

Y comenzamos a movernos, obligandonos a mantenernos juntos, rozando nuestros cuerpos sin morbo, con cariño y nerviosismo.

Tattoo ♡ NathanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora