17- El acuerdo.

560 38 26
                                    

Emma Jhonson.

Aun no me movía ni reaccionaba, Blair solo me miraba como si estuviera frente a un gran cesto de basura, yo intentaba decirle algo pero nada venía a mi mente, así que lo pensé mejor y decidí tomar otro rumbo.

—Quiero ser sincera ante todo hoy Blair. —dije mirándola fijamente, ella aun se encontraba parada en el umbral de la puerta mirándome con asco y burla a la vez, tal como miraba siempre a las personas que odiaba.

—Oh que alegría, la mentirosa quiere hablar con la verdad. —soltó una sonora carcajada que estremeció lo más profundo de mi ser.

Está usando mis técnicas.

Y lo hace para hacerme sentir mal.

¿Por qué tuve que convertirla en esto?

—Es cierto que vine a pedirte perdón y a tratar de remediar todo el daño que cause. —me acerqué un paso a ella y ella seguía sin inmutarse ante ninguno de mis movimientos.

—Vaya que novedad. —rodó los ojos y se cruzó de brazos con fastidio.

—Pero —tomé una pausa—. No lo haré.

Ahora me miró medio frunciendo el ceño, con desconfianza, tratando de descifrar mi actitud y mis palabras.

— ¿Entonces qué quieres? —cuestionó con rudeza.

—Sé que no me perdonarás, pero necesito tu ayuda. —sonrió de lado y sé que algo me dirá que me dolerá.

—Siempre me has necesitado Emma. —esas palabras me hicieron sentirme pequeña, todo rastro de confianza y seguridad en mis palabras se esfumaron.

Respiré profundo y ella empezó a reír fuertemente mientras se acercaba a mí e intentaba mirarme, pero yo había bajado la mirada.

— ¿Lo recuerdas Emma? —tomó mi mentón y me obligó a mirarla.

Yo no tenía nada que decir, por primera vez me había quedado sin palabras y todo dentro de mí se sentía helado.

—Sí. —fue lo único que pude decir.

—Emma Jhonson, una niña insegura, triste y llena de un enorme odio —mi visión empezó a nublarse, ese dolor que sentí de niña, ese dolor que me decía que estaba sola y rota regresó—. Estaba sola, no tenía un apoyo, estaba destruida y rota.

—Para. —solté con voz entrecortada y Blair solo sonrió y empezó a caminar en círculos alrededor de mi.

—No tenía amigos, ¿Por qué?, era odiosa, mala, nadie la quería, nadie quería ni verla, pero esa niña empezó a darse cuenta que le gustaba ser odiada, pero aun así, empezó a sentirse mucho más sola, todos los niños tenían amigos para hacer travesuras y maldades, pero ella no, estaba tan rota que se encontraba sola sin nadie que la apoyara. —su voz retumbaba en mi cabeza una y otra vez y lagrimas empezaron a brotar de mis ojos.

No es cierto, Emma, no estás rota.

Si lo estás Emma, sólo no lo quieres reconocer.

No, no estoy rota.

—Ya para. —todo empezaba a darme vueltas.

—Pero un día, una niña ingenua y con un problema de odio parecido al de Emma llegó, le entregó todo de ella, le regalo momentos de risas, maldades compartidas, la apoyo en cada momento crítico de su vida, estuvo ahí cuando poco a poco todos empezaron a alejarse de ella y nunca se apartó de su lado —fuertes sollozos salían de mis labios—. Nunca se apartó Emma, esa niña tenía sus propios problemas pero jamás se apartó del lado de esa niña triste y rota.

Mi Amado Problema. (Problemáticos #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora