Capítulo XL

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Dije que me apresuraría y así lo hice UwU

Que comience el conteo regresivo...
10...

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—L-Lo siento, pero creo que se está confundiendo— esta apartó su mano del arcángel con desconcierto —Yo no puedo ser una diosa—

—Oh no, pero si lo eres diosa mía— enganchó aún mas su sonrisa —Acaso...¿nunca te lo dijo Bartra?— la mirada de la princesa se posó sobre el hombre senil que la había acogido como su hija. Una decepción empezaba a brillar en sus ojos titubeantes ante tanto silencio.

Los pocos presentes se mantenía observando, pero sin decir palabra alguna, nadie entendía lo que sucedía en ese momento o lo que estba por ocurrir, ni si quisiera podían formular una pregunta concreta ; solo observaban con atención al gobernante.

—Padre, ¿es cierto?— el dolor del engaño llego a su pecho cuando el hombre agacho la mirada sin saber que responder.

Meliodas, por su parte empezaba a alterarse, ella era una diosa, estaba mas que confirmado, pero ellos, ¿de que serían capaz?. Tenía miedo que ellos tentaran algo que la pudiese lastimar o dejarla bajo peligro, Zeldris le había advertido del riego al que se exponía si descubrían que él era un "demonio", y aunque se negaba a aceptarlo, no estaba dispuesto a abandonarla después de su promesa. Era su palabra antes que su vida.

—No lo culpes, es normal que haya querido protegerte después de todo, hay miles de peligros a tu alrededor — comentó el pelinegro con vanidad al entender la decepción del gobernante —¿Pero en donde están mis modales?, soy Ludociel. Él es mi hermano menor, Mael— se acercó el hombre peli plateado de amable sonrisa.

—Un gusto, mi diosa— los ojos de ambos se encontraron, una sensación agradable se alojó en el pecho del hombre alado, fue gratificante ese pequeño tacto al tomar su mano y besar sus nudillos, mas la albina seguía tratando de asimilar lo que estaba pasando. Por otro lado, un creciente enojo empezó a crecer en Meliodas al ver el varón tan cerca de su mujer, una necesidad urgente de separarlo lo invadió, mas sin embargo lo mantuvo bajo control.

—Y Nerobasta— continuó el mayor dejando ver a la mujer peli rosa de semblante mas confiable que el del resto, a diferencia de ellos dos, esta si parecía un ángel bondadoso.

—Es reconfortante verte pequeña Elizabeth— habló con una voz melosa y suave, pero aun así, esto no tranquilizaba a la jovencita, su cabeza empezó a dar vueltas tratando de asimilar lo que sucedía o tratar de entrelazar los hechos de manera coherente.

—Es que no puedo ser...—  

—Claro que si querida o como explicarías la marca en tu ojo— inesperadamente la tomo de la barbilla descubriendo el ojo dorado que regularmente cubría con su flequillo —Tienes la marca de las diosas, es mas que evidente — esta se apartó sin preocuparse por esconder nuevamente la particularidad derecha, su estómago se estrujo de manera dolorosa. Solo podía negar ignorando a su alrededor.

—Yo... necesito un tiempo, lo siento— dicho esto, salió corriendo entre tropiezos de la sala en dirección a cualquier lugar donde no tenga que ver con diosas o seres mágicos.

—Con su permiso— mencionó el rubio lleno en seguida detrás de ella, preocupado y angustiado; por otro lado, Ludociel se vio intrigado por su actitud instantánea, una sensación de familiaridad y desconfianza se alojó a causa del rubio. 

—¿Quién es él?— cuestionó con una ligera sospecha.

—Ella tiene asignado un caballero personal desde el incidente de hace cuatro años, no es la gran cosa— cantó Ban con indiferencia, molestando el ego del peli negro —Con permiso ehh... personas con alas— dicho esto se marchó con el resto de los trabajadores, dejando a los tres arcángeles con el rey y la maga.

The Princess Knight || MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora