Capítulo III

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Meliodas se quedó en silencio debatiendo en su mente aquella propuesta, por un lado no podía negarse a la orden de su superior, pero por el otro tampoco se sentía capaz de hacer ese trabajo; no por el hecho de cuidar una niña sino que tan solo tiene 18 años, mientras Gilthunder y Griamor fácilmente pasaban por poco los veinte años, eso lo hacía sentir menos experimentado.

—No creo que yo esté capacitado— dijo en tono serio a lo que el rey lo miró sorprendido, soltó una pequeña risa pasando su mano en el hombro del chico en señal de ánimo.

—Muchacho, es evidente tu preocupación por mis hijas, siempre las acompañaste y aun cuando yo te di un día libre. ¡Incluso dabas tu vida por ellas!. Necesito a alguien así de determinado, además...- lo observó con detenimiento  —... confío en ti Meliodas.—  el ojiverde vio sorprendido al mayor al momento que su mente viajaba a ocho años atrás.

[Recuerdo]

—¿Está usted seguro de esto, majestad?— pregunto la aún infantil pero grave voz de un Meliodas de diez años de edad.

Tanto Zaratras como el rey Baltra lo acogieron hace dos años después del inesperado ataque del reino demoníaco, ahora ambos coincidían en que aquel niño rubio poseía habilidades naturales de combate por lo que sus ideales coincidían.

—Te he observado muy de cerca, tu mereces ser algo más que un sirviente— anunció el hombre —Por eso, Zaratras y yo coincidimos en que entrenaras en la guardia real para aspirar a caballero sacro—

El ojiverde miró a ambos adultos quienes parecerían animarle a acceder, sin embargo agacho la mirada decaído.

—No creo estar capacitado— dijo sombrío.

Una mano cubierta de metal toco su hombro, percatandose del hombre de cabellos plateados sonreír de forma paternal, y en cierto sentido podría considerarse un padre.

—Solo tu puedes limitar tus capacidades— habló Zaratras . —Si dices que no estás listo, jamás lo harás. Pero si tu lo crees, lo lograrás. No visualices, ¡hazlo!. Confío en ti, Meliodas.—

La mente del pequeño analizaba aquellas palabras, ellos le daban confianza, pero la única que necesitaba era la suya propia. Con determinación asintió a los mayores quienes sonrieron ante su respuesta.

—¡Rey Baltra!, están aquí.— habló uno de los guardias desde la enorme puerta de la sala real.

Este se levantó del trono para salir de la sala, dejando al líder de los caballeros sagrados y su nuevo integrante.

—Vamos, estoy seguro de que mi pequeño Gil y tu se llevarán genial—

[Fin del Recuerdo]

Meliodas parpadeo unas cuantas veces saliendo de su trance. Lo medito pensando la ventajas y desventajas, la responsabilidad que esto abarcaba, preguntándose ¿realmente estaba listo?.

Él era su propio obstáculo, él se limitaba, él tenía que confiar en sí mismo.

Asintió al rey que esperaba su respuesta pacientemente.

—Serás un buen caballero para mi hija menor—

[...]

Mientras tanto, en la habitación de la albina, está se abrazaba a sus piernas escondiendo su rostro con las rodillas ignorando a lo que sus hermanas mayores decían para consolarla.

—Eli, por favor di algo.— hablo suavemente la de cabellos lavanda, pero ella no dijo nada, ni un sonido emitió.

Ambas mayores se miraron preocupadas, temían por el estado emocional de la menor, ya que creían que no estaba psicológicamente preparada para presenciar una muerte o vivir un secuestro, temían que un trauma pudiese prevalecer. Sin embargo, esto no era así.

The Princess Knight || MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora