20- Hablemos.

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Lucas Morris.

―Hola Emma. ―dije con voz suave, me miraste y luego te acostaste completamente en tu cama, parecía que no querías hablar y eso me hizo sentir nervioso.

―Habías tardado mucho en venir Lucas. ―su voz sonó un poco ronca e imaginé que había estado llorando.

― ¿Sabías que vendría? ―cuestioné aun hablando con suavidad y acercándome un poco a su cama.

―Lo presentí, siempre vienes cuando todo está fatal. ―soltó con voz apagada y se abrazó a su almohada como si de ello dependiera su vida.

― ¿Eso es bueno o malo? ―dije con un toque diversión y me senté junto a ella en su cama.

Desde mi vista Emma parecía una niña de unos nueve años, se veía tan pequeña y tierna que solo quería abrazarla y tratar de borrar de su mente todo lo malo que ha vivido, para que sea feliz como lo merece.

―No lo sé, quizás bueno, siempre estás cuando estoy a punto de romperme de nuevo. ―con sus ojos cerrados y aferrada a su almohada pude ver como sus mejillas se enrojecieron y de su ojo cayó una lágrima.

Respiré profundo, en este momento me siento tan vulnerable como ella y siento que cualquier acto que pase entre nosotros hoy, me puede hacer romper junto con ella.

Me acerqué un poco más a ella y empecé a acariciar sus rizos tal y como a ella le gustaba que lo hiciera cuando estábamos juntos.

― ¿Estás bien Emma? ―Emma abrió sus ojos y me miró de reojo.

―No. ―se limitó a decir y volvió a cerrar sus ojos.

Bueno, ya sabía yo que Emma no cedería del todo.

― ¿Qué sucede contigo?, sé que no estás bien por cómo estás actuando, pero ¿Por qué cambiaste tanto tu actitud? ―seguía acariciando su cabello.

―No lo entenderías. ―susurró aun con esa voz apagada que tiene desde que llegué.

―Emma... ―la llamé, ella se levantó un poco y se volvió a recostar, pero ahora reposando su cabeza en mi muslo, quedando así su cuerpo casi sobre mis piernas―. Sabes que puedo entenderte perfectamente Emma.

Soltó un suspiro― Lo sé, sé que puedes, y eso es uno de mis problemas.

Fruncí el ceño. ¿Uno de sus problemas?

― ¿De qué hablas? ―cuestioné.

―De que sé que hay personas que pueden entenderme perfectamente, pero yo simplemente no quiero que nadie sepa cómo me siento, siento que vuelvo a ser la Emma del Instituto ¿sabes? ―la miré fijamente sin detener mis caricias en su cabello.

La entendía, la entiendo perfectamente, así me siento, siento que volví al Instituto, que estoy solo, que nadie me va a entender, que todos están en mi contra y nadie merece saber cómo me siento o lo que he pasado.

―Te entiendo Emma, yo también me siento así, pero para eso quise venir, hablemos. ­­­―estiré mi mano hasta que toqué la suya y la entrelazamos.

―Tengo miedo. ―expresó ahora con voz débil, parecía que iba a echar a llorar de nuevo en cualquier momento.

― ¿De qué? ―examiné cada uno de sus gestos, quiero saber más, quiero saberlo todo cuando se trata de Emma.

―Me siento sola, siento que todos me abandonan cuando más los necesito y tengo miedo de lo que me hago, tengo miedo de mi misma, porque yo me hago daño. ―apretó mi mano y otra vez sus mejilla se tiñeron de un tono carmesí y de sus ojos brotaron varias lágrimas.

Mi Amado Problema. (Problemáticos #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora