Lucas Williams.
El sol se colaba tras la cortina de mi ventana. El dolor de cabeza era intenso y sin hablar del vacío emocional que sentía.
Hacía frío, ya se aproximaba diciembre y las brisas frías azotaban a cada nada. Miré la hora en mi teléfono, que me avisaba que ya se me había hecho tarde y debía empezar a trabajar. Me levanté con pesadez de la cama, fui al baño, me duché, cubrí mis necesidades más importantes y salí como nuevo. Aún con la cabeza palpitándome del dolor, pero ya tomaría una pastilla para eso.
Fui hasta mi oficina en casa con la toalla envuelta en la cintura. Se supone que debería comer algo antes de empezar a gastar energías pensando y trabajando, pero la verdad no tengo muchas ganas de comer o hacer otra cosa que no sea ocuparme en trabajar y no darle espacio a otros pensamientos en mi cabeza.
En eso se ha reducido esta última semana, me despierto en la mañana con migraña, me ducho, me pongo a trabajar en mi despacho aquí en casa desde mi laptop, llega la tarde así que como algo, veo pelis deprimentes como un marica y termino llorando durante la noche hasta que me canso y me duermo. Luego se repite el ciclo, y es como que sucede inconscientemente ya que aunque lo evite vuelvo a ese ciclo que ya me ha abarcado durante una semana.
Abro la laptop empezando a hacer facturas, respondo correos que me han enviado y por alguna razón Lisa no ha respondido, ¿Qué estará haciendo que no puede hacer su trabajo bien?
Me presiono la cien recordando que no he tomado nada para el dolor de cabeza y de nuevo me está martillando. Mi paciencia es un asco y al ver que personas no hacen lo que les pido me la colma en un dos por tres. Busco por Skip a Lisa, la llamó y no pasaron ni dos timbrazos que ella respondió. La pantalla se iluminó mostrándola con una sonrisa de oreja a oreja, en pijama y su cuarto a oscuras totalmente.
—Hola amor. —susurró y yo la miré mal.
—No te pago para que andes durmiendo a esta hora. —solté con frialdad.
— ¡Es domingo por Dios! —se cruzó de brazos y yo seguí sin inmutarme—. Okey, perdón, debí responder todos los E-Mail y ayudarte con las facturas que me pediste pero estuve ocupada.
Murmuró lo último entre dientes y yo seguía con la mirada helada y sin emoción— ¿Ocupada en…?
—Rubia, ¿con quién hablas? —la voz de un chico inundó el lugar y a Lisa parecía que se le iban a salir los ojos de la cara.
— ¡No es lo que crees Lucas! —empezó a excusarse y yo fruncí el ceño.
¿Le estaré pidiendo explicación de con quien se acuesta o con quien no? No recuerdo haberle preguntado nada.
—Solo ponte a trabajar.
Colgué sin darle tiempo de responder. Fui a la cocina, tomé una pastilla de una alacena con medicamentos, me la tomé y miré el reloj de la pared.
9:37 am.Joder, no ha pasado ni una hora que me puse a trabajar y ya siento que no puedo más. Tome una manzana de la nevera y me la comí con pereza. Mi teléfono empezó a sonar en la sala de estar, así que fui a buscarlo con el mal humor por el cielo.
—Hola.
—Al fin respondes. —rodé los ojos al escuchar la voz de Sofía.
—Si no contestaba era porque no quería hablar, ¿no crees? —la escuché reír a otro lado y yo no le encontraba risa a nada.
Era cierto, no quería saber nada de ellos aunque sea por unos quince días más.
—A ver… Te quiero en frente de mi casa en quince minutos, no preguntes nada, solo ven, y no acepto un no por respuesta. —y colgó.
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Mi Amado Problema. (Problemáticos #2)
Novela JuvenilLucas Morris, un chico frío, rudo, cruel, insensible y deshonesto. Esas son las características de este chico, pero luego de haber conocido a una chica de abundantes rizos y ojos verdes, su vida cambio. Poco a poco empezó a mejorar, pero aun guardab...